David, en tus novelas la sordidez de los temas y de los ambientes suele verse relajada (o «rebajada») por inesperadas dosis de hilaridad y ternura, como una droga muy calculada. Quizás por ello los lectores de Saber matar, Transirak o cualquiera de tus anteriores obras confesaban que las leían «con adicción». Sin embargo, lo primero que destaco en Gordo de porcelana es el tono desesperanzado, ¿ha sido una decisión deliberada?, ¿se te ha ido la mano?, ¿tiene que ver con una fase de evolución personal o emocional del autor?
Sí, es verdad, ese choque entre un peso dramático muy bestia y un humor muy delirante siempre ha estado presente en mis libros, pero el drama, que antes era más neutro, o más ridículo, progresivamente ha ido ganando más realismo y por eso se ha vuelto más duro. No había una premeditación en ello, porque yo premedito muy poco los libros, pero cuando Gordo de porcelana empezó a coger forma, y Dolo apareció en el libro, ya no había otra forma de contarlo porque Dolo lo absorbió todo y su historia es una historia horrible. Por otro lado, al trabajar con un material tan duro, y al necesitar contarlo de una manera muy seca y muy realista, tuve que subir también la apuesta del humor y del delirio y llevarlos aún más lejos que en otros libros. De todos modos, entiendo que es un libro menos optimista, pero también está siendo muy bonito porque la gente está queriendo mucho a Dolo, porque Dolo hace lo que puede. Y eso ya es mucho.
Dado que es la primera obra que firmas con tu nombre, en lugar de como Mr. Perfumme, también había pensado (permitiéndome una lectura psicoanalítica) que David Pascual es más oscuro de lo que parecía. Caí en que nunca me había parecido raro sino muy natural verte oculto o «protegido» por el disfraz. La caída del pseudónimo y de la máscara deja ver matices subterráneos. Ha revelado un tipo más profundo también.
Jajajaja Yo creo que, sí, el libro es el más duro que he escrito hasta ahora, pero creo que la oscuridad del libro (ojo, yo creo que también tiene mucha luz, o por lo menos un poco) tiene que ver con la historia que se cuenta, pero no obedece a una evolución hacia libros más ásperos, o más sórdidos, sí creo que hay una deriva lógica, bueno, no sé si es lógica o no, hacia libros en los que puedo tomarme más tiempo para escarbar en los personajes más y más profundamente, y hacia dramas más realistas, que ahora mismo me interesan más que otros más bizarros. Obviamente, y aunque parezca una locura, igualmente plagados de humor porque yo no entiendo ninguna actividad sin humor y la literatura, menos.
Otra posibilidad es que Gordo de porcelana sea la canción larga y algo triste que los mejores músicos saben encajar en un long play.
Me encanta esa comparación porque a mí me encantan esas canciones. Siempre me han fascinado artistas que han trabajado la tristeza y la fealdad y hacen material bello con eso: Nan Goldin, Tom Waits… me fascinan. Las fotografías de Larry Clark. Y al mismo tiempo, te decía antes que no entiendo la vida sin humor, me sorprende la cantidad de novelas que no tienen ningún humor, por eso disfruto muchísimo con A. M. Homes o Ottessa Mosfegh. Esas dos son las cosas que me interesan a mí: lo feo y lo triste y el humor. Llorar y reírte. La vida misma. Y así es como son mis personajes normalmente, gente a la que la vida le va como la mierda, pero que siempre, siempre, se ríen un poco de ello.
Dos rasgos que destacan de tu singular estilo literario es la facilidad para entremezclar líneas temporales y una inspirada disposición narrativa donde entran y salen una amplia galería de personajes no siempre bien ordenada, ¿interviene aquí tu querencia por la música, la libre aparición de notas y sonidos o tu «naturaleza melódica» por así decir?
Mira, a mí, al final, lo que me interesa son los personajes. Es lo que disfruto de verdad. Todo lo demás, la trama, las líneas temporales, el juego de formatos, todo eso me lo paso muy bien haciéndolo, pero si alguien lo escribiera por mí, me parecería fenomenal. A mí lo que me gusta es crear a los personajes y hacerlos hablar y ver cómo se convierten en personas a las que quiero. Aunque sean mezquinos, aunque lo hagan todo mal. Yo los quiero. Sofía, en Gordo de porcelana, es la peor psiquiatra posible, le compra un arma a su paciente, Dolo ni siquiera sabes si quiere a su hija, pero yo la quiero, y es muy bonito ver que la gente también. Porque son un desastre.
Me interesan mucho las influencias cinematográficas en tu literatura. El peso satírico de Todd Solondz, por ejemplo, es bien visible. Pero también lo es cierto cine norteamericano independiente, ¿es Gordo de porcelana una suerte de Florida Project sin Disneylandia?
Me encanta esa comparación. Para mí tiene que ver con lo que hablábamos antes, me encanta Todd Solondz, en Happines hace una cosa muy muy bestia que es la conversación entre el padre pederasta y su hijo que es una barbaridad, que es querer a su personaje. Sé que esto puede parecer una salvajada, pero esa es la magia de Solondz para mí. Es una locura cómo habla de la vulnerabilidad con un humor absolutamente incorrecto, pero con una humanidad que me parece que tienen muy pocos escritores. Y Florida Project me parece una película preciosa, con otro código muy diferente, pero que me marcó mucho también. Y, sí, tiene mucho que ver con Gordo de porcelana. Pero para mí sí hay una especie de Disneylandia al final del Gordo, porque Dolo va a descansar que, de algún modo, es lo que lleva esperando toda su vida.
Dolo es todo un personaje. La decisión, en mi opinión genial, de que lleve tatuado «Antena 3» en lugar de «Tele 5» (un auténtico estercolero cultural) obedecerá al infame tratamiento del llamado «caso Alcàsser». Sin embargo, esta elección, como sucede con los grandes aciertos de la creatividad, permite otras lecturas. En mi opinión, está muy marcada por la idea de decepción. Si de Tele 5, como de ciertos partidos de derechas no cabía esperar más que la emisión de basura verbal o cultural, en la pluralidad informativa aquí «liberal» y en los líderes de la socialdemocracia (pienso en Felipe González) muchos depositaron ciertas esperanzas de modernización que se vieron dolorosamente frustradas justamente porque de ellos sí que cabía esperar algo más, ¿es la decepción el trasfondo de mucha de tu producción literaria?
Obviamente hay mucha decepción en el Gordo, como también en el resto de mis libros, pero quiero pensar que también hay cierto optimismo. El mundo es una mierda y además tenemos muy poco control sobre él, lo que es realmente frustrante, pero las personas hacen que valga la pena pasar por aquí. El mundo de Dolo es todavía peor, es el peor posible, pero ha tenido a Álex y tiene a Sofía. Eso no va a arreglar su vida, porque su vida no tiene arreglo, pero sí va a hacer que algo haya valido la pena.
Otra seña de autor que cae del lado de la libertad formal es la integración del cómic sobre todo en la descripción física y anímica de los personajes, ¿cuáles son tus influencias en este campo?
Me encanta el cómic. Me gusta muchísimo el cómic independiente norteamericano de los noventa (Daniel Clowes, Charles Burns…), también Tomine, Simon Hanselmann me parece que está haciendo el retrato más salvaje y realista de la juventud de mi generación y las siguientes que existe, Tom King ha hecho una cosa muy brillante con Mr. Miracle… Muchísimas cosas.
En relación con el juego de géneros, en Gordo de porcelana hay algo de rape & ravenge (un subgénero que habitualmente cumple una función compensatoria a través de una inesperada –ahora ya previsible– inversión de los roles). En la vida real, a las verdaderas víctimas (las víctimas invisibles como la hermana de Antonio Anglés) les queda poca fuerza para vengarse. Quizás por ello Hard Candy (David Slade, 1995) resultaba tan poco verosímil. Tú has respetado mejor el dolor de una muchacha abusada y eso confirma una primera impresión que tuve cuando te leí por primera vez, la de que eres un autor sensible y con fuertes convicciones morales, ¿me equivoco con esto?
Sí, claro, quiero pensar que soy una persona sensible, y, desde luego, soy una persona ideologizada y para mí es importante ser responsable con mis convicciones. En los talleres que doy suelo hablar de esto con las alumnas, les digo que la literatura no tiene que ser moral, pero que yo, como escritor, intento ser siempre responsable, no perpetuar clichés, etc. Yo quiero que podamos escribir sobre cualquier cosa, yo lo hago, pero tengo muy claro de qué modo lo hago y qué cosas no quiero reproducir.
¿La única redención posible es la creatividad, lo que hace Dolo primero con el fanzine y luego con el anime?
En su caso es una válvula de escape, claro. Para toda la gente que nos dedicamos a campos relacionados con la creatividad, nuestro trabajo siempre es un poco un lugar de paz aunque a veces pueda ser duro o frustrante. Pero para mí, el anclaje de Dolo son sus amigas por encima de todo lo demás, Álex, primero, y Sofía después, por encima de su marido y su hija. Porque de algún modo son personajes casi tan perdidos como ella, y porque son lo único bueno que le ha pasado, o, al menos, lo único que ha disfrutado.
En tu vida profesional, combinas la novela con la docencia y la escritura de guion, en mi opinión eso te ha ayudado en la construcción natural de unos diálogos siempre frescos y muy ágiles (una auténtica marca de la casa), ¿qué novedades nos cuentas en este terreno, el del guion?
Para mí, empezar a escribir guiones ha sido una experiencia bastante loca porque la manera habitual de construir un guion es exactamente la opuesta a mi modo de trabajar en los libros. Yo escribo las novelas de una manera muy intuitiva, sin esquemas, y sin saber qué estoy haciendo, así que he tenido que obligarme a cambiar modos de trabajo, lo cual creo que me ha servido para aprender un montón de cosas pero también me he hecho reivindicar mucho mi manera de escribir libros. En las novelas me permito trabajar mucho más libre y lo disfruto mucho. Y respecto a las novedades, tenemos una película, Pobre Diablo, con dirección de Guillermo Polo, que se empezará a rodar este año, y un proyecto muy bonito, que se llama Animales irrecuperables, que es una especie de western alicantino que en realidad es la historia de tres mujeres unidas por una cosa terrible que les ha sucedido, y que hemos escrito Borja Navarro y yo, que acaba de ganar una de las ayudas de guion del IVC y que esperemos poder estar rodando en un año y medio.
Me hace gracia que tus libros se hayan publicado en distintas editoriales, en mi opinión dice algo bueno de ti.
Jajajaja ya, he pasado por muchos sitios.
Tu penúltima novedad es el grupo Texacco, creo que es una buena forma de acabar la entrevista si no quieres añadir nada más.
Pues nada más. Que siempre da mucho gusto contestar a entrevistas tan interesadas y bien planteadas, ¡y un fuerte abrazo!
Hermosos: personajes de David Pascual Huertas.
Malditas: embrutecedoras coberturas mediáticas del caso Alcàsser.
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