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Aquellos dulces años #2 Infancia, divino tesoro

En La porte en arrière, Lifestyle miércoles, 15 de junio de 2016

Fernando Ruiz Goseascoechea

Fernando Ruiz Goseascoechea

PERFIL

Las golosinas, desde las barritas de regaliz a la curiosa historia de los chicles o el clásico avituallamiento en la farmacia, forman parte inseparable de nuestra infancia.

Tuve mi primer encuentro en la tercera fase con las golosinas a eso de los 9 años con el regaliz, un dulce que, en manos de un docente que conocí, era un arma peligrosa. Tenía un profesor que, al acabar la clase, premiaba a los alumnos que mejor se habían portado ese día con una barrita de regaliz Zara. Me empeñé mucho y finalmente un día me llegó el premio, y saboreé con los ojos cerrados aquella perfumada barrita negra, que el maestro extraía cada día, solemnemente, de una caja verde. No sé bien cómo explicarlo, pero chupando la barrita de regaliz yo veía la vida y el futuro desde la perspectiva de un triunfador, con optimismo y alegría. Por razones que no vienen al caso, no detallaré las causas por las que solo me dieron regaliz en dos ocasiones aquel curso.

La historia del icónico regaliz Zara comienza en 1924, cuando la empresa francesa de regaliz Carenou & Tur se instala en Zaragoza, ya que en Aragón se encuentra desde hace mucho tiempo la mejor materia prima para la elaboración del regaliz. En 1960, la empresa quebró, pero un empleado de la fábrica, Manuel Esteban González, compró la marca que comercializaba y continuó con la actividad de la empresa con el nombre de Fire S.L. Hoy la empresa está en manos de sus dos hijos.

Regaliz Zara

Regaliz Zara

En el colegio, el consumo de chucherías era alto y el índice de adicción llegó a un punto preocupante. La dirección controlaba a duras penas la entrada de material en el recinto escolar y nunca pudieron hacer nada contra el centro de distribución que un día se plantó en la esquina de enfrente. Se trataba de un señor con un carrito en el que exponía caramelos, chicles y regalices. También vendía pipas, almendras garrapiñadas y cigarrillos sueltos. Los niños íbamos pasando por toda la gama de género del gerente del carrito, que sabía ofrecer sus productos de manera segmentada, según la actitud y estatura del cliente. Así que empecé comprándole caramelos Pictolín y acabé, años después, adquiriendo cigarrillos sueltos, primero de matalauva (unas hierbas de una especie de anís neutro que liaba como cigarrillos el mismo vendedor y que tenían un sabor insoportable), luego Celtas y más tarde los más refinados Rumbo y Santillana.

El nombre de caramelo procede del descubrimiento de la caña de azúcar, en latín canna melis. Los primeros caramelos solían ser coberturas de azúcar caramelizada rellena de chocolate o frutos secos. Luego se le añadieron aromas de fresa, violeta o almizcle y se les dio diversos colores, para que llamasen la atención. En 1850, Estados Unidos comenzó la producción industrial de caramelos, pero en España, no se aplicó hasta 1930.

Con los años, pasamos de la economía informal a la tienda de barrio y a las Granjas La Catalana, gran invento barcelonés, ahora prácticamente desaparecido. Nosotros también nos fuimos profesionalizando y distinguíamos bien entre el material de consumo en el colegio y el que utilizábamos los fines de semana. El cole era el hábitat natural de material discreto, silencioso y larga duración. Estamos hablando, fundamentalmente, de pastillas de chupar, regaliz, chicle y caramelos blandos. Ya nos arriesgábamos bastante fumando a escondidas a la hora del recreo…

Un lugar de aprovisionamiento frecuente también eran las farmacias. Ahí conseguíamos grageas mentoladas y balsámicas para afecciones de garganta. También comprábamos pastillas de clorato de potasio para confeccionar pólvora para petardos, pero esa es otra historia.

Farmacia Juanola, en el barrio de Gràcia. Barcelona 1898.

Farmacia Juanola, en el barrio de Gràcia. Barcelona 1898.

Caramelos históricos en mi colegio fueron las siguientes grageas medicinales o seudo medicinales, que tomábamos cuando nos picaba la garganta y también cuando no nos picaba:

#Vicks, creadas por el farmacéutico Lunsford Richardson, el inventor del famoso Vicks VapoRub, en Greensboro, Carolina del Norte, EEUU. La empresa desembarca en España en 1955 con el famoso ungüento y sus inhaladores nasales, de grata memoria. En 1985, Procter & Gamble adquiere la empresa.

#Valda, inventadas por el farmacéutico francés Henri-Edmond Canonne en 1904. En realidad fueron unas auténticas pre gominolas, rebozadas en azúcar. Se secaban y endurecían con el tiempo y si tomabas varias lograbas un avanzado efecto laxante. Hoy se comercializan sin azúcar y en varios sabores.

Pastillas Valda

Pastillas Valda

#Dr. Andreu, inventadas en Barcelona por Salvador Andreu, la persona que abrió en España la primera farmacia moderna, en 1866. Luego la farmacia se convirtió en laboratorio y empezó a comercializar estas pastillas para el asma y la tos. De uso reducido en mi entorno escolar.

#Juanola, las preferidas por su especial sabor a regaliz, su diminuto tamaño y forma rómbica, cortadas a mano. Inventadas por el farmacéutico barcelonés Manuel Juanola Reixach, en 1906, se podían saborear de una en una, aunque a algunos usuarios avanzados preferíamos meternos un puñadito en la boca a ver qué pasaba. Más adelante, experimentamos conjugando un chicle de fresa con varias pastillas Juanola. La explosión de sabores en la boca y los estímulos gustativos a lo largo de la lengua eran únicos.

Pastillas Juanola

Pastillas Juanola

El mundo de los chicles era muy amplio aunque, no nos engañemos, siempre mascábamos los mismos. El chicle es un producto de alta fidelidad. El gran chicle de mi infancia fue Bazoka, con una o, y más tarde Bazooka. Esta goma de mascar fue única en su tiempo debido a su tamaño, se podía dividir en porciones, el sabor era duradero y se lograba, con un poquito de veteranía, no solamente hacer globos, sino sostener estos con los dedos.

Chicle Bazoka

Chicle Bazoka

A finales de los años 50, se estableció en Esplugues de Llobregat (Barcelona) Topps Tardá Iberica SA, concesionaria de la estadounidense Topps, Chewing Gum, Inc., empresa que lanzó los chicles Bazoka. Más tarde apareció el Bazooka (con dos oo) con las historietas de Bazooka Joe. Este chicle en los años 70 se vendió mucho y era importado directamente del fabricante Topps por la empresa española de patatas RISI.

La historia del chicle —como lo conocemos hoy— empieza en 1860 con el ex presidente de México Antonio López de Santa Anna, quien cuando cesó se fue a vivir un tiempo a Estados Unidos. Ahí conoció al inventor Thomas Adams, con quien montó un negocio con la resina de la savia del árbol chicozapote, algo que ya habían hecho los mayas dos mil años antes para limpiarse los dientes.

Adams le agregó parafina y saborizantes a la resina y creó una golosina masticable. Los primeros chicles se vendieron en cajas de colores, con el nombre de Chiclets Adams. Años después, Walter Diemer creó un chicle con el que se podía hacer globos. Este chicle se llamó Double Bubble. En 1998, Concord Confections adquirió la empresa de Diemer y junto con ella el clásico icono de la cultura pop estadounidense, el famoso logotipo del óvalo coronado.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados americanos llevaron la goma de mascar a Europa y ese fue el comienzo de una gran amistad entre el chicle y los niños. Los chicles más masticados en nuestra infancia eran:

#Cheiw, se vendían por unidades o paquetes de cinco. De la marca Damel, de Elche, empresa que sacó los caramelos Toffe, Dulcigel, Opal, Snipe y los afamados Palotes.

#Adams, venían en pastillas en una cajita con una ventanita transparente por la que se podían ver.

Chiclets Adams

Chiclets Adams

#Dunkin, muy populares, fabricados por Gallina Blanca. Se hicieron famosos gracias a las pequeñas figuritas cromos que regalaban.

#Cosmos, de color negro y sabor a regaliz, elaborados por Chicles Americanos, una empresa de la localidad madrileña de Pinto, al principio en cada chicle iban incluidos unos cromos con temas del espacio y canjeando varios envoltorios en el kiosco, te regalaban el álbum.

#Niña, de color rosa, chicle y envoltorio, fabricados por Fleer Española y llevaba cromos.

#Gold Gum, eran de limón, tenían forma de pepitas de oro del Viejo Oeste. Eran caros y duraron muy poco tiempo en las calles y en las bocas. Actualmente se comercializan en Estados Unidos como Gold Mine.

#Bang Bang, una goma de mascar de alta calidad y con gran capacidad para retener el sabor. Pionera en España en explorar nuevos sabores: pica-pica, chocolate, etc.

#Boomer, otro pionero en sabores: melón, sandía, coca-cola, etc.

#Trex, fue el primer chicle español en no llevar azúcar, por lo que rápidamente evolucionó hacia un producto de consumo adulto. Formaba parte, junto a Boomer, de la empresa Joyco, que estaba ubicada en Alcarrás (Lleida). Joyco fue comprada hace años por el imperio estadounidense Wringley, que fabrica en España marcas como Solano, Skittles, 5, Orbit, Doublemint y Sugus.

Hoy en día, el rey mundial del chicle sin azúcar se llama Trident, una marca procedente de Estados Unidos que en los años 60 lanzó el eslogan: El gran sabor que es bueno para los dientes y ganó la gloria. Actualmente, forma parte de lo que era el grupo Kraft Foods, ahora en manos de Mondelēz International, emporio que gestiona marcas tan conocidas como Oreo, TUC, Nabisco, Belvita, Triscuit, Club Social, Milka, Côte d’Or, Toblerone, Cadbury, Tang o Halls.

Chupa Chups

Chupa Chups

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