La edición en Blu-Ray y DVD (A Contracorriente) de ¡Bruja, más que bruja! (1976), con motivo del 40 aniversario de esta insólita película músico-rural, con un nuevo máster restaurado en alta definición, a partir del negativo original, nos hace replantearnos de nuevo la figura del Fernando Fernán-Gómez, actor, director, dramaturgo y escritor fallecido en 2007, a los 86 años.
Definir en pocas palabras a Fernán-Gómez no es sencillo. Pero lo intentaré. Casi todo en él era una cosa y también su contraria. Madrileño nacido en Lima (Perú), fue un perezoso muy trabajador, un ciudadano de izquierdas que participó en decenas de películas de ideología franquista, un pelirrojo tirando a feúcho y de figura desgarbada, que enamoró a mujeres muy bellas (María Dolores Pradera, Analía Gadé, Emma Cohen), un señor de genio endiablado pero también divertido, solidario y tierno.
Actor carismático y notable escritor, Fernán-Gómez era como director capaz de lo peor y de lo mejor. Los resultados no dependían del factor económico, porque su cine siempre fue pobretón, (salvo, quizá, El viaje a ninguna parte). Dependían de que creyese de verdad en lo que estaba haciendo. En esos casos, sus películas aguantan muy bien la comparación con las obras maestras de Buñuel y Berlanga.
Fernán Gómez también fue un actor popularísimo que protagonizó mucho cine raro y, para finalizar, aunque podría seguir señalando otras paradojas, el realizador de varias obras maestras del cine español (La vida por delante, 1958; El mundo sigue, 1963; El extraño viaje, 1964; El viaje a ninguna parte, 1986) y al mismo tiempo, con asombrosa irregularidad, el firmante de bastantes bodrios que más vale no recordar. Dirigió 28 películas y aproximadamente la mitad de ellas son tan malas como las peores que rodaron Rafael Gil, Tito Fernández o Pedro Lazaga.
En el momento de su estreno no vi ¡Bruja, más que bruja!. Estuvo poco tiempo en cartel. No funcionó bien en taquilla y la crítica la definió como una curiosísima rareza. Con el paso de los años, esta historia salvaje interpretada por Emma Cohen, Paco Algora, Mary Santpere y Fernán-Gómez se ha convertido en una pieza de culto, sobre todo para amantes del cine bizarro.
Me compré el Blu-Ray de la película, empecé a verla con ilusión… y al cabo de media hora, movido por la decepción, estaba maldiciendo mentalmente a su genial (a veces) director. ¡Qué manera de triturar una buena y divertida idea!, pensaba. Fea y mal rodada, se la carga al dejarse llevar por las facilidades convencionales del exceso. El gusto por la gamberrada continua, las ocurrencias y el humor barato lo arruinan todo.
Exactamente lo mismo que le ocurre al actual Álex de la Iglesia (a estas alturas de su carrera creo que el cineasta vasco nunca volverá a recuperar el estado de gracia de El día de la bestia, 1995). También le pasó al maestro Berlanga en sus dos últimas películas, las dos con repartos maravillosos, Todos a la cárcel (1993), otra gran idea machacada a conciencia por el pésimo guion del propio Berlanga y de su hijo Jorge, y París-Tombuctú (1997), que empieza bien y poco a poco se despeña por el abismo de lo grotesco.
Pese a la decepción de ¡Bruja, más que bruja!, mi admiración por Fernán-Gómez sigue en pie. Tanto es así que al enterarme por internet de que la ya desaparecida revista Nickel Odeon (1995-2003, dirigida por José Luis Garci) ponía a la venta varios números de su apasionante catálogo, y que entre esos números estaba el monográfico dedicado a Fernán-Gómez, pedí inmediatamente ese ejemplar –a muy buen precio, por cierto-, además de otros sobre John Ford y Charles Chaplin. ‘El cine de Fernando Fernán-Gómez’, con artículos de, entre otros, Miguel Marías, Víctor Erice, Antonio Muñoz Molina o Francisco Umbral, o una estupenda entrevista al director de El extraño viaje, realizada conjuntamente por Juan Cobos, Luis María Delgado, Garci, Miguel Marías y Eduardo Torres-Dulce.
Esta larga entrevista es una gozada. Se aprende con ella. Fernando cuenta cosas interesantes con un punto de vista muy personal. Dicen quienes le conocieron que era un conversador magnífico, la charla impresa por Nickel Odeon nos permite aproximarnos al personaje y su poderoso encanto como contertulio.
Una de las anécdotas más divertidas que cuenta Fernán-Gómez trata de sus relaciones profesionales con dirigentes de TVE, tras el éxito de su soberbia serie El pícaro (1974). Los cerebros grises de la tele estatal le animaban a que presentara más proyectos. Fernando les propuso hacer seis capítulos más sobre la picaresca española. Lo que tú quieras, Fernando, lo que tú quieras…, le respondían, precisándole inmediatamente que más pícaros no. El cineasta les propuso entonces una serie sobre pícaras, como “la pícara Justina”. Los ejecutivos de TVE le dijeron: Lo que tú quieras, Fernando, pero sobre pícaras no, porque eso es lo mismo.
Fernán-Gómez se quedó pensando y a los pocos minutos alumbró una idea: Ocho o diez episodios sobre la historia de una familia normal y corriente en el Madrid de la guerra civil (ese proyecto se convirtió años después en la excelente obra teatral Las bicicletas son para el verano, llevada al cine en 1984 por Jaime Chávarri). Los mandamases de la única TV que había entonces en España le contestaron a botepronto: Lo que tú quieras, Fernando, pero eso no, la guerra civil no. Mosqueado ante tantas resistencias, Fernán-Gómez les animó a que hicieran ellos una propuesta concreta. La hicieron enseguida: Una serie sobre el Quijote en la que no salga el Quijote. Fernando poco más o menos que los envió a gambar loros. A saber por qué querían algo tan descabellado. En manos de esa gente delirante –por no utilizar otros adjetivos más duros- hemos estado muchas veces. Yo diría que seguimos estándolo.
Fernando Fernán Gómez, genial... a veces 2 enero, 2017 12:34 pm
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