Cuando cualquiera de nosotros pueda desarrollar su potencial creativo, independientemente de sus características personales, abriremos la puerta para permitir que salgan las rutinas y los mecanismos diarios que tanto nos limitan.
Durante mucho tiempo se pensó que el componente creativo del ser humano estaba circunscrito a determinados comportamientos personales, y en el mejor de los casos a características de la personalidad. Esto, evidentemente, eliminaba de un plumazo a millones de seres humanos del mundo creativo que no cumplían dichas características personales. Eso de “¡Mamá yo quiero ser artista!” era una de las locuras temporales de los jóvenes de una época que acabaron siendo abogados, ingenieros o médicos, salvo honrosas excepciones que, evidentemente, llegaron a ser artistas.
La creatividad es la capacidad de crear, de producir cosas nuevas, ideas diferentes o resolver problemas de forma original. En su materialización puede adoptar formas artísticas, literarias, científicas, etc., pero también es posible desarrollar esa creatividad en el campo de la vida diaria, mejorando la calidad de la misma. Quizá esto ultimo no deje huella en la historia de la humanidad, pero la esencia es lo que hace que la vida merezca la pena (Csickszentmihalyi, 1996).
Tantos años queriendo ser artista y todo el mundo negando la mayor. “Hijo tu no sirves para eso” “Tu hijo quiere tocar la guitarra…” “Nadie se gana la vida con eso”…resulta que no sólo se oían las palabras, sino que el tono con el que se pronunciaban hacían presagiar el peor de los agüeros. De hecho, todas las investigaciones científicas fomentaban la creencia de que unos tenían el potencial y otros no.
Esto hacía que en tu vida diaria no se te ocurriera pensar jamás que podías ser una persona creativa, cuando eras capaz de vivirla de forma diferente a los demás o resolver problemas dando soluciones alternativas, porque sino eras el rarito de la familia y acababas sometiéndote al peso de la mayoría; puras rutinas que nos obligaban a hacer siempre lo mismo con la consecuencia de hacer muchas vidas aburridas.
Menos mal que hoy vamos entendiendo que la creatividad no depende exclusivamente de los rasgos de la personalidad, sino que es el resultado de una constelación particular de habilidades cognitivas, conocimientos técnicos, características personales, circunstancias sociales y culturales, recursos materiales y hasta de trabajo personal. Y puede ser desarrollada en todos los campos de la vida y por cualquier persona que desee desarrollar su potencial creativo y mejorar la calidad de su vida diaria.
La próxima vez que mi hija me diga que quiere aprender a tocar la guitarra porque siente que es lo que quiere hacer en la vida, puede que entonces, yo también me vaya con ella a aprender a tocarla por el placer de hacerlo para mí.
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