Esta ha sido la pregunta a la que han respondido los 112 participantes de los 61 países que han participado en la XVII Bienal de arquitectura de Venecia que abre sus puertas hasta el 21 de noviembre de 2021. La mayor parte de las exhibiciones tienen lugar en el recinto del Arsenale, en los Jardines situados en el extremo este de la isla y en Forte Marghera, aunque también hay actividades culturales paralelas en diferentes puntos de la ciudad. Su comisario, el arquitecto y educador libanés Hashim Sarkis (Beirut, 1964), hablaba en una entrevista sobre el papel tan importante que tienen los arquitectos en el futuro de la sociedad y cómo estos pueden cambiar el mundo. Y todo ello tras una pandemia y confinamiento que han puesto de manifiesto las crecientes desigualdades económicas, la importancia de la familia y de los amigos, las nuevas formas de comunicarnos, así como los primeros efectos que están empezando a padecer las ciudades y su entorno como consecuencia del cambio climático.
Por eso es más que necesario que los arquitectos den respuesta e imaginen espacios en los que podamos vivir juntos a pesar de esa creciente individualidad fruto del aislamiento al que nos hemos visto obligados y de ese cambio tan importante que se ha producido a la hora de relacionarlos los unos con los otros.
Ante estas desigualdades, los nuevos hogares deben buscar espacios de vivienda más plurales, inclusivos, dignos y justos en los que puedan cohabitar las nuevas comunidades emergentes sin perder su identidad espacial. Es necesario pensar en nuevas formas de asociación sin perder de vista a un planeta que se enfrenta a la gran crisis del cambio climático y que requiere de conciencia y una acción global para que podamos continuar viviendo.
Los debates sobre hacia dónde va o hacia a dónde ha de ir la arquitectura en general y la vivienda en particular me han parecido muy interesantes, pues reflejan la manera de vivir y las necesidades que se plantean en las diferentes civilizaciones. La experiencia ha sido estupenda, conocer de primera mano cómo gracias a la arquitectura cada uno de los países participantes aborda el tema del cambio climático, cómo hacer frente y dar respuesta a las necesidades de su sociedad con los medios, los materiales, los recursos que disponen y cómo los adaptan a la morfología y climatología de sus territorios.
En una gran área del planeta, el problema del espacio vital aún debe considerarse en sus componentes tradicionales y elementales (espacios para refugiarse, vivir, garantizar condiciones adecuadas de vivienda, espacios públicos). Otras partes del mundo están pasando por nuevas fases de desarrollo en las que las condiciones para la producción, la organización laboral y los intercambios, la organización de la sociedad, las comunidades y los hogares están cambiando, o ya han cambiado, avanzando hacia nuevas realidades que son diferentes.
Hay proyectos innovadores, otros futuristas que plantean la vida en otro planeta, algunos de los montajes de mayor envergadura promueven la sostenibilidad y aportan soluciones a través de la arquitectura molecular presentando materiales como innovadoras fibras de vidrio y carbono aplicadas a la construcción. Otros tienen enfoques más filosóficos y especulativos, que suponen una vuelta a los orígenes, a una forma de vida más primitiva, otros intentan reproducir el sistema organizativo de la vida animal, como las colmenas de abejas.
Voy a intentar no extenderme demasiado y haré un pequeño resumen de los premiados extendiéndome en aquellos participantes ganadores o no, que más han llamado mi atención. León de Oro a la mejor participación nacional: Los Emiratos Árabes Unidos con su proyecto titulado Humedal comisariado por Wael Al Awar y Kenichi Teramoto en el que se explora la geografía local de los Emiratos Árabes Unidos para encontrar alternativas al cemento, uno de los principales emisores de dióxido de carbono del mundo.
Dos Menciones especiales a la participación nacional: La primera de ellas es para Filipinas, Estructuras de apoyo mutuo. Su pabellón ha sido realizado por la empresa Framework Collaborative y diseñado por los arquitectos Sudarshan Khadka, Jr. y Alexander Eriksson Furunes y que responde a la pregunta de la Bienal sobre cómo vivimos juntos planteando otra cuestión ¿cómo construimos juntos?
El pabellón ofrece a los visitantes la oportunidad de conocer El Bayanihan, un valor cultural filipino que inspira a las personas a unirse para ayudar a los necesitados, sin esperar nada a cambio. Los bayanihans se utilizaron tradicionalmente para trasladar una casa de un pueblo a otro y su pabellón intenta mostrar cómo el apoyo mutuo es un mecanismo de auto organización y colaboración que realizan las comunidades para apoyarse en períodos de adversidad o crisis, como el cambio de estaciones, los desastres naturales y los conflictos armados. Cuando se requiere apoyo mutuo, las personas se unen para un trabajo colectivo para lograr un objetivo común. Es un proceso que construye relaciones sociales, reciprocidad y cohesión comunitaria.
La segunda mención es para Rusia, Open! Si bien su propuesta, en mi opinión, no es de las más interesantes, ya que aborda el tema de cómo las instituciones culturales pueden reorganizarse y renovarse para acoger nuevas perspectivas y formas de pensamiento. La rehabilitación de su pabellón permanente construido en 1914 es exquisita. El proyecto original es obra del arquitecto Alexey Shchusev y su rehabilitación ha sido realizada por el estudio de arquitectura ruso-japonés KASA, fundado por Alexandra Kovaleva y Kei Sato.
Con una gran sensibilidad, la rehabilitación realizada por estos arquitectos ha sabido combinar conservación y regeneración, manteniendo el espíritu original del edificio pero adaptándolo a las nuevas necesidades para mejorar sus condiciones de accesibilidad y circulación. En su interior se ha instalado un ascensor y remodelado las escaleras instalando unas de acero galvanizado y trámex. Se han reabierto algunas puertas y remodelado algunas expositivas estableciendo nuevos caminos de circulación, al tiempo que posibilitan la instalación de exposiciones de gran escala.
La fachada ha recuperado su color verde original, en sintonía con los árboles y la vegetación del entorno, ya que tras la Segunda Guerra Mundial estaba pintada en color ocre.
Continuamos con el resto de los premiados: León de oro al mejor participante en la exposición internacional para Raumlaborberlin (Berlín, Alemania), León de plata por su participación en la exposición internacional para Amsterdam, Países bajos y Nueva York, EE.UU y una mención especial para Lluvia de obsidianaes del Estudio Cave_Bureau fundado en 2014 por Kabage Karanja (riba) y Stella Mutegi. (maaka) en Nairobi, Kenia.
Este último, es de los que más me ha gustado por el documental que se proyecta en el mismo, y en el que Karanja y Mutegi relatan los numerosos estudios de investigación que han realizado sobre las cuevas como estructuras y espacios geológicos arraigadas en la vida de sus antepasados y que durante miles de años han influido en la forma en la que los africanos perciben y definen el mundo que los rodea.
Su instalación muestra una sección transversal de la Cueva de Mbai en Kenia, que fue habitada a mediados del siglo XX por luchadores por la libertad, anticolonialistas que la utilizaron como cámara comunal para planificar su resistencia. Está compuesta por una colección de piedras de obsidiana colgadas de techo con cuerda de sisal. Las características arquitectónicas de estas cuevas, la relación entre el espacio interior y el exterior, la luz, el aislamiento (temperatura), el ruido (ecos), forman parte intrínseca de su pasado, presente y futuro. Si observamos la ciudad africana poscolonial, podemos comprobar que esas “cuevas” hechas por hombres y mujeres se han trasladado a las actuales ciudades formando una red rural y urbana con diversos grados de complejidad.
El trabajo de estos arquitectos africanos se centra en el contexto antropológico y geológico de la ciudad africana. Sus propuestas intentan desarrollar sistemas y estructuras que mejoren la condición humana, sin impactar negativamente el entorno natural y el tejido social de sus comunidades.
Ellos clasifican sus proyectos en tres categorías, Origin, Void y Made. Origin es el paradigma rural donde muchas personas continúan migrando hacia la ciudad. Mientras que el Void es el corazón informal de la ciudad que generalmente funciona de manera autónoma fuera del control municipal, y donde la mayoría de la gente de origen emigra para vivir en barrios marginales y barrios relativamente descuidados. El Made es un antiguo coto de los colonos coloniales, que después de la independencia ha sido ocupado por la clase media subdesarrollada.
Sin embargo, a pesar de ser uno de los continentes más ricos en materias primas, con un paisaje y una naturaleza de gran belleza, Nairobi, al igual que ocurre en otros países africanos, es un territorio complejo, contradictorio que opera en un estado de disfunción, donde la desigualdad y la mala planificación y gestión de los recursos podemos verla diariamente en los medios de comunicación.
El trabajo de este estudio de arquitectura se centra en decodificar estos territorios como un medio para redefinir la nueva ciudad africana descolonizada. Destacando en ellos la importancia del medio ambiente, la sostenibilidad y el cambio climático como forma de asegurar y garantizar una forma de vida justa y saludable. Absolutamente demoledora la parte de su documental dedicada a Dandora, el principal vertedero de Nairobi (Kenia), una gigantesca montaña de basura donde cientos de habitantes de barrios marginales hurgan en un ambiente peligroso para tratar de sobrevivir ganando una media de 2 a 4 euros por día que contrasta con la cada vez más extinta belleza del río Nairobi.
A continuación, aquellas propuestas que sin ser premiadas me gustaron especialmente.
Dinamarca, Con-nect-ed-ness, en torno al uso del agua.
Un espacio diseñado para enfatizar la importancia de este elemento en nuestras vidas. Los visitantes éramos testigos del viaje del agua desde unos tanques externos, por un circuito de tubos instalado por todo el edificio que la transportaba por todas las habitaciones para potabilizarla y regaba a su vez una serie de plantas aromáticas dispuestas en unos maceteros de madera que delimitaban parte del perímetro del pabellón, hasta llegar a la última sala del pabellón, donde había una plataforma flotante construida con material reciclado, en la que podías sentarte a tomar una taza del té. Un pabellón sencillo, realizado con simples y desnudas estructuras diseñadas por Lundgaard & Tranberg que ponían de manifiesto que la arquitectura siempre trabaja en relación con la naturaleza.
Países Nórdicos (Suecia, Finlandia y Noruega), Lo que compartimos.
Los arquitectos noruegos Helen & Hard han transformado su pabellón en un proyecto de co-vivienda en el que los residentes disponen y viven en apartamentos relativamente pequeños, pero muy equipados, mientras que disponen de múltiples instalaciones y amplios espacios compartidos. Su propuesta está basada en un modelo nórdico desarrollado en la década de 1970, que combinaba la ocupación de propietarios y unidades individuales con instalaciones compartidas y participación comunitaria en espacios comunes y áreas compartidas semiprivadas.
Finlandia, New Standards.
Su pabellón, un sencillo módulo prefabricado de color azul por el exterior y blanco en su interior, de dimensiones similares a las de un contenedor marítimo, que traza la historia y el legado de Puutalo Oy (Timber Houses Ltd.), una empresa industrial finlandesa fundada en 1940 creada para alojar a los refugiados de guerra y que rápidamente se convirtió en un exportador mundial de casas de madera prefabricadas. Puutalo produjo casi unas 120.000 casas, de 1940 a 1955 la mayoría de las cuales fueron diseñadas por algunos de los arquitectos finlandeses más importantes de mediados de siglo, como Alvar Aalto y que a día de hoy se siguen utilizando debido a su diseño atemporal y su perfecto estado de conservación.
Argentina, La casa infinita.
Obra del argentino Gerardo Caballero, quien se ha inspirado en las casas tradicionales argentinas para abordar la cuestión de la vivienda colectiva traspasando los límites de lo doméstico y enfatizando la importancia de lo colectivo frente a lo individual. El pabellón nos muestra una casa que se extiende más allá de su propio espacio vital. Estás dentro de La casa infinita. Es tan grande que no puedes irte. Es abierta y amplia, sencilla y discreta. Puedes recorrerla a pie, en bicicleta, en coche, en tren, en autobús o incluso en avión. Hay jardines, montañas y prados. Hay pequeñas habitaciones, camas y mesas. Cada espacio está conectado. Cada visitante experimenta tantas casas como caminos recorre con la idea de que no se acaba nunca. Dar la vuelta a la casa se convierte en un viaje único en la vida.
Corea del Sur, Future School.
El Pabellón de Corea fue construido en 1994-1995 y emula el estilo de una casa tradicional coreana diseñado por los arquitectos Seok Chul Kim y Franco Mancuso. Está compuesto por una modesta cocina abierta, donde los visitantes pueden tomar agua y té, un salón circular como espacio de convivencia e intercambio, de descanso y contemplación y una sala de retiro construida completamente en hanji, un papel coreano tradicional hecho a mano.
La única parte permanente de la estructura es un bloque de ladrillo preexistente. El resto del edificio es, aparentemente, temporal y construido alrededor de los árboles. Un volumen transparente, con paredes de vidrio y curvas inesperadas, inundado de luz solar cuya arquitectura alberga un nuevo tipo de escuela. En su interior, una enorme alfombra de césped circular del arquitecto paisajista Ah-Yeon Kim preside el espacio central de reunión comunal, un símbolo de la tradición coreana basada en el acto de escuchar e intercambiar ideas y perspectivas, ya sea en forma de narraciones, debates o interacciones al estilo maestro-alumno.
Una gran experiencia que me ha permitido tener más conciencia sobre los nuevos retos que se nos plantean no sólo los arquitectos sino también todas las profesiones: médicos, ingenieros, políticos… Tenemos que estar ahí, atentos a esas necesidades nuevas, también modas nuevas y nuevas maneras de vivir de entender las relaciones personales, los espacios privados, los de ocio, los comunes, los espacios de trabajo, la relación con la naturaleza, con los espacios libres… para aportar lo mejor de nosotros mismos y estar a la altura de las necesidades. Debemos ser capaces de resolver y dar soluciones a ese futuro incierto que se nos presenta, no exento de desastres naturales como consecuencia del cambio climático, que nos harán replantearnos nuestra forma de vida, un mejor uso del entorno y sus recursos y, que fomentará la convivencia entre las diferentes comunidades, el apoyo y la solidaridad entre las personas…
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