El 48º Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya-Sitges 2015 ya está aquí. Del 9 al 18 de octubre, más de 150 películas podrán ser devoradas por los fanáticos en la ciudad del Garraf. Destacar aunque solo sea una docena de títulos es imprescindible para sobrevivir en el intento y poder contarlo.
Es incuestionable que el Sitges-Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya atraviesa un momento dulce de popularidad. La taquilla bate récords año tras año, la imagen internacional es más potente que nunca, y la estabilidad del acontecimiento parece asegurada más allá de los lógicos vaivenes presupuestarios provocados por la maldita crisis económica.
Se pueden (y se deben) formular críticas de todo tipo, pero pase lo que pase está claro queÁngel Sala es, hoy por hoy, una de las tres personas a las que Sitges debe dar más gracias, junto a Joan Lluis Goas, responsable de la época dorada del festival de los años 80, y (no me peguéis muy fuerte, por favor) Àlex Gorina, que dirigió Sitges en unos años, los 90, que no merecen los funestos adjetivos con los que se les suele despachar: bajo la batuta de Gorina gozamos de joyas como Cube (Vincenzo Natali) o Agárrame esos fantasmas (Peter Jackson), y eso parece haberlo olvidado mucha gente a la que recomiendo leer su entrevista en el especial que dedica ScifiWorld a Sitges, descargable desde la web del propio festival. Mucho respeto por este señor: si el festival existe hoy en día es, entre otras cosas, gracias a Gorina.
Teniendo en cuenta que esta será la edición número 15 para Ángel Sala, la pregunta es: ¿hace falta una renovación de ideas al frente de Sitges? La respuesta, después de publicidad (en este caso, la respuesta aquí en El Hype después del festival). De momento, esta fiesta pantagruélica de películas a mogollón que es el festival de Sitges está a punto de empezar.
Y como cada año, conviene por lo menos tener una pequeña guía para no perderse entre la espesa maleza de la programación. Un poco como cuando vas al Louvre: o te marcas con antelación la ubicación de por lo menos ocho o diez piezas imprescindibles, o la visita puede convertirse en un infierno. Pues aquí lo mismo. Hay que tener claras al menos una docena de propuestas que son las que, para bien o para mal, pueden acabar marcando el festival. Luego, por supuesto, habrá espacio para la sorpresa… ¡espero que lo haya!
En la sección oficial a concurso, esas propuestas pasan inevitablemente por Maggie (Henry Hobson), uno de los primeros títulos anunciados por el festival. Protagonizada por Arnold Schwarzenegger en plan soy-un-actor-de-verdad, se agradece su tono contenido e intimista a la hora de abordar la temática zombie aunque a algunos les pueda acabar pareciendo un tanto gélida. También dará que hablar Eli Roth con su Knock Knock, porque Roth ha venido tantas veces a Sitges que ya es como de la familia. Es simpático, cae bien, y encima es guapete. Lo tiene todo… excepto buen cine, porque aún está por llegar el día en el que le salga una película decente. Y ojo, porque esta es otra consecuencia de su llamémosle “alianza” con el chileno Nicolás López, de la que han surgido medianías como The Green Inferno (Roth) o directamente bodrios como Aftershock (López).
Estan son otras películas en competición y los motivos por los que serán recibidas con los brazos abiertos:
#We Are Still Here (Ted Geoghegan), porque está protagonizada por Barbara Crampton, musa del fantastique desde que en los 80 protagonizara Re-Animator y Re-Sonator (ambas de Stuart Gordon).
#Baskin (Can Evrenol) y Ludo (Nikon, Q) porque son dos propuestas de terror provenientes de cinematografías exóticas (la primera es turca, la segunda india) que han dado mucho que hablar en los festivales por los que han desfilado este año.
#Cop Car (Jon Watts) y Bone Tomahawk (S. Craig Zahler), porque están protagonizadas por dos actores pertenecientes a una raza en vías de extinción, la raza voy-a-ver-esta-película-solo-porque-sales-tú-y-me-da-igual-todo-lo-demás: la primera tiene a Kevin Bacon, la segunda a Kurt Russell. De rodillas en ambos casos.
#February (Osgood Perkins) porque está dirigida por el hijo de Norman Bates, perdón,Anthony Perkins. La mitomanía es un ejercicio que se practica a diario en las calles de Sitges durante el festival.
Y acabo con la sección oficial a competición con una recomendación personal:
#Turbo Kid (Anouk Whissell, François Simard, Yoann-Karl Whisell). No es una película apta para todos los paladares (de estas hay pocas en Sitges), pero conmueve, porque es una irresponsable y desenfrenada carta de amor al cine italiano, que en los años 80 se dedicó alegremente a plagiar la estética y el argumento de los Mad Max de Mel Gibson. Mundo post-apocalipsis, banda sonora electrónica, cuatro destartalados sets de rodaje que parecen lo que son, descampados en Canadá, y sangre a chorrazos. El sueño húmedo de Enzo G. Castellari. Ojito con esta joya por descubrir.
No dejaré de mencionar la sección Fantàstic Panorama porque, desde hace años, es el reducto acogedor y cálido de los más puristas del fantástico, o en otras palabras, es lo que en los años 80 vendría a ser la sección oficial a competición.
Habrá que prestar mucha atención a determinados títulos que se dejaran ver por aquí comoOffice (Hong Won-chan), un thriller coreano que hará realidad aquello de mi trabajo es una verdadera pesadilla; From the Dark (Conor McMahon), que es una pequeñita película irlandesa con apenas dos actores pero que va de menos a más en una espiral de mal rollo que merece una oportunidad de visionado; The Demolisher (Gabriel Carrer), otro poema de amor a uno de los sub-géneros clásicos de los 80, el del justiciero urbano; y Night Fare (Julien Seri), thriller con El diablo sobre ruedas (Steven Spielberg) como padre espiritual.
Hay mucho más en Sitges, claro. Pero ni a mí me daría tiempo a escribir sobre ello antes del próximo viernes, que es cuando comienza el festival, ni a ti te daría tiempo a leerlo. Nos esperan 10 días de insalubridad mental, de cafés a cualquier hora del día (y en cualquier sitio, incluidas las colas para entrar a sala), de carreras entre el Retiro y el Auditori, de gritos y carcajadas en la sala, de aplausos cada vez que sale el mono, de siestas involuntarias en las butacas, de regocijo general cada vez que explota algo hecho de carne y sangre… esto es Sitges, amigos. ¡Bienvenidos a la locura!
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!