Kike Parra (Alzira, 1971) es escritor y profesor de talleres de escritura y proyectos narrativos. Responsable, junto a Bárbara Blasco, de Escuela Selecta de Escritura, en Valencia. Ha impartido talleres en diversas bibliotecas públicas, librerías, la Universitat de València y la UPV. Ha publicado, entre otros, los libros de relatos Ninguna mujer ha pisado la luna y Me pillas en mal momento, (ambos en Relee) y la novela colectiva Mark Zuckerberg: una biografía no autorizada (Che Books). Es colaborador habitual en Valencia Plaza y Lletraferit. Coordina las colecciones de narrativa «Interlocutor Cruel» (Ediciones Contrabando) y «Microsaurio» (Editorial Enkuadres).
Kike, ¿me equivoco si deduzco de tu éxito en la impartición de talleres literarios que el arte de la escritura es enseñable? Si es así, ¿en qué consiste y cuáles son tus claves docentes más personales?
A tu primera pregunta contestaría con otra interrogación: ¿existe algún arte que no sea enseñable? Hay por ahí unos cuantos personajes que se posicionan en contra de los talleres de escritura, y la verdad es que nunca he entendido esa posición. Hay escuelas de cine, de música, de interpretación, de pintura, entonces, ¿por qué no de escritura? En cuanto a mis claves, mi primera intención es ser sincero con los textos que tengo delante. Lo que no me gusta, lo señalo; lo que me gusta, lo alabo. Antes de ser profesor he sido alumno durante nueve años, he pasado por las aulas de varios profesores, y si he crecido como escritor en esos talleres ha sido gracias a la honestidad de quienes he tenido delante. Siempre voy a estar agradecido a cada una de las veces en las que me han señalado algo que no funcionaba en mis textos. La creatividad y la literatura son un camino de ida y vuelta. Para transmitir algún tipo de enseñanza en la escritura hay que respetar y partir de la escritura de cada alumno. No creo en los talleres que son una máquina de hacer fotocopias de ciertos prototipos.
Para situarnos mejor en tu universo de referentes de la literatura breve, un campo en el que tú mismo has cosechado estupendas críticas, ¿cuáles son en tu opinión los mejores libros de relatos y los autores de referencia?
Vaya por delante que esto de los referentes es algo movible. Si echo la vista atrás hay dos nombres que han estado ahí desde siempre. El primero es Julio Cortázar, cualquier libro suyo de relatos ha funcionado, para mí, como guía. Lo mismo puedo decir de Lorrie Moore y sus historias cortas. Ambos han influido en mi concepción de la escritura. De ambos recomendaría cualquiera de sus libros de cuentos publicados. De Cortázar empezaría por Todos los fuegos el fuego y Bestiario; de Moore por Gracias por la compañía. A partir de ahí, también tengo unas referencias muy contemporáneas y bastante generacionales, que me han acompañado intermitentemente en estos últimos años, sobre todo como lecturas cuando estaba inmerso en procesos creativos importantes: Juan Carlos Márquez, Eloy Tizón, Mariana Enríquez, Samanta Schweblin, Javier Moreno, Pedro Ugarte, Sara Mesa, Dani Monedero, Jon Bilbao, Almudena Sánchez, María Bastarós, Gonzalo Calcedo, Miguel Serrano Larraz, Lidia Caro o Cristina Sánchez-Andrade.
En las fechas en las que se publica esta entrevista asistimos a la inauguración de la «Escuela Selecta de Escritura» ¿en qué consiste el proyecto y quién está detrás?
Al frente de este proyecto estamos la escritora Bárbara Blasco y yo. Hemos sido profesores para otras escuelas, por nuestra cuenta, en organismos públicos, Bárbara durante una década y yo a lo largo de siete años, siempre en València. Nuestra idea, a la hora de poner en marcha Selecta, ha sido ser más libres, ofrecer los talleres que nos gustaría que nos ofrecieran, contar con los autores y autoras que respetamos y cuya literatura nos causa admiración. Cualquiera que se asome a la web de selecta verá que tanto el profesorado como nuestras “estrellas invitadas” son referentes literarios en el panorama literario nacional, tanto en nuestra ciudad como en el país. València tiene unos contenidos culturales excelentes, público —más que suficiente— con un interés por propuestas bien construidas, ni Bárbara ni yo entendíamos por qué la oferta en cuanto a talleres de escritura era custodiada y dirigida por entidades ubicadas en ciudades a cientos de kilómetros de aquí. La verdad es que, si lo piensas, suena raro y un punto ridículo. Estamos convencidos de que València se merece una escuela hecha y pensada aquí. Además, el nombre, Selecta, aunque contiene un punto de ironía y humor, también tiene que ver con la importancia que le queremos dar a la palabra y el respeto que tienen para nosotros quienes trabajan en favor de la cultura y el arte.
Para terminar, ¿en qué estás trabajando ahora, tienes alguna publicación en el horizonte?
Este mes entrego una colección de cuentos a los editores. En estos últimos cuatro años he escrito estos textos y he empezado una novela, de la que llevo más de la mitad. Mi intención era terminar antes la novela, pero de nuevo se ha impuesto mi parte relatista, aunque tengo la impresión de que esta futura colección de cuentos va a ser, por mi parte, una despedida temporal del género. Cada vez tengo me vienen más ideas para formatos novelísticos. Creo que, definitivamente, la parte creativa de mi cerebro ha cambiado, o simplemente son mis intereses, pero tengo más ganas de largas distancias.
Hermosos: relatos de Kike Parra.
Malditas: coaliciones italianas.
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