La historia de Born in the USA de Bruce Springsteen es la de un gran malentendido, la de una canción protesta convertida en un himno patriótico, la de un tipo que no ha dado un palo al agua convertido en voz de la clase trabajadora, la del salvador del rock & roll convertido en estrella pop o la de una época que se quiso vender como la sublimación del American Dream pero tuvo mucho de pesadilla.
Es imposible hablar de este disco y no hacerlo de su disco hermano, Nebraska, que se creó casi al mismo tiempo. Y es que las raíces de Born in the USA se encuentran en esa mítica maqueta que grabó en su casa de Colts Neck, en su Nueva Jersey natal, con su guitarra acústica y de la que saldría Nebraska. En 1981, después de la exitosa gira de The River, Springsteen había compuesto una canción llamada “Vietnam”, inspirada en la autobiografía de Ron Kovic, un veterano de guerra, que se llamaba “Nacido el 4 de julio”. A su versión original, una canción protesta contra el trato que recibían los veteranos tras volver a EEUU, se le unió un título “Born in the USA”, que era como se llamaba el proyecto del director Paul Schrader, que le pidió a Springsteen material para la película.
Cuando la tuvo terminada, junto a otras canciones del mismo tipo, decidió grabarlas en una maqueta entre el 17 de diciembre de 1981 y el 3 de enero de 1982, allí estaban “Born in the U.S.A.”, “Nebraska”, “Atlantic City”, “Mansion on the Hill”, “Downbound Train” o “Child Bride” (que se transformaría en “Working On The Highway”). A finales de ese mismo mes de enero se reunió a la E Sreet Band para ayudar a Gary U.S. Bonds a grabar el disco On the Line, para el que había compuesto algunas canciones e iba a producir junto a su compañero Steve Van Zandt. Durante esa sesión grabaron “Cover Me”, una canción que había compuesto para Donna Summer, pero cuando su mánager Jon Landau la escuchó le pidió que se la guardara porque veía mucho potencial en ella. Springsteen aceptó y escribió otro tema para Summer.
Y es que Landau tenía parte de razón, Bruce Springsteen era una estrella de rock, como él mismo había predicho, se había convertido en el futuro del rock & roll, vendía muchos discos y llenaba estadios pero, a pesar de todo, su presencia en el Top Ten de la lista de sencillos de Billboard solo tenía una invitada, “Hungry Heart”, una canción que Springsteen había pensado en ofrecer a los Ramones, algo que ya le había pasado anteriormente y es que sus mayores éxitos en las listas eran “Fire”, que grabaron las Pointer Sisters, y “Because The Night”, que se quedó Patti Smith.
En abril Springsteen, con la E Street Band al completo, comenzó a grabar las versiones de la maqueta con la banda. Pero pronto pareció evidente que algunas de las canciones funcionaban con banda, pero otras no, el momento en el que todos tuvieron claro que estaban llegando a algo fue cuando grabaron “Born in the USA” y Roy Bittan le añadió el riff de sintetizador que la abre y Max Weinberg le añadió esos golpes de batería que parecían dados con el tronco de un árbol. Las sesiones se alargaron hasta mayo y Springsteen trajo nuevas canciones que también grabaron, como “Darlington County”, “Frankie”, “Glory Days”, “I’m Goin’ Down”, “I’m on Fire”, “Murder Incorporated”, “My Love Will Not Let You Down”, además de una nueva versión de “Cover Me”. Estábamos en mayo de 1982 y Springsteen y la banda ya habían grabado 8 de las 12 canciones que aparecerían dos años después, en junio de 1984, en Born in the USA.
Pero Bruce Springsteen se focalizó en las canciones de aquella maqueta acústica que no habían funcionado con banda, las más ásperas y desesperadas de su carrera, se habló de la posibilidad de sacar un disco doble, con la parte acústica en un disco y las grabadas con banda en otro, pero el cantante sabía que la fuerza de la E Street Band iba a disminuir el impacto de su parte acústica, así que decidió sacar las canciones tal cual, en septiembre de 1982, bajo el título de Nebraska. No lo promocionó, no hizo vídeos, ni dio entrevistas, tampoco salió de gira, aun así, el disco fue un éxito que alcanzó el número 3 de las listas de ventas a ambos lados del Atlántico y le permitió enseñar una nueva cara, cercana a ídolos como Woody Guthrie, Pete Seeger o el primer Dylan.
Pero Landau y Springsteen sabían que había otra cara, mucho más radiante en lo musical, a pesar de compartir los temas de Nebraska, sobre la que estaban sentados. Pero tenían tiempo para seguir probando cosas, y es sabido que Springsteen es un perfeccionista que siempre intenta decenas de canciones para cada disco hasta que lo encuentra, así que, a finales de 1982, comenzó a grabar en solitario otro buen puñado de canciones, cercanas al espíritu de Nebraska, con la ayuda de una caja de ritmos,. Entre ellas estaban “Shut Out the Light”, “Johnny Bye-Bye”, “Cynthia”, “One Love”, “Richfield Whistle”, “Fugitive’s Dream”, “County Fair”, “Unsatisfied Heart”, “Little Girl Like You”, “Seven Tears”, “Sugarland”, “Don’t Back Down”, “The Klansman” o “My Hometown”, la única del lote que acabaría viendo la luz en el disco. Como en “I’m on Fire” se puede notar una ligera influencia de Suicide y, como aquella, en ella se puede ver los orígenes de “Tunnel Of Love” y de toda la discografía de The War On Drugs.
En mayo y junio de 1983 volvió a reunirse con la E Street Band y a grabar otra tanda de canciones, además de algunas regrabaciones de las anteriores canciones, como “My Hometown”, entre las nuevas estaban “Pink Cadillac”, “Car Wash”, “TV Movie”, “Stand on It” o “County Fair”, pero en la E Street Band había una silla vacía, y es que, por primera vez desde la gira de Born To Run, Steve Van Zandt dejaba la banda para buscar fortuna por su cuenta. Era la primera separación con su amigo más cercano, alguien al que conocía desde 1966. De ella vendrían otras dos canciones de las canciones del disco, “Bobby Jean”, dedicada a su amistad y donde se acercaba nuevamente a ese sonido Spector que siempre les había encantado a Springsteen y Van Zandt, aunque ahora al Muro de Sonido se le añadían sintetizadores, y “No Surrender”, cuya inclusión en el disco fue a propuesta del propio Van Zandt, en el último minuto, diciendo que la canción servía de puente entre el antiguo Springsteen y el de este disco.
Para finales de 1983 ya se habían grabado más de 60 canciones para el disco, pero Bruce Springsteen seguía sin estar satisfecho, en enero se decidió por el título, Born in the USA, y ya tenía claro que el disco debía comenzar con esa canción y terminar con “My Hometown”, pero seguía grabando canciones, como la destacable “Rockaway the Days”. En febrero Landau, el mismo que le dijo que se quedara con “Cover Me”, le comentó que seguía sin ver un sencillo claro, al día siguiente Springsteen apareció con “Dancing In The Dark”, quizás la más pop de sus canciones, nuevamente con el sintetizador de Bittan llevando la canción.
El disco estaba listo, con Springsteen y los otros dos productores, Jon Landau y Chuck Plotkin, decidiendo centrarse en aquellas primeras grabaciones de mayo de 1982. Un total de 12 canciones que salieron de una selección de unas 70 entre las que se encontraban joyas como “Pink Cadillac”, “Janey Don’t You Lose Heart”, “Shut Out The Light”, “Johnny Bye-Bye”, “My Love Will Not Let You Down”, “Rockaway The Days”, “Lion’s Den”, “This Hard Land”, “Betty Jean” o la maravillosa “Murder Incorporated”, que podrían haber formado otro gran clásico en la discografía de Springsteen.
Eso sí, si algo demostró el listado final de 12 canciones es que al disco no le faltaban sencillos, “Dancing In The Dark” fue la encargada de venderlo, llegando al número 2 de las listas, pero los otros 6 sencillos que se publicaron del disco, “Cover Me”, con su punto disco funk, la canción titular, “I’m on Fire”, “Glory Days”, “I’m Goin’ Down” y “My Hometown”, todas ellas se colaron en el Top Ten, empatando el récord que acababa de conseguir Michael Jackson con “Thriller”, 7 top tens para un mismo disco. Y creo que no exagero si digo que si hubieran sacado las otras 5 canciones, hubieran tenido otros 5. El Salvador del Rock, el nuevo Dylan, se había convertido en una estrella pop a la altura del propio Jackson, Prince (que ese mismo mes sacó Purple Rain) o Madonna.
Y es que Born in the USA era la cara luminosa de Nebraska, los personajes eran los mismos, gente trabajadora dándose de bruces con la dura realidad, pero la música era tan vitalista que pareciera que este Woody Guthrie roquero estuviera cantando las alabanzas de la Tierra Prometida. Es lo que pensó Ronald Reagan en el año en el que arrasó para conseguir su segundo mandato, su equipo no se paró a pensar mucho en la letra, fascinados por la fuerza de un estribillo que sonaba como un nuevo “Star Spangled Banner” (el himno oficial de EEUU) del que se iba a apropiar para su revolución conservadora.
La portada con la bandera, la gorra de béisbol, las camisetas sin mangas y los vaqueros ajustados, el público de Bruce Springsteen era el mismo al que se dirigía Reagan, un antecesor de ese “Make America Great Again”, Springsteen tuvo que ver con horror como Reagan convertía su arenga antimilitar en el himno patriótico definitivo, pero es que la fuerza de la E Street Band era arrolladora y no entendía de sutilezas, aun así, cualquiera que se parara a escuchar la letra podía empezar a rascarse la cabeza pensando si de verdad estaba tan bien haber nacido en esos Estados Unidos, no en vano, Springsteen había puesto de última canción del disco, “My Hometown”, una canción que empezaba con los recuerdos del padre del protagonista de la misma, que inculcaba el orgullo por la ciudad natal de la familia. Pero lo que al principio parecía ser otra mirada nostálgica a la infancia del orador, se convertía en la descripción de la violencia racial y la depresión económica que el autor presenció en su adolescencia y juventud en su propia Nueva Jersey. La canción terminaba con la triste realidad de que la familia planea irse fuera de la ciudad, pero no sin antes llevar a su propio hijo a dar un paseo y expresar ese mismo orgullo por su tierra que le había inculcado su padre. Springsteen distaba mucho de odiar a EEUU pero sabía bien que no era el paraíso que Reagan intentaba vender. Sobre todo para aquellos que no se parecían a él, nacer en los Estados Unidos no era ninguna maravilla.
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