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“Adolescencia”: relatos de un problema endémico

En Serial Watcher martes, 1 de abril de 2025

Aníbal Moltó Barranco

Aníbal Moltó Barranco

PERFIL

Adolescencia (Adolescense, 2025), miniserie dramática de cuatro capítulos dirigida por Philip Barantini  está ya disponible para su visionado en Netflix. Aunque es esta una plataforma en la que las series proliferan como hongos, en ocasiones emerge una suculenta y delicada trufa, como es el caso de esta producción británica, que se ha convertido, en cuestión de días, en un fenómeno de masas, generando debates y controversias, que previsiblemente harán de ella, una ficción susceptible de devenir en una de las obras televisivas más premiadas y mejor valoradas del año.

Su historia, surgida de la imaginación de Jack Thorne y Stephen Graham (quien también ejerce la función de actor coprotagonista) gira en torno al joven Jim Miller (Owen Cooper) de 13 años, arrestado por el presunto asesinato de Katie Leonard (Emilia Holliday), su compañera de clase.

De entrada, lo sorprendente de esta serie es el hecho de no aspirar a ser la típica británica en la que unos carismáticos policías, con métodos poco ortodoxos, buscan hallar la verdad acerca de la culpabilidad o la inocencia del acusado. Tampoco pretende ser la tradicional historia adolescente en la que se van desgranando los entresijos del amor, el odio y el rencor en un reducido grupo de estudiantes de instituto, tras la trágica muerte de uno de sus miembros. Bien al contrario, la originalidad de Adolescencia radica en que, partiendo de un suceso atroz, busca retratar los problemas de la juventud actual desde la perspectiva de los diferentes ambientes en los que se desenvuelve su vida diaria.

Antes de abordar el contenido de la trama, es necesario aproximarse al lenguaje narrativo que emplea Barantini a lo largo de sus cuatro episodios. Al igual que en su largometraje Hierve (Boiling Point, 2021), el director se vale del plano secuencia para narrar íntegramente cada uno de sus capítulos. Si en dicha película lograba transmitir y evocar la atmósfera asfixiante y estresante de la cocina de un restaurante de alto nivel, en Adolescencia consigue también que el espectador empatice, en tiempo real, con todos los personajes, haciéndole compartir su angustia y/o desconcierto, sumergiéndolo en una experiencia casi inmersiva, generando un ambiente de tensión constante, que no es sino la que están siendo sometidos los personajes.

¿Constituye este un recurso empleado con frecuencia para generar empatía? Definitivamente sí, pero no es innegable que la decisión de emplear esta técnica cinematográfica le viene a la trama como anillo al dedo. Barantini logra que la intensidad de la historia se incremente de manera exponencial, haciendo al público testigo directo de los acontecimientos.

El primer capítulo tiene un carácter introductorio. Comienza con un equipo de policías de las fuerzas especiales irrumpiendo violentamente en el domicilio de los Miller para arrestar al benjamín de la familia. Todo resulta desconcertante y exagerado, en una operación, más propia de misiones de captura de terroristas o asesinos en serie, que se dirige al arresto de un niño de 13 años, al que acaban sorprendiendo aún metido en la cama.

Estos hechos hacen que, de forma casi automática, se despierte en el espectador un sentimiento de compasión hacia el muchacho. Posteriormente, a medida que va pasando por los diferentes trámites en la comisaría, la tendencia natural surgida tras los primeros diez minutos es la de creer que la acusación es errónea o injusta, e incluso al inicio del interrogatorio, la empatía y la inclinación a favor del protagonista por parte del espectador se incrementa. Es un joven ejemplar, listo, aplicado y brillante. Nada de esto, en principio, haría pensar que el joven Miller es un asesino. Todo debe ser fruto de un malentendido, o tal vez de una trampa.

Adolescencia Netflix

Primera escena de Adolescencia, donde Jim está a punto de ser detenido.

Sin embargo, esta idea preconcebida a lo largo del episodio empieza a tambalearse a medida que la policía empieza a mostrar pruebas contundentes contra el muchacho. Ponen sobre la mesa diferentes publicaciones en sus redes sociales, demostrando que la mente de Jimmy no es completamente pura. En su perfil virtual se ven imágenes de tipo sexual, acompañadas de comentarios de dudoso gusto. Sin embargo, aun así, el espectador no puede simplemente dejar de ser partidario de la inocencia de Jaime. El niño puede sentirse atraído por ese tipo de contenido, debido al proceso mental y fisiológico que está experimentando como consecuencia de la adolescencia. Jim no es perfecto, pero no es un asesino.

Pero este diluvio de sombras y defectos del acusado, aparentemente irrelevantes e injustos, culminan en un trueno que hace que la imagen hasta el momento construida acerca de Jim se marchita, cuando se muestra un vídeo de seguridad en el que se le ve, efectivamente, acuchillando varias veces a Katie. En ese momento, toda la audiencia es Eddie, siente que la esperanza de que todo fuera una confusión o una acusación improcedente se desvanece. La cuestión ahora no es quién, sino por qué.

Lo curioso de este episodio es que, desde el primer momento, nos han indicado que Jim es culpable, con un detalle visual oculto justo en el momento en el que aparece Jimmy por primera vez. Las paredes del dormitorio del protagonista, forradas con papel decorativo, presentan un trozo en el que este se ha desprendido, generando un desgarro en la pared en forma de cuchillo, que, convenientemente se encuentra a la altura de la mano del joven, como si lo estuviera esgrimiendo en actitud hostil. Desde el minuto uno, el estigma de la culpabilidad acompañará durante los siguientes capítulos.

Adolescencia Adolescence Netflix

El “sutil” detalle del corte en forma de cuchillo a la altura de la mano de Jim.

Los siguientes episodios son una exploración del mundo en el que se desenvuelve Jim y, como él, cualquier adolescente. La trama desarrollada durante el resto del drama constituye por sí mismo un análisis de los problemas que sufre la adolescencia contemporánea, adentrándose en diferentes ambientes, señalando al mismo tiempo las cloacas sistémicas y culturales que pervierten e intoxican actualmente a la juventud.

El segundo episodio se adentra en el mundo de la educación, una historia resultará para los profesionales de la docencia un fidedigno retrato del día a día en un instituto. Tras el arresto y el interrogatorio de Jim, los agentes Luke Bascome (Asher D.) y Misha Frank (Faye Marsay) continúan la investigación sobre la muerte de Katie, adentrándose en el instituto donde estudiaban tanto víctima como asesino. Su intención es dilucidar el paradero del arma homicida y si hubo cómplices en el crimen.

Con el plano secuencia señalado anteriormente, Barantini logra transmitir el ambiente de caos diario que se vive a través de los pasillos de un instituto. El lugar a explorar no es un centro educativo, ni tampoco un espacio en que pueda respirarse intelectualidad o academicismo, sino hostilidad y anarquía. Los dos agentes de policía no dan crédito a lo que están viendo, aun siendo profesionales acostumbrados a trabajar en ambientes hostiles.

Adolescencia Netflix

Los agentes Luke Bascome (Asher D.) y Misha Frank (Faye Marsay) inmersos en la jungla de un instituto en el segundo episodio de Adolescencia.

El agente Bascome acierta cuando califica al instituto como un puto corral de borregos, en el que los niños no aprenden y donde la mayor preocupación de los docentes es la de mantener un mínimo de orden en el aula y en los pasillos. Esta preocupación constante se puede apreciar tanto en la figura de la señorita Fenumore (Jo Hartley), con el gesto permanente inquieto, como en la actitud negligente de algunos profesores, que prefieren destinar sus sesiones al visionado de vídeos con el fin de que reine mínimamente la paz.

La primera idea que aborda es que la escuela no es un lugar de aprendizaje, sino una jungla en la que se es depredador o presa. Se puede ver en la figura de Adam (Amari Bacchus), el hijo del agente Bascome, víctima de acoso escolar, quien ya tiene asumido su rol de presa. Se distinguen los líderes de manada, el gamberro, capaz de interrumpir incluso a la policía mientras mira en derredor para cerciorarse de que su actitud le está garantizando su estatus de macho alfa, de caudillo de la clase. Son estos pequeños detalles que evidencian el gran trabajo de los creadores a la hora de estudiar el entorno en el que se desarrolla la adolescencia.

No obstante, más allá de la maestría que muestran sus creadores a la hora de recrear la vida entre los muros de un centro educativos, el interés de este capítulo radica en dos cuestiones concretas. Por un lado, en la figura de Katie, la víctima, de cuya trágica desaparición el espectador se siente afligido, especialmente cuando hablan con su mejor amiga, quien se siente desprotegida y sola tras su marcha.

Este sentimiento de congoja se mantiene hasta casi el desenlace, cuando se descubre que Katie era una acosadora, que humillaba y sometía a escarnio a través de sus redes sociales a sus compañeros, incluido el propio Jim. No siempre en un drama la víctima es una persona moralmente reprobable o un monstruo. Resulta aún más llamativo cuando, justo al final del episodio, el padre del asesino se une al resto de vecinos para dejar flores en el lugar donde la adolescente fue asesinada. Es en ese preciso instante en el que la audiencia se replantea su visión acerca de la víctima. Se evidencia que Katie no es solo víctima, sino una tuerca más en una máquina, con el sistema y el pensamiento único que define a la juventud actual.

Adolescencia Netflix

Retrato de Katie, la víctima, en su monumento en el lugar donde le arrebataron la vida.

Conectando, además, con esta revelación, se introduce el segundo pilar principal de la película, el virus que infecta la mente de Jim y de Katie hasta el punto de llegar al asesinato, el fantasma que recorre el mundo de la adolescencia: la manosfera y su concepto complementario, el colectivo conocido como incel.  El fenómeno de las redes sociales, uno de los grandes monstruos de la más reciente contemporaneidad, ha constituido una fuente inagotable de información y, por lo tanto, un recurso de inoculación de ideologías, principios y valores. Han sustituido a los panfletos, a las octavillas, a los manifiestos e incluso a la televisión. Han podido constituirse como herramientas alternativas de conocimiento, pero también de alienación y perversión.

En realidad, nada cambia en el instituto, pero, al mismo tiempo el mundo es completamente diferente. Los mensajes de texto sustituyen a las notas por debajo de la mesa. La difusión de rumores continúa, pero ahora con una efectividad mucho mayor, así como las amenazas o la difamación tanto de profesores como de alumnos. La tecnología genera un mundo en el que el lado más oscuro de la juventud asciende y se expande como una enfermedad contagiosa, haciendo que los adolescentes abandonen la niñez con una inmediatez y violencia cada vez mayores.

El discurso de la nueva masculinidad, encarnada en figuras como Andrew Tate en el mundo anglosajón o Amadeo Llados, será un elemento clave a abordar en esta serie. Se establece un vínculo entre el papel de las redes sociales como herramienta de transmisión de ideas y de catalogación social y el rol de los padres. La escena de la conversación entre el agente Bascome y su hijo evidencia el salto generacional, las consecuentes nuevas formas de comunicación y, por lo tanto, la incapacidad de los progenitores de entender el mundo en el que viven y se desarrollan sus vástagos.

Luke no entiende el lenguaje y la jerga empleada por su hijo, y es clave para entender las motivaciones que condujeron a Jim a cometer un asesinato. Los neologismos como incel o manosfera son completamente desconocidos para él, así como el código de empleo de emojis de pastillas de diferentes colores, inspiradas en una de las escenas más famosas de Matrix. Este desconocimiento, sumado a la dependencia de los dispositivos electrónicos, crea una falta de comunicación entre padres e hijos, haciendo a estos últimos más susceptibles de ser seducidos por siniestros influencers.

AdolescenciaPastillas Matrix

Las pastillas de Matrix, nuevo recurso comunicativo de la nueva adolescencia.

En el tercer capítulo, considerado por la mayor parte de los incondicionales de la serie como el mejor, la psicóloga Briony Ariston (Erin Doherty) va a visitar a Jim al reformatorio, siete meses después de su reclusión, buscando entender qué pasa por la mente del acusado. Este episodio supone adentrarse en las cloacas de la adolescencia, desgranarlas poco a poco y entender el mundo en el que se desenvuelven actualmente los jóvenes.

En el capítulo anterior se han introducido dos ideas cruciales. Por un lado, que Katie era una acosadora que humillaba a Jim a través de las redes sociales y, en segundo lugar, y muy vinculada a la primera idea, que el problema de la manosfera es clave para entender las motivaciones que empujaron a Jim a cometer el asesinato. Ahora, en la tercera parte, se trata de diseccionar estos dos principios para llegar a la base de todo.

A lo largo del diálogo entre paciente y terapeuta, se va desarrollando una especie de juego del gato y el ratón en el que la psicóloga adententa adentrarse en la mente de Jim con el fin de que confiese, arrinconándolo cada vez más, mientras él mantiene un escudo con el fin de que vea en él un buen muchacho y salir airoso en el juicio.

AdolescenciaPsicóloga

Erin Doherty y Owen Cooper en el tercer episodio de Adolescencia.

Jim confiesa a la doctora Ariston que efectivamente fue objeto de burlas y de humillaciones por parte de Katie, calificándola como zorra abusadora. Ambos dialogan acerca del discurso de la manosfera y la figura de los incel de las redes sociales. Jim se califica a sí mismo como feo, categoría que acaba asumiendo tras el acoso constante de su compañera de clase, quien también sufrirá los efectos del uso nocivo de las redes sociales, tras filtrarse fotos suyas provocadoras.

Jim compra el discurso de la manosfera, al igual que Katie, ambos son víctimas de un pensamiento único, que los convierten en monstruos capaces que no sentir empatía alguna por los sentimientos ajenos. Katie es un ser malvado por someter a escarnio a sus compañeros y víctima inocente por acabar perdiendo la vida como consecuencia de este mundo. Jim es vil por comprar el discurso de la manosfera para defenderse y víctima al dejarse llevar por ella.

Al final del capítulo, después de desmenuzar las ideas de Jim, la terapeuta logra que confiese lo evidente, que efectivamente asesinó a Katie. En ese momento, Jim, en un arranque de desesperación, pregunta a la doctora si al menos le cae bien. No obstante, no se está dirigiendo a ella, sino al público, poniéndolo de nuevo en un compromiso moral ¿Debe la audiencia ver a Jim como Jesús vio a sus ejecutores, perdonándolo porque en realidad no sabía lo que hacía? ¿O debe Jim ser considerado un ser abominable que le arrebató la vida a un ser despreciable, pero que aún así no merecía morir?

La banalidad del mal, se presenta al final de este capítulo. En este momento, cualquier espectador debe replantear su espíritu de juez, reflexionar si, de haber vivido en las mismas circunstancias, habría sido realmente capaz de mover el cuchillo contra su agresora. ¿Son los acosadores verdugos o víctimas? ¿Cualquier otra persona reaccionaría de forma diferente estando en esas circunstancias?

El desenlace de Adolescencia se centra en la familia Miller, el último ambiente en el que se desarrolla la vida de Jim. Es cierto que pueda resultar el capítulo en el que se dependa más de la exposición y de la explicación dialogada, pero supone el perfecto complemento para el resto de capítulos, encajando como la última pieza de un complejo rompecabezas.

Los Miller amanecen en el día del cincuenta aniversario del padre, Eddie. Lo que debería ser un día feliz, los Miller deben sobrellevarlo con el vacío que ha dejado Jim en casa. No obstante, la familia intenta que sea una jornada feliz y tranquila, con simples gestos como que su esposa Manda (Christin Tremarco) prepara un desayuno inglés. Pero,  sus planes se trastocan cuando una pintada aparece en la furgoneta de la empresa del patriarca: pederasta.

A partir de ahí se desarrollarán dos temas complementarios de todo lo expuesto anteriormente, muy diferenciados, pero esenciales en la trama. En primer lugar, la polarización social y la pandemia de los bulos. Carece completamente de sentido que consideren al padre un pederasta. Es imposible encontrar alguna vinculación entre el asesinato de Katie y los abusos sexuales sobre menores. Sin embargo, Internet es cruel y son aún más crueles los trolls fabricantes de bulos. Con el ascenso de las redes sociales las elucubraciones más absurdas y crueles se difunden y, lo que es peor, que se asimilan como verdades incuestionables. El mundo virtual ha logrado que el mundo deje ser racional como un político ateniense a adquirir un espíritu espartano, basado en la idea de que solo se posee la razón si se grita lo suficientemente alto.

Otro elemento vinculado a la polarización es la figura del empleado del centro comercial, quien muestra su apoyo el padre. No obstante, no es la piedad o la solidaridad lo que le empuja a tal gesto, sino un interés partidista. El joven no es sino un miembro más de una comunidad de frikis de internet partidarios de la teoría de la conspiración, fruto de una sociedad dividida ajena a la reflexión y al sentido común, que conciben cualquier ámbito de la vida como deber elegir entre Coca Cola y Pepsi. Magos de la opinión sin conocimiento, catedráticos de todología capaces de generar historias de ciencia ficción que otros personajes comprarán sin tomarse la molestia de informarse o de contrastar las fuentes.

AdolescenciaNetflix

Manda y Eddie Miller, los padres de Jim. Coprotagonistas de Adolescencia.

Por último, está el punto más interesante del capítulo y que sirve de guinda del pastel: el rol de los padres. En una ficción cualquiera,  la familia de Jim sería desastrosa, padres alcohólicos o negligentes, maltratadores o groseros, parásitos sociales o criminales. Nada más lejano a la realidad, tanto los padres como Lisa, la hermana de Jim (Amélie Pease), son buenas personas. Aman a su hijo y quieren lo mejor para él. Sin embargo, hasta que Jim es arrestado no son conscientes del error en su relación, la falta de comunicación. Comprenden que la adicción a los dispositivos electrónicos marchita la convivencia y la comunicación, engendrando una generación de jóvenes que basan su vida social en la soledad acompañada, aislados de la protección de sus padres, expuestos a imágenes, mensajes y personajes que embrutecen su mente y pervierten su espíritu.

Adolescencia es una historia que el filósofo Jean-Jacques Rousseau habría utilizado para justificar su teoría sobre el papel de la sociedad como agente corruptor del ser humano. Puede resultar, en cierta manera, tremendista y superficial, pero no falla en ningún momento a la hora de definir las trabas y los problemas que sufre la juventud contemporánea. Es, al mismo tiempo, audaz a la hora de abordar la cuestión de la manosfera y, en general, las redes sociales como un problema endémico, así como la demencial dependencia de las mismas por parte de la población más joven.

Es una llamada de atención a todos los agentes sociales vinculados directamente al mundo adolescente, un tirón de orejas a nuestra cultura de masas, a los responsables de la educación, a los padres y, por supuesto a la juventud. Puede que no resulte un visionado apacible, e incluso que genere vergüenza y culpabilidad a más de un espectador. Sin embargo, la medicina, pese a tener un sabor amargo, debe tomarse.

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