“Equipo Crónica. Arte de trinchera”

Este documental parte del nacimiento del colectivo valenciano denominado Equipo Crónica (1964-1981) —un nombre que como afirma Valdés, aún le resulta pretencioso— formado inicialmente por tres miembros: Rafael Solbes (Valencia, 1940-1981), Manuel Valdés (Valencia, 1942) y Juan Antonio Toledo (Valencia, 1940-1995), que se separaría del grupo en 1965, cuando ya habían expuesto por primera vez. Sesa y Villaplana combinan la historia y evolución de un equipo artístico con el contrapunto de la obra del muralista y grafitero SCIF, así como de entrevistas a personalidades del arte y la política cuya relación con Solbes y Valdés aporta un documento de primera mano. Sus objetivos, postulados, modo de trabajar, la forma en que dos pinceles pueden crear una obra tan coherente que hasta los propios artistas llegaban a dudar de su aportación individual, son desgranados por expertos como el recientemente fallecido Valeriano Bozal, la responsable de colecciones del museo Reina Sofía, Rosario Peiró, el artista Jordi Teixidor, varios conservadores del IVAM o el cineasta Fernando Trueba, que aporta una interesante anécdota sobre un encuentro en casa de Billy Wilder, que poseía en su famosa colección de arte varias obras del Equipo Crónica.

Rodaje de Equipo Crónica. Arte de trinchera en el estudio de Manolo Valdés. Foto: Víctor Saleh.

Entre los entrevistados destacan los fundadores de la galería valenciana Val i 30 (en 1966), Vicente García y Lola Giménez, cuyos testimonios son de un tremendo valor por la cercanía a los artistas y su papel en su difusión. También se incluyen entrevistas de archivo, como la de Paloma Chamorro, la influyente informadora cultural, donde unos jóvenes Solbes y Valdés explican sus objetivos  y método de trabajo. Los invitados nos hablan de una época en que la dictadura se combatía también con el arte, consiguiendo que revivamos una atmósfera visual de una grisura descorazonadora, en la que la vanguardia artística y comprometida sufría la censura y vivía en constante zozobra por la represión política. Sus propuestas se enfrentaban a los críticos, a los (no) compradores y también al Tribunal de Orden Público franquista. Las abundantes imágenes de archivo del colectivo y su grupo de colaboradores nos los muestran en blanco y negro, en contraste con los colores planos y brillantes —cuyo origen fue la precariedad de materiales— de sus obras. Los artistas se muestran en pleno trabajo, con el torso desnudo casi siempre, transmitiendo tanta concentración en sus proyectos como camaradería con sus infinitos visitantes, que tomaban el estudio como centro neurálgico de debate e incluso como refugio.

Estoy convencido de que si Equipo Crónica se hubiera formado hace diez años estarían trabajando en la calle, sin ningún lugar a duda. ESCIF.

El estilo figurativo de los artistas, que dejaba atrás el informalismo, supuso una pequeña revolución en el arte de la época, bebiendo del pop y artistas como Roy Lichtenstein, para crear un universo propio, renovado y absolutamente imbricado con el contexto político y el imaginario popular español. Así utilizan héroes de ficción como el guerrero del antifaz, combinados con figuras de autoridad como policías franquistas y guardia civil junto a reyes y jefes militares admirados en pinturas colgadas en el Prado.

La prematura muerte de Solbes supuso el fin del Equipo Crónica, y la internacionalización definitiva de Valdés, quien se instalaría en la cosmopolita Nueva York, donde reside desde hace más de 40 años y no ha dejado de explorar individualmente ese arte de trinchera, resignificando sus célebres meninas, entre otros iconos.