¿Os acordáis del belly art? Pues preparaos para abrazar una tendencia igual de desconcertante a la que se están apuntando embarazadas de medio mundo: hacerse un molde del vientre.
Yo no lo he probado -me dijo mi fuente- pero me consta que hay gente que lo hace. Cuando una historia empieza así, la cosa promete y mis tímpanos se disponen a atesorar información, datos y detalles.
Hay una especie de moda -prosiguió mi interlocutora- que consiste en hacerte un molde de escayola de la barriga mientras estás embarazada y, luego, lo pintas y lo cuelgas en la pared o lo colocas en medio del salón, a modo de escultura.
Atónito como me quedé, quise profundizar en la materia y como para llegar a la Biblioteca de Alejandría tengo que hacer transbordo y es un agobio ahora coger el metro con el calor que hace, pues consulté en Google, que para el caso -y la procrastinación en horas laborales- va igual de bien.
Resulta que la red está plagada de empresas que venden kits para el asunto y en YouTube proliferan los tutoriales en los que una aguerrida muchacha encinta te muestra el paso a paso casero del proceso.
En mi opinión, sacarse un molde de una parte del cuerpo no es tan raro… La industria de los dildos lleva la tira haciéndolo con los miembros de los miembros de su star-system -y, oye, con unos acabados skin-effect de un realismo abrumador-. Además, para que no me llaméis guarro, citaré dos ejemplos de atávicas clonaciones anatómicas en materiales variados: los exvotos de cera que pueblan algunas iglesias y las máscaras mortuorias. ¡Chas! ¡Triplete de referencias!
Lo extraño, insisto, es cosificar hasta el paroxismo el vientre de la futura madre, convertirlo en una especie de jamón cocido de yeso, pintarrajearlo y exhibirlo… ¿Con qué finalidad? ¿Recordarle a tu prole que abultó lo que un melón en tu útero? Permitidme, aficionadas a esta pseudoalfarería, que siga considerando sólo razonable que conservéis alguna ecografía y un puñado de fotos lindas que recuerden la dulce espera. Sobre todo lo demás, por favor, pedid consejo en Bétera.
Yo, puesto a reproducir parte de mí en escayola, optaría por un busto para adornar rotondas, por un muñeco de cera del museo de Benidorm o por uno de estos kits, que me vendría muy bien para alentar mi relación a distancia.
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