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Cultura

Análisis del neofascismo bajo las claves del «reboot»

En Hermosos y malditas, Cultura 3 diciembre, 2019

Jesús García Cívico

Jesús García Cívico

PERFIL

Todavía hay personas que no distinguen a su alrededor la presencia del neofascismo, creo que eso es porque no han entendido bien la diferencia entre un remake y un reboot.

Trataré de explicar las diferencias entre el viejo y el nuevo fascismo, entre las grandes ideologías asesinas del siglo XX y el fascismo simpático de hoy en día, entre el fascismo chungo y el fascismo «de buenas personas», o parafraseando a Benjamin Constant, entre el fascismo de los antiguos comparado con el de los modernos. Lo haré de acuerdo con la lógica del reboot con especial atención al género narrativo que personalmente me suscita todo esto: la ciencia ficción y el terror.

Aunque tanto el remake como el reboot parten de una historia ya contada, el remake suele ser más fiel al relato del film original, el reboot es más bien una versión propia de una película —como  ya anticiparon  directores muy personales como John Carpenter (La cosa) o David Cronenberg (La mosca)—  o casi siempre de una saga en la que se proponen lecturas o visiones distintas de la original que afectan a aspectos sustanciales (época, personajes, tono, etc.).

neofascismo

El fascismo actual (el más exitoso) podría estrictamente no llamarse fascismo porque las manifestaciones de un fascismo puro o muy explícito son minoritarias y vergonzantes (incluso para los líderes de lo que podríamos llamar neofascismo). El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos acuñó la expresión fascismo societal, para una nueva versión que se distancia del totalitarismo político y que hoy es básicamente social: si hay fascismo ya no se da bajo la forma de remake sino bajo la de reboot.

En el remake hay una manifiesta intención de homenaje y puesta al día que, a menudo, lastra la calidad final del producto, el anclaje con el original es más fuerte que en el reboot, como lo es su voluntad de reverencia. El neofascismo no es un remake del fascismo europeo de los años 30 porque los remakes tienen también algo de innecesario y viejo y como pasó con Psicosis, el filme de Gus Van Sant, son tan predecibles que carecen de interés. Anne Heche y Vince Vaughn fueron muy inferiores a Janet Leigh y Anthony Perkins, de la misma manera, Jair Bolsonaro, Donald Trump, Marine Le Pen, Abascal, Matteo Salvini no parecen auténticos, tienen, como diría Leo Bassi, algo de pijo, ¡no son… del pueblo! no pueden superar, en ínfulas y desorden interno a los originales.

Extrema derecha. Neofascismo

El neofascismo no es un remake del fascismo, nadie debe esperar que hoy se señale abiertamente la supuesta inferioridad de una raza, se diga a las claras que se quiera eliminar a las personas con discapacidad o que se exalte la virilidad como en la Italia del Mussolini-macho-marido o que el machismo se exprese como la encíclica Casti connubii (1931) de Pío IX para remachar la subordinación civil de la mujer. En su lugar, y eso es lo interesante de un reboot, se introducen profundas variaciones epocales, así en lugar de inferioridad racial se señalará la incompatibilidad de una cultura (su falta de integración), se calificarán de «ideológicas» las normas que protegen a personas en posición de desventaja o aquellas que luchan contra viejas formas de discriminación patriarcal-estructural.

Los reboot son una gran ocasión para integrar sensibilidades coyunturales, o logros civilizatorios (aunque en el caso de los partidos neofascistas sea mera cuestión de atrezzo): así cuando Halloween regresó 20 años después introdujo un personaje negro, el rapero L. L. Cool, hoy ya hay toda una serie de actores negros que interpretan personajes originalmente pensados para blancos: Michael B. Jordan: Fantastic Four (2015), Tessa Thompson: Thor: Ragnarok (2017), Zendaya: Spider-Man: Homecoming (2017). El falangismo español contaba con su facción «morena» pero hoy en día la presencia de seguidores de minorías étnicas en los mítines del neofascismo light se explota en una mercadotecnia especial.

Star Wars: Episodio VIII - Los últimos Jedi (Rian Johnson, 2019). Neofascismo

Es cierto que hay un neofascismo más respetuoso del original, pero su aceptación es similar a los de los remakes más insulsos: Vanilla Sky de Cameron Crowe (2001) o Poltergeist de Gil Kenan. Su riesgo es que no aporten nada nuevo, como en Desafío total de Len Wiseman (2012) tan lejos de la mala baba de Verhoeven. Los remakes asumen menos riesgo que el reboot, como en El planeta de los simios de Tim Burton donde se repetía la historia casi secuencia por secuencia, por ello no es raro que los neofascistas también jueguen a repetir una historia y quieran hacer pasar una y otra vez al comunismo resistente y democrático de países como España por el repugnante comunismo stalinista y camboyano.

El profesor de Yale, Jason Stanley publicó How the Fascism Works?, presentado por Blackie Books simplemente como Facha. Stanley analiza algunos de estos mecanismos que emplea el fascismo para hacer pensar a la gente de una determinada manera y así llegar al poder: mixtificación del pasado, golpes de supuesta hombría, victimismo, (ver la La tentación de la inocencia de Pascal Bruckner).

Mérito de Stanley es la propuesta de promoción educativa de los valores democráticos liberales. Un país no es una democracia liberal a menos que tenga un sistema educativo democrático que enfrente abiertamente los aspectos antiliberales (confesionales, fascistas, ultra-nacionalistas, etc.) de su pasado.

"Facha", Jason Stanley. Neofascismo

España está lejos de tener un sistema educativo como este, pero es difícil convencer a aquellos que creen que los blancos son una mayoría oprimida y que los cristianos huyen por el mundo como herejes perseguidos, que los catalanes son un pobre pueblo sometido, que las atrocidades las cometieron los dos bandos (como si no sucediera eso en todas las guerra): el eterno reboot de la equiparación de víctimas y verdugos.

Su expansión revisionista se beneficia del relativismo posmoderno, la tendencia a la equidistancia o las patologías de la facultad de juzgar. Hace tiempo me referí («la cosa del pantano») a esa mala práctica mental que consiste en destacar aspectos positivos de tal o cual dictador. ¿Se imaginan que de un asesino violador se destacara que fue capaz de sacarse una carrera o que les sostenía la puerta a los vecinos?

Los dictadores lo son porque encarcelaron, persiguieron, torturaron, asesinaron o hicieron desaparecer a ciudadanos. Otra premisa muy dañina es sostener la idea de una supuesta simetría parlamentaria: por ejemplo, en España, Podemos no es a la izquierda lo que a la derecha VOX. La extensión de ideas así solo es posible cuando una sociedad baja su capacidad de entender y juzgar. Hoy, el mundo está escorado a la derecha.

Neofascismo

Creo que Stanley no acaba de ver que lo que quiere una parte de los votantes de Trump o de VOX es protestar contra un sistema. Este sector ha sido engañado: los partidos neofascistas no pretenden acabar con la misma parte del sistema que sus votantes, ponen el acento en debates premodernos, erosionar los derechos humanos, negar el cambio climático, opinar sobre si la Tierra es redonda, sobre si cabe la protección específica de la mujer, pero lo que en realidad buscan es dejar intacta la estructura financiera (cuando no fortalecerla), aumentar la brecha, mimar el poder. Las peores medidas de VOX no son las más odiosas (esas no podrán salir adelante), las peores son las que incrementarán la desigualdad y el deterioro del planeta.

En el buen reboot los aspectos más anacrónicos de la moral se suavizan, al igual que en el neofascismo. No se dice abiertamente que la mujer debe obedecer al hombre, pero se ridiculiza a quienes luchan contra el machismo. 1.028 mujeres han sido asesinadas por sus parejas desde 2003 sin contar el número de agresiones no denunciadas ni la situación de inferiorización empresarial, deportiva, simbólica o cultural, pero el nuevo fascismo es más hábil que el anterior en enturbiar la realidad, donde antes había radio y octavillas ahora hay redes sociales, refuerzo de prejuicios y fake news.

El último tango en París (Bernardo Bertolucci, 1973)

El cine actual ha bajado su umbral de madurez, hoy no son pensables éxitos como Alguien voló sobre el nido del cuco o El último tango en París. El neofascismo es juvenil, desprecia la autoridad, las perfomances de sus políticos superan las de los artistas, se aprovecha del descrédito de la verdad, la autoridad de los hechos.

Hace tiempo que bajó la media del coeficiente intelectual y el nuevo fascismo vive de ello, saturados los canales de comunicación por un sinfín de estímulos audiovisuales, deterioradas las facultades de comprensión lectora y sin tiempo para un análisis profundo de la realidad, el votante neofascista utiliza la democracia como un ejercicio de microdespotismo y su voto es un golpe de resentimiento contra lo que muchos, con enorme irresponsabilidad, han criticado como «intelectualidad».

Hace falta tiempo y un poco de profundidad para comprender conceptos como los de «discriminación inversa» o la legitimidad de la protección específica de grupos en situación de vulnerabilidad. Cientos de ciudadanos negros mueren cada año en manos de la policía en EEUU, ¿creen que sería aceptable que en lugar de un trabajo específico centrado en el racismo, un partido político, pidiera no «ideologizar» la cuestión y simplemente luchar contra todas las formas de violencia incluida la de los policías negros contra ciudadanos blancos?

"Bates Motel". Serie de TV. Neofascismo

Los delitos de odio se idearon para proteger a personas vulnerables por su pertenencia a grupos históricamente golpeados (inmigrantes, homosexuales, minorías raciales y religiosas) y no a los que ya gozan de especial protección: políticos y policías. El neofascismo quiere no solo proteger sino reforzar unos dominios injustificables (el hombre a caballo, como el noble, como la «buena familia» lo detentan sin hacer nada): el feminismo, la justicia social o el pluralismo cultural amenazan su poder.

Siempre hay que ponerse nervioso cuando alguien se pone a hablar en nombre del pueblo, sobre todo si es burgués. La crisis financiera no supuso una refundación del capitalismo (como llegó a admitir lacónicamente Sarkozy) sino otra cosa que aún no conocemos bien y que tiene que ver con un resentimiento. La desigualdad socioeconómica es su caldo de cultivo, consigue hacer mirar para otro lado, pero también pensar hacia otro lado, mirar al inmigrante y no al cacique, levantar un muro estúpido y no un principio moral, consentir un terrible Centro de Internamiento de Extranjeros, permitir los excesos del poder financiero, no pensar en el cambio climático. El Amazonas ardió para homenajearlos a todos.

Creo que el nuevo fascismo va para largo, por eso hay que fijarse en la naturaleza abierta de los mejores reboots, en mi opinión y por ceñirme al género que me suscita todo esto: Scream y Bates Motel, lo más inquietante es que en el reboot caben desenlaces inesperados: en la serie sobre Norman Bates cualquiera podía morir en la ducha.

Hermosos: Cabos del miedo (J. Lee Thompson, Scorsese).

Malditas: revisiones innecesarias.

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