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«Crimen a contrarreloj» y el top 10 en viajes temporales

En Cine y Series 13 febrero, 2020

Javi Cózar

Javi Cózar

PERFIL

El estreno de Crimen a contrarreloj trae de nuevo a las salas de cine uno de los temas favoritos del cine fantástico: los viajes en el tiempo. En este caso, el director Jacob Estes, opta por una variedad moderna al ofrecer, más que el clásico viaje hacia delante o hacia atrás en una línea temporal continua, un cruce entre dos tiempos distintos con un pasillo de comunicación entre ambos (una línea de móvil, para ser exactos) por el que los personajes pueden hablar, aunque estén en momentos distintos. Es una opción que el cine ha empezado a visitar con mayor asiduidad en los últimos años y que, en perfecta armonía con los tiempos tan complicados que vivimos, introduce no solo la variable temporal sino también la espacial para tejer un relato.

Si leyendo esta introducción te has rascado la cabeza pensando ¿de qué me suena esto?, sí, te suena de algo. Exactamente te suena de una extraordinaria película estrenada en el año 2000 y que se llama Frequency. Allí, el personaje interpretado por Jim Caviezel conseguía contactar con su padre muerto, encarnado por Dennis Quaid, a través de una emisora de radioaficionado. Mucha originalidad, por lo tanto, no se le puede adjudicar a Crimen a contrarreloj. El saqueo está realizado con bastante poca vergüenza, limitándose tan solo a cambiar la emisora por el móvil, a teñir de color negro a los protagonistas, y a cambiar el sexo y la edad de estos. Una mera fotocopia, pues, en la que brilla con luz propia la partitura de Ethan Gold, en ocasiones cercana a la épica de Hans Zimmer, y que sin duda la película no se merece.

Si de algo sirve el visionado de Crimen a contrarreloj, eso sí, es para repasar mentalmente algunas de esas películas que en su día sí que aportaron su granito de arena para cimentar el subgénero de los viajes en el tiempo. Al menos, en eso estuve yo entretenido buena parte del metraje, y gracias a ese tiempo tan productivo puedo completar esta breve nota sobre la película con algo que me parece bastante más interesante: una lista de algunas de las mejores películas sobre viajes en el tiempo. Por supuesto, ya sabéis el mantra principal de las listas: en ellas hay muchas menos de las que merecerían estar. Sí, es cierto, pero por más que quisiera no puedo entregar un texto de 30 hojas porque mi editora me mataría (y me las recortaría muy sabiamente a 3, como es lógico), así que, como me dijo alguien una vez en el departamento de prensa del Festival de Sitges, en esta vida se ha de escoger. Y yo lo he hecho. De peor a mejor, estas son mis diez alteraciones espaciotemporales favoritas.

  1. Feliz día de tu muerte (2017, Christopher Landon).

Qué bien me viene esta película para distinguir entre un saqueo estéril como el de Crimen a contrarreloj y uno productivo. Porque el expolio está, y la película afectada es obviamente Atrapado en el tiempo, de la que Landon copia integralmente todo el desarrollo narrativo. Sin embargo, lo usa como punto de partida para construir algo completamente distinto, un híbrido formidable entre slasher y scifi capaz de trascender su condición de clon y de marcar un pequeño hito: la invención del slasher temporal en el que la protagonista es asesinada en un bucle temporal una y otra y otra y otra vez. Amigos: esto es innovar, la próxima vez que os lo pregunten recordad esta película.

  1. Atrapado en tiempo (1993, Harold Ramis).

Hablando del rey de Roma, imposible que en una lista sobre viajes en el tiempo (al menos una con buen gusto) no aparezca en algún sitio la madre de todas las comedias sobre la materia. Porque comedias con viajes temporales las hay a patadas, se hicieron antes y se hicieron después con resultados dispares. Pero nunca, ninguna, ni antes ni después, alcanzó las cotas de hilaridad, de ingenio, de locura, que consiguió Atrapado en el tiempo. Principalmente porque ninguna tenía dentro a un desatado Bill Murray construyendo el personaje por el que eternamente le tenemos que estar agradecidos, el del meteorólogo Phil Connors que cada día a las 6 se levanta en el mismo día una y otra vez. Ya no se fabrican comedias con este nivelazo de guion. I Got You Babe

  1. Retroactive (1997, Louis Morneau).

Excelente thriller que no llegó a estrenarse en salas en España y que cuestiona la utilidad de volver atrás en el tiempo para arreglar un desaguisado: cada vez que la protagonista da el salto hacia atrás el destino hace que el estropicio sea mayor (y más sangriento). Película cargada de ironía y de una violencia seca y contundente que exploraba con buenas intenciones los márgenes de la temática que nos ocupa y que, sin duda, mereció mucha mejor suerte comercial.

  1. Seguridad no garantizada (2012, Colin Trevorrow).

La aproximación del cine indie a los viajes temporales no podía haber acabado mejor. Sin traicionar su espíritu independiente, la película no es en realidad sobre viajes en el tiempo (de hecho, no hay ninguno… ¿o sí?), sino que es una emocionante reflexión que bien podría titularse Do You Believe? porque lo que hace es cuestionar los límites entre realidad y fantasía. Alejado pues de visiones más aparatosas, sin recurrir a efectos especiales y sin nada que ofrecer al espectador de blockbusters, Colin Trevorrow dispone la narración de tal manera que acaba convirtiéndose en un hermoso alegato en favor del poder de la imaginación. Imaginación que, a todo esto, brilla por su ausencia en todo lo que el director ha hecho después para los grandes estudios excepto en esto.

  1. Los pasajeros del tiempo (1979, Nicholas Meyer).

La primera gran obra maestra que supo capitalizar la temática temporal con un guion que iba más allá del mero concepto para entrar de lleno en el terreno del thriller. El argumento habla por sí mismo: en 1893, el escritor H.G. Wells se ve obligado a usar la máquina del tiempo que ha inventado para perseguir hasta 1979 a alguien muy famoso que la ha utilizado para escapar de la policía, ni más ni menos que el mismísimo Jack el Destripador.

Por un lado, Los pasajeros del tiempo constituye un sentido homenaje hacia la figura de Wells, incluyendo detalles tanto de su prolífica obra literaria (hermosa la idea de otorgar a Wells la invención de “la máquina del tiempo”, cuyo nombre acuñó el escritor en su famosa novela homónima) como de la personal (el personaje de Amy, que conoce en 1979, tiene el mismo nombre que su segunda esposa). Y, por otra parte, la película es un extraordinario thriller que explota la cuestión temporal con ingenio y que ofrece unas inolvidables interpretaciones tanto de Malcolm McDowell (Wells), como sobre todo de David Warner, un actor de calidad infinita siempre imposible de cuantificar y que aquí compone seguramente el mejor Jack el Destripador de la historia.

  1. Terminator/Terminator 2: El juicio final (1984/1991, James Cameron).

Clásicos indiscutibles en la representación del viaje temporal, ambos lo utilizan meramente como excusa para desarrollar dos electrizantes películas de acción, siendo la segunda una especie de versión corregida y aumentada (muy, muy aumentada) de la primera. Personalmente me resulta imposible escoger una, siendo al mismo tiempo tan parecidas (argumentos similares, repetición de actores protagonistas) pero al mismo tiempo tan distintas (la primera más orientada hacia el cine de terror, la segunda explosivamente inclinada hacia la acción más descontrolada). En cualquier caso, dos obras imprescindibles para entender sus respectivas épocas: la primera marcando el paso del cine fantástico de los 80, a tenor de las numerosas imitaciones que vinieron después; la segunda, señalando el futuro del cine fantástico con esos efectos especiales digitales absolutamente imposibles de imaginar en la época.

  1. Predestination (2014, The Spierig Brothers).

Otra película imprescindible que, incomprensiblemente, no conoció estreno comercial en salas en España (de esto de la distribución en nuestro país algún día habrá que hablar seriamente, ¿no?). Bajo su apariencia de película de misterio, Predestination se revela como una endiablada criatura capaz de retorcer los conceptos de espacio y de tiempo para desembocar en uno de los finales más tristes, más bellos, y más complejos que jamás ha dado el cine. Brillante desde cualquier punto de vista.

  1. Die Tür – The Door (2009, Anno Saul)

Cuando parecía que poco más se podía añadir en lo referente a viajes en el tiempo, aparece esta humilde película alemana y dinamita con su mera existencia buena parte de lo que el cine había dicho al respecto hasta entonces. Película capital para entender netamente las potenciales consecuencias de un viaje temporal, The Door se adentra sin miedo en los aspectos más siniestros de un viaje hacia atrás en el tiempo para proponer una sorprendente parábola sobre los deseos, las ambiciones y, en última instancia, sobre el valor de la familia y de las relaciones. Tiene además a uno de los mejores actores de la Historia, Mads Mikkelsen, y es capaz de helar la sangre con escenas que superan cualquier incursión cinematográfica previa en la temática, como aquella en la que el protagonista se asesina a sí mismo en el pasado. De visión obligada para cualquier aficionado a los viajes temporales, aunque me temo que localizarla hoy en día es una tarea bastante complicada.

  1. Coherence (2013, James Ward Byrkit).

En lo que se refiere a explorar las posibilidades de una paradoja temporal, pocas películas, o directamente ninguna, va a ser capaz de ofrecer el espectáculo de Coherence. Película de considerable complejidad conceptual, de esas que obliga al espectador a reevaluar constantemente lo que ha visto hace tan solo dos minutos, su apacible primera media hora (una cena entre amigos) da paso a una de las pesadillas espaciotemporales más sobresalientes jamás filmada. Como si de una colección de muñecas rusas se tratara, cada escena despliega sobre la anterior un nuevo desafío que cuestiona los límites tanto del tiempo como del espacio. Sorprendente tanto por su dominio científico (parece por momentos una película para nerds) como por su propia gestación, ya que la película se rodó prácticamente en un único escenario, por un grupo de amigos y casi en plan de cine de guerrilla. En cualquier caso, una obra maestra que con cada visionado enriquece sus infinitos significados. Literal, por cierto, lo de infinitos.

  1. Regreso al futuro (1985, Robert Zemeckis).

Quizás no sea la mejor de estas 10 en términos absolutos. Quizás sí. Pero durante muchos años, décadas de hecho, fue la película a batir en cuanto a exploración de las posibilidades que ofrece el concepto de viajes en el tiempo, y no ha sido hasta la llegada del siglo XXI y de películas como Coherence o The Door que el cine ha conseguido por fin no superar, porque eso es imposible, pero por lo menos sí proponer ideas que puedan rivalizar con las de la cinta de Zemeckis en cuanto a originalidad, madurez y resolución.

Ideas extraordinarias, es cierto. Películas brillantes, sin duda. Y sin embargo sigue siendo altamente improbable que pueda llegar a realizarse una película sobre viajes en el tiempo más cool que esta, con mejor sentido del humor, con un guion mejor trazado, con unos actores en mayor estado de gracia. Y, al fin y al cabo, con tanta capacidad para generar tanto personajes icónicos (ahí están Doc Brown, Marty McFly, o Biff Tannen, marcando a fuego a toda una generación), como set pieces antológicas (la secuencia final del reloj de la torre, o el primer viaje temporal en el aparcamiento vacío del centro comercial, por ejemplo).

Admitámoslo y acabemos con esto: una película de viajes en el tiempo dirigida por Robert Zemeckis y producida por Steven Spielberg, ambos en el pico de su creatividad como autores cinematográficos, no hay Dios que la pueda superar. Cada tantos años aparecerán los Nolan que se acercarán, que acariciarán su grandeza. Parecerá que sí, que es posible, que es agua pasada.

Pero basta tropezar con Regreso al futuro en cualquier pase televisivo y ¡bum!, de bruces con la realidad: su sabiduría como artefacto fantástico, perfectamente calibrado entre la ciencia ficción y la comedia nostálgica, es absolutamente imposible de imitar. Es la perfección en estado puro, sin histrionismos, con una naturalidad pasmosa, una película nacida para perdurar eternamente a la que el concepto de obra maestra se le queda pequeño.

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