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Ai Weiwei recuperó la voz en la Catedral de Cuenca

En Cultura sábado, 24 de diciembre de 2016

Sandra Jiménez

Sandra Jiménez

PERFIL

La Catedral de Santa María y San Julián de Cuenca, templo principal de la ciudad y una de las joyas del gótico español, se convirtió por unos meses en un gran escenario del arte contemporáneo, al acoger la exposición La poética de la libertad.

© Fotografía RACAL. Fachada actual de la Catedral de Cuenca.

© Fotografía RACAL. Fachada actual de la Catedral de Cuenca.

El hecho de haber elegido una catedral como escenario  para albergar una de las exposiciones más costosas de los últimos años (cuyo objetivo era desvelar y difundir la capacidad del arte para convertirse en vehículo de la lucha por la libertad de expresión y la defensa de los derechos humanos), indica que el arte y la libertad van unidos y que no es posible concebir el uno sin la otra. Pero la exposición va más allá, ya que este icónico edificio religioso nos recuerda que la batalla contra el cautiverio físico y mental, el triunfo de la libertad y la poesía es una constante a lo largo de los siglos.

© Interior celda Cleaning (limpieza) de Ai Wei. Fotografía sjll.

© Interior celda Cleaning (limpieza) de Ai Wei. Fotografía sjll.

La exposición mantiene cierto paralelismo entre el cautiverio de sus dos figuras principales: Miguel de Cervantes, apresado en Argel (1575) y el activista y artista contemporáneo chino Ai Weiwei (Pekín, 1957). Los padecimientos de ambos artistas, sus sentimientos, sus ideas, y la manera de entender la libertad durante el proceso creativo, son el hilo conductor de la exposición.

© Exposición La poética de la libertad en la Catedral de Cuenca. Fotografía sjll.

© Exposición La poética de la libertad en la Catedral de Cuenca. Fotografía sjll.

La Catedral gótica de Cuenca se presenta como un espacio activo, un puente entre el pasado y el futuro; una majestuosa construcción que alberga en su interior  tanto obras de grandes artistas como el trabajo de maestros, obreros y artesanos; un edificio religioso, que retoma su sentido medieval de Sagrado y de amparo de los protegidos.

© Interior celda Accusers de Ai Wei. Fotografía sjll.

© Interior celda Accusers de Ai Wei. Fotografía sjll.

Enclaustrados en un ambiente opresivo, los espacios tocan el minimalismo material y espiritual de la creación. Su tipología arquitectónica encierra muchas metáforas y alusiones al encarcelamiento del alma.

Los grandes paneles en color gris grafito, emplazados en el interior de la catedral, delimitan el recorrido a seguir, estableciendo un diálogo entre lo antiguo y lo contemporáneo. A lo largo de este paseo, el visitante va descubriendo las diferentes etapas de construcción de un edificio tan emblemático.

Inicialmente, la planta de la catedral estaba formada por tres naves; a la altura del crucero se transformaba en cinco naves y continuaba formando cinco ábsides, siguiendo las trazas del románico imperante. En el siglo XV, los cinco ábsides fueron sustituidos por una doble girola para aprovechar el desarrollo de las cinco naves de que disponía la catedral.

Su nueva planta quedaría formada por una planta de cruz latina, tres naves, doble girola y un profundo presbiterio. El crucero está cubierto por una gran bóveda central de influencia anglonormanda. La nave central se separa de las laterales por medio de grandes arcos apuntados que se apoyan sobre pilares de distinto grosor.

Tras el enclaustramiento carcelario que suponen la zona del coro y el alta mayor, enmarcados con unas rejas doradas como jaula, la doble girola de la catedral se manifiesta como un bosque de arquitecturas vegetales, gracias a las numerosas columnas rematadas con sus capiteles ornamentados desde las que parten las bóvedas, convirtiéndose el conjunto en una deslumbrante visión de la libertad, subrayada poderosamente por el sentido ascensional del gótico.

© Interior de la Catedral de Cuenca. Fotografía sjll.

© Interior de la Catedral de Cuenca. Fotografía sjll.

La exposición comienza con el artista Florencio Galindo, quien bajo el título de El Laberinto del dictador, ha realizado unos dibujos de gran formato con iconografía quijotesca que se proyectan a la entrada a la exposición. Estas imágenes muestran algunos de los episodios más conocidos y característicos del Quijote, como el enfrentamiento con los molinos.

Uno de los laterales de la nave principal conduce a una escultura del mismo autor, realizada con alambres de espinas, símbolo de las difíciles barreras que tienen que atravesar los inmigrantes, sobre los que podemos ver unos lazos azules que simbolizan la esperanza.

© Escultura obra de Florencio Galindo. Fotografía sjll.

© Escultura obra de Florencio Galindo. Fotografía sjll.

A su izquierda se sitúa el Arco de Jamete, su autor, Esteban Jamete, es un nuevo libertario que se incorpora al diálogo establecido entre Cervantes, Galindo y Ai Wei. Un francés desmedido y vibrante, como lo es su espectacular arco de triunfo, donde el renacimiento se incorpora al gótico con sus fantasías y grutescos, con sus poemas mitológicos y explosión de ángeles que revolotean junto a la figura del Padre Eterno. A continuación, la puerta de madera de acceso al claustro, dos puertas separadas por un mainel, en cuyo dintel encontramos los relieves de la Adoración de los Reyes.

Tras él, el claustro ocupado por la instalación y exposición de Ai Wei. Si los años de cautiverio sirvieron a Cervantes para escribir su obra maestra, El Quijote, los 81 días que estuvo retenido Ai Wei por el gobierno chino le ayudaron a crear S.A.C.R.E.D, una poética declaración de principios a favor de la libertad de expresión y creación. Su obra se recoge en un gigantesco volumen cúbico de chapa de acero microperforada (que impide ver el interior), encerrada bajo una estructura tubular de acero galvanizado, similar a la de los andamios tubulares utilizados en construcción.

© Instalación S.A.C.R.E.D. de Ai Weiwei en el claustro de la Catedral de Cuenca. Fotografía web Castilla La Mancha.

© Instalación S.A.C.R.E.D. de Ai Weiwei en el claustro de la Catedral de Cuenca. Fotografía web Castilla La Mancha.

Ai Wei es un artista contemporáneo que colaboró con los arquitectos suizos Herzog & de Meuron como asesor artístico en el Estadio Nacional de Pekín para los Juegos Olímpicos de 2008, más conocido con Nido de águilas, por su aspecto exterior (un amasijo de hierros entrelazados). Es un gran activista que ha criticado constantemente al gobierno chino por su postura respecto a la democracia y los derechos humanos. También ha investigado la corrupción gubernamental y encubrimientos en China (derrumbe de escuelas en Sichuan tras el terremoto de 2008).

Su exposición está formada por seis cajas de hierro del tamaño de una celda, con pequeñas aberturas para que los guardianes puedan vigilar de día y de noche los movimientos del preso, que recrean las vivencias y el calvario sufrido por Ai Wei durante su cautiverio.

© Interior celda Supper (cena) de Ai Weiwei. Fotografía sjll.

© Interior celda Supper (cena) de Ai Weiwei. Fotografía sjll.

Cada uno de estos cubos reproduce seis momentos cotidianos de su vida en el interior de la celda: Supper (cena), Accusers (acusadores), Cleaning (limpieza), Ritual (ritual), Entropy (entropía) y Doubt (duda).

© Interior celda Doubt (duda) de Ai Wei Fotografía sjll.

© Interior celda Doubt (duda) de Ai Weiwei Fotografía sjll.

Cierra la exposición la Sala Capitular que, bajo el nombre de la Expresión Artística de la libertad, acoge las obras de los informalistas españoles, un grupo de pintores y escultores que en los años 50 fueron capaces de romper el cautiverio mental de aquellos años, en una España centrada en sí misma y aislada de las grandes corrientes internacionales.

© Expresión artística de la libertad: los informalistas españoles. Fotografía sjll.

© Expresión artística de la libertad: los informalistas españoles. Fotografía sjll.

© Expresión artística de la libertad: los informalistas españoles. Fotografía sjll.

© Expresión artística de la libertad: los informalistas españoles. Fotografía sjll.

Cuando salí de ver la exposición pensé en aquellos artistas que, por la necesidad de expresar sus ideas a través de la escritura, pintura o cualquier forma de arte, se habían visto privados de su libertad para expresar sus pensamientos.

Y me paré a observar esa fachada, marcada por las diferentes intervenciones a lo largo de siglos. Durante su reforma, y la de sus torres, del siglo XVIII, adquirió un aspecto barroco afectando al conjunto principal, que disponía de dos torres góticas gemelas. Según leí, esas torres de la fachada, junto con otras dos existentes, desaparecieron durante un incendio, lo que dio lugar a una nueva reforma. En 1902, la caída de un rayo propició el hundimiento de la torre de las campanas. Finalmente, en 1910 adquirió su aspecto actual, en estilo neogótico.

Si las paredes hablasen… ¡cuánto podríamos aprender! De ahí el hecho de que una exposición de tales características, por las ideas políticas de su protagonista, haya sido mostrada en un edificio religioso, con lo que ese término conlleva. Eleva el valor de la propuesta, ya que libera a grandes edificios de la historia de la construcción, condenados a envejecer por el paso de los años, rejuveneciéndolos y trayéndoles a un presente con posibilidad de futuro; porque los grandes continentes adquieren prestigio y valor dependiendo del contenido que alberguen.

¡Cuántos edificios maravillosos permanecen en el olvido por un uso desfasado! ¿Por qué no utilizarlos con otro fin distinto para el que fueron concebidos? Sería fantástico poder acercar al público toda la riqueza que encierran los edificios de su ciudad, abrir sus puertas y compartir su historia y la nuestra. Sería una buena manera de recuperar su voz, ¿no?

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