La última película de Richard Linklater, Hitman, es una comedia tremendamente divertida con un trasfondo filosófico y ético vehiculado con fluidez y seguridad. Estrenada fuera de concurso en la 80 edición del Festival de Venecia, fue interrumpida en varias ocasiones por los aplausos y las risas desatadas del público que celebró una y otra vez los hallazgos magistrales del director de Boyhood.
Gary Johnson, un profesor universitario de filosofía, aficionado a las matemáticas y a la tecnología, trabaja esporádicamente como técnico para la policía de Nueva Orleans, echando una mano en las escuchas de los agentes infiltrados. Por azar, se le propone sustituir al compañero encubierto bajo la personalidad de un asesino a sueldo, destinado a pillar con las manos en la masa a quienes recurren a sus servicios para eliminar a quienes les molestan. Negocios, problemas de pareja y ajustes de cuentas son las diversas motivaciones de los clientes, y para sorpresa de sus jefes, Gary demuestra desde el primer encuentro un talento natural para la interpretación. El apocado profesional adquiere la personalidad de un tipo duro y le gusta. Su personalidad se va abriendo al mismo tiempo, madurando en asertividad, transformándose hasta el punto de que una alumna pregunta a otra: ¿En qué momento ha empezado a estar bueno?
Linklater ha basado su historia en un reportaje de Skip Hollandsworth publicado en Texas Monthly en 2001 sobre Gary Johnson, a pesar de lo afirmado en el prólogo del filme. La historia no se para en cafeterías anónimas donde tienen lugar las entrevistas de trabajo con el asesino a sueldo, mientras sus compañeros escuchan las conversaciones en el interior de la furgoneta mil veces empleada en el cine. El twist de Linklater y lo desternillante de su comedia es ver cómo las dos personalidades se conectan e interactúan, sin que vayan nunca en paralelo.
El protagonista de Hitman, interpretado por Glen Powell (Everybody Wants Some!!), colaboró con el director en el guion, de una brillantez notable. Los diálogos con los clientes son memorables e hilarantes, según Gary improvisa una actitud de matón experimentado para convencer a los asesinos vicarios. La galería de personajes es impagable y entre ellos encontrará a la mujer que lanzará la trama a otro nivel. Entonces las dos personalidades se pondrán a prueba en un juego de equívocos y vasos comunicantes, donde la charla filosófica del profesor y su verborrea nutrirán la actuación del asesino, al tiempo que este transformará al intelectual en un tipo atrayente, al que los alumnos dejan de definir como el tío anodino que conduce un Honda Civic.
Powell y Linklater consiguen en Hitman una comedia redonda con un bies original, que la lleva al terreno de la ética del crimen y su justificación, una película que ya le habría gustado lograr a Woody Allen en estos últimos años.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!