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Discos perdidos, los tesoros ocultos de la música rock

En Música 12 diciembre, 2021

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

La historia del rock tiene una parte oculta, aunque en estos tiempos de reediciones exclusivas ya no quede casi nada fuera de nuestro alcance: los discos perdidos que nunca llegaron a ver la luz en su día, las obras de algunos de los artistas más importantes de la música rock y pop, muchas veces en su periodo de máximo esplendor, que quedaban enterradas en sus archivos por razones muchas veces incomprensibles. Esos discos malditos muchas veces alcanzaban una leyenda que superaba con amplitud a la de los discos editados, como el Smile de los Beach Boys o el Black Album de Prince. Así que vamos a hacer un recorrido por algunos de los más notables:

The Beach Boys – Smile (1967)

No se puede empezar este repaso por otro sitio, el disco perdido más mítico de la historia, el legendario Smile de los Beach Boys, la que debía haber sido la obra cumbre de Brian Wilson en su creativa batalla con los Beatles por escribir el mejor disco de todos los tiempos. Todo empezó cuando en 1965 el mayor de los hermanos Wilson escuchó el Rubber Soul de los de Liverpool, un disco perfecto de principio a fin en el que todas las canciones fluían y no había nada de relleno. Los Beatles inauguraban la época de esplendor del LP y el líder de los Beach Boys se daba cuenta de que el formato podía servir para mucho más que para recopilar sencillos y meter tres o cuatro canciones de relleno.

discos perdidos

En plena explosión creativa, y en una cabeza siempre rayando en la locura, mandó a paseo las giras, se encerró en el estudio de grabación y comenzó a utilizarlo como una herramienta más. Wilson era el compositor, arreglista, productor y principal intérprete de todas las canciones de la banda, así que empezó a tirar más de los expertos músicos de sesión a su disposición, los miembros de la mítica Wrecking Crew y comenzó a elevar la composición de la música pop a la estratosfera. Como letrista seguía siendo incapaz de trasladar todos sus sentimientos, pero musicalmente era inigualable. Su primera prueba fue la cara B del Beach Boys Today, una sinfonía de grandes baladas que se puede ver como el antecedente del increíble Pet Sounds, una de las mayores maravillas jamás grabadas. Wilson relevó a su primo Mike Love como letrista y le sustituyó por Tony Asher, diciéndole sobre qué debería ir cada canción, el resultado es una obra de arte que no pasó desapercibida al otro lado del Atlántico.

Paul McCartney cayó rendido ante el genio de Wilson y lo consideró el mejor disco que se había hecho hasta la fecha (todavía hoy lo nombra como su favorito), así que se puso manos a la obra para superarlo. Por su parte, Wilson entregó al poco una de las mejores canciones de la historia como sencillo, “Good Vibrations”. Las expectativas ante su nuevo trabajo no podían ser más altas, era el Mozart de la música pop y todos los ojos estaban puestos en él. Lo malo es que Wilson tenía serios problemas mentales y de ego, y su entorno no era el mejor. De primeras, su padre era un abusador que tenía celos patológicos del talento de su hijo mayor, por otro su banda, principalmente el imbécil de Love, no estaban del todo convencidos del cambio musical de Wilson, pasando del surf, las chicas y los coches, a la sofisticación de Pet Sounds.

Wilson se había buscado un nuevo colaborador, Van Dyke Parks, y su cabeza seguía fluyendo de ideas musicales cada vez más complejas, pequeñas maravillas que se podían superponer unas a otras para crear cosas increíbles, mini sinfonías pop compuestas de varias piezas que encajaban como un complicado puzzle, si Pet Sounds tuvo a “Wouldn’t It Be Nice” y “God Only Knows”, Smile tenía “Heroes & Villains” y “Surf’s Up”, además de repescar a “Good Vibrations”. Pero Wilson cada vez estaba más inestable y sus manías se hacían cada vez más particulares. La presión ejercida se hacía notar y no contaba con ningún apoyo, sobre todo a partir de que Parks se marchó de las grabaciones para dedicarse a su disco en solitario.

El clavo final del ataúd de Smile fue la visita de Paul McCartney al estudio donde lo estaban grabando. Los Beach Boys estaban en medio de “Vegetables” y Paul aceptó encantado masticar una zanahoria para el disco, luego se pasó por la casa de Wilson y su mujer, les tocó “She’s Leaving Home” y les puso una copia de y “A Day In The Life”. Brian Wilson lloró por la belleza de los temas, pero también porque sabía que los Beatles le habían superado. Cuando se publicó Sgt. Pepper’s Wilson decidió enterrar definitivamente el proyecto, ya había sufrido grandes retrasos pero publicarlo tras el disco de los Beatles hubiera sido desastroso para su ego.

Al final salió una versión light titulada Smiley Smile y el disco acabó tomando una fama legendaria. Todavía me acuerdo, en los primeros tiempos de Internet, que una de mis diversiones era hacerme con todas las versiones posibles del mismo, juntando las piezas y buscando el orden adecuado, al final Wilson volvió a él y lo publicó en solitario con grabaciones nuevas en 2004. En 2011 aparecería también el monumental The Smile Sessions incluyendo una versión bastante aproximada a lo que pudo salir en 1967 y casi todo lo que se grabó para el proyecto, incluyendo más de 30 versiones de “Heroes & Villains”. Es un disco maravilloso, puede que sea el segundo mejor de la carrera de los Beach Boys, pero no superaba a Pet Sounds, algo que ya era doloroso de por sí, y además, como el propio Wilson reconoció, no hubiera sido rival para el Sgt. Pepper’s, no se habría acercado, St. Pepper nos habría pateado el culo…

The Velvet Underground – VU (1969)

Para 1969 John Cale había dejado la Velvet Underground y había sido sustituido por Doug Yule. Fue el año en que apareció el tercer disco de la banda, titulado simplemente The Velvet Underground, más calmado y tranquilo, lejos de la experimentación de los primeros dos discos. Pero la banda había seguido grabando y tenía material suficiente para sacar otro disco y completar su contrato con MGM. Pero el sello tuvo una reestructuración y los nuevos dueños decidieron librarse de las bandas que no vendían discos, y la Velvet Underground era, en ese momento, la viva imagen de eso. Así que nos quedamos sin oír el que hubiera sido el cuarto disco de la banda, un disco que vería la luz en los 80 cuando MGM, que se quedaron con los derechos de las canciones, sacara al mercado VU y Another View.

El caso es que ese disco perdido habría sido otro sobresaliente para una banda que solo hizo discos de ese tipo. Entre los clásicos absolutos que hubiera tenido habrían estado la maravillosa “Stephanie Says”, con Cale todavía en la banda prestando su maravillosa viola al arreglo, “She’s My Best Friend”, grabada el 14 de mayo de 1969, “Lisa Says”, “I’m Sticking with You” (un dueto entre Lou Reed y la infantil voz de Maureen Tucker), “The Ocean” o “We’re Gonna Have a Real Good Time Together”, todas ellas en versiones muy superiores a las que hizo Reed en su carrera en solitario. A pesar de su no publicación, estas canciones son parte fundamental de la banda.

The Who – Lifehouse (1970)

Tommy había sido un éxito increíble y había aupado a los Who a niveles de popularidad enormes. La fórmula de la Ópera Rock se había probado exitosa y su creador, Pete Townsend, decidió seguir por ella. Eso sí, si el argumento de Tommy ya era bastante enrevesado el de su siguiente obra, el ambicioso Lifehouse, no lo seguían ni sus propios compañeros de banda, tierras adolescentes baldías, vibraciones musicales puras, almas abandonando los cuerpos para llegar a un nirvana musical… Todo ello para crear un acorde universal que reflejara la individualidad de cada persona. El caso es que aquello era un galimatías, pero Townshend estaba en el periodo de esplendor musical de su carrera y todo lo que le salían para acompañar a aquella complicada historia eran temazos. Como la banda estaba también en el momento álgido de su carrera, la música que consiguieron era increíble, así que al final decidieron cortar por lo sano, abandonar Lifehouse y entregar el que puede que sea el mejor disco de su carrera Who’s Next.

Eso sí, si hubo un momento en el que los Who podrían haber sacado un disco doble sin nada de relleno fue durante este periodo. Solo pensar en algunas de las canciones que se quedaron fuera como “Water”, “Pure And Easy”, “Let’s See Action”, “Time Is Passing”, “Too Much Of Anything” o “I Don’t Even Know Myself”, da para crear otro disco imprescindible de su discografía.

Neil Young – Homegrown (1975), Hitchhiker (1976) y Chrome Dreams (1977)

Posiblemente el Neil Young de los 70 sea el campeón de los discos perdidos. Sin contar el abortado tercer disco de Crosby, Stills, Nash & Young, el canadiense grabó tres discos; Homegrown, en 1975, Hitchhiker, en 1976, y Chrome Dreams, en 1977; que no fueron editados en su momento, aunque los dos primeros ya han sido rescatados dentro de su serie Archives.

El primero trataba sobre la separación de su esposa, la actriz Carrie Snodgrass, con suaves aromas country rock y un tono que recordaba a Harvest, pero la herida del divorcio todavía era cercana y Young no lo tenía tan claro. En 1975 dio una fiesta e invitó a varios amigos, entre ellos miembros de Crazy Horse y de The Band y les puso dos discos, el que acababa de grabar, Homegrown, y uno que había grabado en 1973, una obra oscura y escalofriante que trataba sobre las muertes por sobredosis de amigos cercanos como Danny Whitten y Bruce Berry. Al final se decidió por publicar este último, llamado Tonight’s The Night, y pudimos escuchar el daño hecho por la aguja pero no el causado por el (des)amor. 45 años después Young decidió publicarlo y pudimos tener la fotografía completa.

El segundo lo grabó la noche del 11 de agosto de 1976 con la única compañía de su guitarra (y un piano en la última canción), su armónica, sus amigos David Briggs y Dean Stockwell, un poco de marihuana y una botella de José Cuervo. Entre las canciones que grabó estaban algunas de las mejores de su carrera, como “Powderfinger”, en su primera versión acústica, o “Pocahontas”, pero Young volvió a desechar el resultado y el disco tardó más de 40 años en ser finalmente editado.

Por último, Chrome Dreams es el disco que tuvo preparado para 1977, con algunas de las mejores canciones de Hitchhiker, pero también la maravillosa tormenta eléctrica de “Like A Hurricane”, que había grabado en 1975, y la primera versión, más calmada, de “Sedan Delivery”, pero, nuevamente, el disco se quedó sin editar y Young sacó en su lugar American Stars ‘n Bars. Al contrario que los otros dos, todavía no ha visto la luz oficialmente.

David Bowie –The Gouster (1974), Toy (2001)

David Bowie también tiene sus tesoros ocultos, aunque con la aparición de Toy, ya están disponibles para todo el mundo. El primer disco perdido llegó en su etapa americana, durante unos días en los estudios Sigma de Philadelphia, ciudad que estaba comenzando a abanderar su propio sonido soul, más cálido y sofisticado, Bowie hizo su primer acercamiento al funk y al soul, con Luther Vandross a los coros y el saxo de David Sanborn sustituyendo a la guitarra de Mick Ronson como principal solista. Grabó siete canciones, cuatro de ellas terminarían en Young Americans, tres en otras versiones, menos la canción principal que es la única de este disco preparatorio, que se iba a llamar The Gouster, que acabó en esa forma en el siguiente disco de Bowie. Seguro que Bruno Mars y Anderson. Paak se han empapado bien de esta época de Bowie para prepararse para su disco conjunto como Silk Sonic.

Para llegar al siguiente disco perdido de Bowie hay que avanzar hasta el siglo XXI. Después del enorme éxito de su actuación en Glastonbury en el año 2000, Bowie se metió en el estudio con aquella banda en la que estaban el guitarrista Earl Slick, la bajista Gail Ann Dorsey o el pianista Mike Garson y con ese subidón comenzaron a grabar Toy, un disco en el que Bowie echaba la vista atrás hacia sus primeras canciones, las que hizo antes de triunfar con “Space Oddity”, en su periodo Mod. Las sesiones fueron de maravilla, el ambiente era muy bueno y las viejas canciones, aunque tenían letras bastante flojas, aguantaban bastante bien y se veían reforzadas por los nuevos arreglos, que veían a un Bowie guitarrero y feliz. Pero su compañía no estaba especialmente emocionada con el disco y fue retrasando su publicación. El cantante comenzó a grabar Heathen y quedó tan decepcionado con EMI/Virgin que acabó firmando por Columbia. Eso sí, para cuando lo hizo ya tenía un disco de canciones nuevas y Toy se quedó sin publicar hasta este mismo año.

Bruce Springsteen – The Ties That Bind (1979) y Nebraska (E Street Band) (1982)

En esas sesiones de 1974 Bowie grabó un par de versiones de un artista en ese momento prácticamente desconocido llamado Bruce Springsteen que se convertiría en una estrella mundial con su tercer disco, Born To Run, publicado en 1975 y que posiblemente sea el artista con más material desechado de la historia de la música popular y es que el perfeccionismo de Springsteen le llevaría a dejar fuera de varios de sus discos decenas de grandes canciones. Empezando con Darkness On The Edge Of Town, del que se publicó hace poco un magnífico disco doble de descartes titulado The Promise a las maravillas que se quedaron fuera durante la grabación de Born In The USA, como “Murder Incorporated”, “Pink Cadillac”, “Rockaway The Days”, “Johnny Bye-Bye”, “Stand On It” o “Janey Don’t Lose Your Heart”, por no hablar de que The River podría haber sido un cuádruple disco. Eso sí, si nos ceñimos a discos perdidos realmente, discos que fueran a salir pero al final fueron desechados, Springsteen tiene, por lo menos, dos.

El primero sería The Ties That Bind, el disco de 10 canciones que iba a publicar en 1979, tras varias sesiones con la E Street Band Springsteen decidió el orden de las canciones y llamó a Bob Clearmountain para mezclarlos, las cintas se enviaron para hacer un máster y la compañía se frotó las manos ante el lanzamiento próximo a la Navidad de su gallina de los huevos de oro, pero, finalmente, Springsteen se echó para atrás y decidió que había que seguir trabajando en el disco. De aquello saldría el primer disco doble de su carrera, The River, pero fueron innumerables las canciones que no pasaron el corte, entre ellas “Cindy”, “Stolen Car (Vs. 1)”, “Be True” y Loose Ends del archivado The Ties That Bind

El segundo sería la versión de Nebraska que llegó a grabar con la E Street Band al completo pero que al final rechazó y decidió publicar el disco con la maqueta original en la que solo estaba su voz y su guitarra. Tras las versiones ampliadas de Darkness On The Edge Of Town y The River es más que probable que algún día Springsteen decida rescatar esas sesiones y publicarlas, aunque cuesta imaginar canciones tan oscuras como la titular o “Atlantic City” pasadas por el jubiloso espíritu de su banda.

Prince – Dream Factory (1986), Camille (1987), Crystal Ball (1987), Black Album (1988) y Welcome 2 America (2011)

En 1986 Prince estaba en la cima del mundo, su éxito comercial se veía respaldado por un reconocimiento crítico que no se recordaba desde los tiempos de los Beatles. Tras varios discos junto a The Revolution, 1999, Purple Rain y Parade, el artista que debería ser reconocido como el puto amo de los 80 decidió que su banda aportara algo más que sus instrumentos al siguiente disco. Se iba a llamar Dream Factory, e iba a ser un trabajo colaborativo en el que los miembros de la banda iban a aportar sus ideas y canciones al proyecto.

El disco combinaba canciones de Prince en solitario con colaboraciones con Wendy Melvoin y Lisa Coleman, las dos principales fuerzas creativas de The Revolution, también había dos canciones compuestas por el creador de «Purple Rain» y la hermana de Wendy, Sussannah, con quien mantenía una relación. Se trataba de “The Ballad of Dorothy Parker” y “Starfish & Coffee”, el disco se completaba con “Visions”, un instrumental de Coleman, “Dream Factory” (la canción que le daba título), “It’s a Wonderful Day”, “Big Tall Wall”, “Strange Relationship”, “Teacher, Teacher”, “A Place in Heaven” y “Sexual Suicide”.

El disco ya estaba listo para salir, pero Prince se había cansado de The Revolution durante la gira de Parade, así que el cantante despidió a la banda y se olvidó de Dream Factory, volcando sus energías en un excéntrico proyecto en el que utilizaba una voz aguda y funky. La primera canción que grabó fue “Housequake” y Prince decidió ponerse el seudónimo de Camille y grabar un disco entero bajo ese alias. Se reutilizaron un par de temas de Dream Factory, entre ellas la canción titular y se grabaron algunas nuevas como ese trallazo funk llamado “Rebirth Of The Flesh”.

Pero poco antes de que se lanzara el proyecto fue cancelado, había demasiado material y Prince comenzó a coquetear con la idea de lanzar un triple disco llamado Crystal Ball. Para ello combinó varias canciones de Dream Factory con la mayoría del proyecto de Camille y siguió grabando nuevas canciones como “Forever In My Life” o la espectacular balada “Adore”. Nuevamente el disco estaba listo para el lanzamiento, pero la discográfica entró en pánico y convencieron al artista para que no se suicidara comercialmente y sacara un disco doble. Fue así como llegamos al que posiblemente sea la cima del artista y el mejor disco de los años 80, Sign ‘O’ The Times.  En la espectacular reedición Deluxe que apareció el año pasado se pueden rastrear casi todos los temas de los diversos proyectos.

Lo curioso es que nada más editarse Sign ‘O’ The Times Prince volvió a las andadas y grabó un notable disco llamado Black Album, por su portada completamente negra, aunque también fue conocido como The Funk Bible, por su contenido sonoro. Era el disco más funk hasta la fecha de Prince y suponía una respuesta (un tortazo en toda la cara, más bien) para todos aquellos que le habían acusado de volverse demasiado pop, demasiado blanco. Pero cuando ya estaba a punto de salir, con varios centenares de copias promocionales circulando por ahí, Prince se echó para atrás y decidió que el disco era malvado y no podía ver la luz del día. Al poco grabó otro disco, titulado Lovesexy y el Black Album se convirtió en uno de los tesoros más buscados por los coleccionistas, siendo una especie de Smile de los 80, recuerdo dejarme cinco mil pesetas de la época, junto a mi hermano mayor, para hacernos con una copia del mismo en vinilo. Y es que el disco se vendió, y mucho, Bono y The Edge lo llegaron a nombrar como uno de sus discos favoritos del año en la Rolling Stone, no en vano el propio Prince metió un pequeño mensaje en el vídeo de “Alphabet Street”, «no compréis el Black Album, lo siento», aun así, viendo que la gente tampoco hacía mucho caso decidió editarlo finalmente el 22 de noviembre de 1994.

Fue una pena que no viera la luz en su momento, ya que la aparición de Lovesexy, un buen disco en sí, supuso la primera prueba de que el reinado de Prince como «puto amo de los 80» estaba llegando a su fin. El caso es que combinando canciones de ambos discos Prince podría haber conseguido un disco a la altura de Sign ‘O’ The Times, yo me lo imagino así, “Le Grind” abriendo por todo lo alto, “Alphabet Street” dejándote sin aliento, “Cindy C” en tercer lugar, creando el inicio de disco más funky de la historia, por encima del Mothership Connection de Parliament, luego la imparable “Eye Know”, el tono se oscurecería con el electro funk rap de “Bob George”, le seguiría la inclasificable “superfunkycalifragisexy” y cerraría la primera cara, a la que denominaré con uno de los posibles títulos para el Black Album, The Funk Bible, con “Lovesexy”. La segunda cara, más heterogénea, dejaría también paso a baladas como “When 2 R in Love” (la única canción del Black Album que terminó en Lovesexy), “I Wish You Heaven” y “Anna Stesia”, la gema pop “Glam Slam” y se cerraría, por todo lo alto, con un guiño a la primera cara con la tremenda “Rock In A Funky Place”.

Aunque de menos interés, sobre todo teniendo en cuenta todo el material que tiene archivado de su etapa gloriosa, entre 1980 y 1988 (aunque están saliendo a la luz con las magníficas versiones extendidas de 1999 y Sign ‘O’ The Times), tampoco se puede olvidar la aparición de Welcome 2 America en este mismo año, un disco que el genio de Mineápolis grabó en 2010 pero que fue archivado antes de sacarlo. No es un Prince de primera categoría pero tiene un nivel bastante alto para la época en la que fue editado. Es un disco en el que se puede ver que el autor de Purple Rain recibió influencia de algunos de sus discípulos más reconocidos, como los líderes del movimiento neo soul, Erykah Badu y D’Angelo, aunque el mejor momento llega con el reciclaje de una parte de “Cream” para crear “Hot Summer”.

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