Esa era la consigna que le jaleaban los asistentes: Ali, Bomayé!! Se llamó “El Combate en la Jungla” y ya han pasado más de cuatro décadas de aquello. Cassius Clay se convirtió en Ali y entonces llegó un torbellino al mundo del boxeo que todavía recuerda y del que no se ha recuperado.
Aquel combate costó 10 millones de dólares, pagados del bolsillo manchado de sangre del dictador genocida Mobutu, duró 3 días y estuvo precedido de actuaciones memorables de BB King y James Brown, entre otros. Incluso había sido pospuesto unas semanas para que cicatrizase la ceja de un favorito y ágil Foreman. De hecho, nadie daba casi un dólar por el presumido Ali, ya en el presunto ocaso de su carrera. Pero él tenía con su verborrea y su ego a todos los africanos asistentes en el bolsillo. Y eso nada ni nadie lo podía detener.
El Estado Fortaleza de Kinshasa devino feudo inexpugnable para presentar a Zaire al llamado “Primer Mundo” con todo su esplendor de ébano: dos negros peleándose cuerpo a cuerpo sin que pareciese haber un mañana. Por supuesto, un espectáculo irrepetible caldeado por el bocazas autoproclamando como G.O.A.T. (“Greatest of All Time”) ante un precavido Foreman, quien hizo que le enviasen su dieta desde los Estados Unidos para evitar sorpresas desagradables.
Estábamos ante la llamada por Ali “Primera Asamblea de negros africanos y americanos de la historia” en la que días antes el sanguinario dictador había ordenado ejecutar a aquellos elementos peligrosos y delictivos que amenazasen la seguridad del evento. Un evento que se celebró a las 4 de la madrugada para hacerlo coincidir con el Prime Time en la Costa Este de los EEUU… Money talks!
60.000 almas enardecidas pidieron, clamaron y exigieron a Ali que acabase con un Foreman que se había presentado en tierras africanas, apenas sin hacer ruido, en compañía de un pastor alemán. Aquellos 191 centímetros, llenos de jovialidad, invictos y seguros de sí mismos, mordieron el polvo por K.O. en el octavo asalto. Después de aquello, se dice que George se pasó unos años sin dormir como debiera y que ese correctivo jamás lo olvidaría. No sabía ni podía tumbar a Ali, aunque sus golpes fuesen demoledores; se dice que ayudó un ritual de magia negra de una bruja lugareña, en favor de éste. Sea como fuere, ese inesperado desenlace colocó en el centro del mundo al continente africano, aunque fuese a golpe de talonario y fraguó (todavía más) la leyenda de un boxeador cuya vida salvaje, contestataria y nada servil todavía a día de hoy hace correr ríos de tinta.
Muchos dirán que el Parkinson que padece sea una especie de Karma a su carácter jactancioso y provocador. Nosotros pensamos que sin Ali nada sería igual, porque no sabríamos, entre otras cosas, pronunciar frases tan luminarias e irónicas como ésta en el momento en que se encontró con Mobutu, al llegar a Zaire: Señor Presidente, he sido ciudadano de Estados Unidos durante 33 años y jamás he sido invitado a la Casa Blanca. Es para mí un honor ser invitado a la Casa Negra. Genio y figura.
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