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Música

Drogas y música

En Tracks, clues & dancefloors, Música sábado, 14 de junio de 2014

H4L 9000

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PERFIL

Este artículo se podía haber titulado Sex, drugs & Rock & Roll, pero no vamos hablar de sexo, ni de rock & roll, eso se lo dejamos a la gente entendida en esas materias primitivas. Esto no es un artículo de estricta documentación, es un “ajuste de cuentas” contra algunos críticos musicales y público, que menosprecian o minusvaloran la música electrónica por su correlación con las drogas.

Que las drogas sintéticas han tenido que ver en la evolución de la música electrónica es algo innegable. En España tenemos el mejor ejemplo, concretamente en Valencia, la transición del consumo de la mescalina al extásis, provocó una aceleración de los ritmos y estandarización de la música electrónica. No solo provocada por las drogas, sino por el contubernio que crearon radios, discotecas, discjockeys y sellos independientes de la costa levantina. Pero aunque este fue un efecto negativo, en términos generales cada nueva droga ha llevado consigo un cambio estilístico, una evolución creativa en el terreno compositivo. Para ampliar esta información, os remito al libro recientemente publicado Energy Flash de Simon Reynolds.

Fue en esa época en los 90, cuando la mayoría de críticos musicales de este país y más concretamente, los ligados a la herencia rock, desprestigiaron y asociaron en sus artículos la música electrónica a la música que consumían los “pastilleros”. En estos artículos y en sus manifestaciones en privado o en público demostraban su hipocresía, y su falta de conocimiento en estos nuevos códigos musicales.

La asociación de las drogas y la música, podíamos remontarla a los tiempos de Adán y Eva…si hubieran existido. Pero quizás el ejemplo más palpable, es el de la música prehispánica en América. La cultura chamánica de los pueblos aztecas, utilizaba el consumo del peyote y otras sustancias psicoactivas para realizar unos ritos donde la música y el consumo de drogas conformaban un conjunto.

Si nos trasladamos al nacimiento de los albores de la música moderna, tenemos muchos y diversos ejemplos donde la asociación del consumo de drogas, está ligado a un determinado tipo de música. La heroina hizo estragos en la comunidad del jazz, el ejemplo más conocido es el de la cantante Billie Holiday. Años más tarde, recogería el testigo del consumo de heroína la generación rock de finales de los 60, Lou Reed o Iggy Pop han sido algunos de los supervivientes al infierno del “caballo”. Durante esta época otra droga psicódelica fue la reina de la fiesta y protagonista de letras y música, el LSD. Su influencia se aprecia en canciones de The Beatles, Beach Boys, Pink Floyd, The Doors, o 13th Floor Elevators.

En los 70, la heroína vuelve a entrar en escena. El punk es uno de los movimientos musicales, donde más afecta el consumo de esta droga. Quizás por ese componente nihilista que abandera este movimiento, definido en su celebre slogan No future. La marihuana es un caso aparte, principalmente asociada a la cultura reggae y al movimiento espiritual rastafari, se ha consumido por distintas tribus urbanas y musicales, a lo largo de estos últimos años. Desde los hippies de los 60 hasta la actualidad por hipsters o indies, Pero quizás las drogas más dañinas y perjudiciales para la libertad creativa, han sido y serán el alcohol y la cocaína. Así que amigos del rock & roll y público en general, dejen de demonizar a la música electrónica por el consumo de drogas sintéticas y valoren su esencia.

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