Aunque Ana Belén se empeñara en que fuera blanca y estuviera cargada de esperanza, las camisas de muchos se tiñen estos días de rojo y de amarillo. Mejor dicho, las capas: las banderas, colgando desde los hombros, son el must de la temporada.
Rojigualdas o cuatribarradas, qué más da, combinan genial con un cierto inmovilismo y son fiel reflejo de la personalidad de quien las porta. No en vano, la moda, como vehículo de comunicación excepcional que es, revela quiénes somos, qué representamos o lo que aspiramos a ser. Algo de tela a colorines y, sin mediar palabra, uno se convierte en sosias inequívoco de Bertín Osborne o de Lluís Llach.
El rojo y el amarillo, mejor formando franjas, se imponen en los looks de este otoño. El 12 de octubre, para el desfile de las Fuerzas Armadas, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, ha escogido un clutch bicolor para rematar su calvinkleinesco conjunto azul. Desde la tribuna, Elena de Borbón, como emergida de una manifestación provida, ha portado bandera al cuello, gafas de sol al tono y pulseritas suficientes para inmovilizarse la muñeca.
¿Contempla la Constitución que la bandera se adorne con tus iniciales bordadas?
Algunas firmas de moda han detectado la tendencia y se han puesto tendenciosas estos días. Por ejemplo, Piel de Toro, una marca sevillana cuyas colecciones valdrían como uniforme del equipo olímpico de hípica, ha empapelado Barcelona con carteles con la cara de José Manuel Soto. Apártense, influencers digitales, que llegan los tonadilleros a ocupar su lugar como prescriptores de lo que se lleva. Haciendo amigos, Amichi ha lanzado una campaña -con anuncios en prensa y web incluida- para agradecer su labor a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado el 1-o. Entiendo que aspiran a convertirse en la marca favorita de policías y guardias civiles cuando visten de paisano. ¿Pero acaso no hay marcas indepes? I tant! Mi favorita, sin duda, la desaparecida VamCats, que producía sneakers con esteladas, perfectas darle una patada a alguna que otra ley propia o ajena. Gabriel Rufián, eso sí, sigue vistiendo Zara.
Señoras y señores que se envuelven en banderas, hagan el favor de coser estos sietes ideológicos y diseñen un patrón que nos siente bien a todos. No es momento de promociones agresivas. Ofrézcannos un nuevo producto; si lo compramos, conservaremos el tique, no lo duden. Si no nos satisface, están a nuestro alcance las hojas de reclamación. Se llaman votos.
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