En estos tiempos en que el riego catódico se sobrelleva con dificultad para el apego duradero: con una oferta lastrada por la salida de Succession y Barry del acueducto, y con los principales conductos atascados, tirando de producción aséptica y franquiciada, cuesta esfuerzo encontrar estímulos que merezcan una rutina semanal. Hallamos algo de vida inteligente en el bazar de Amazon Prime, con el avistamiento de Inseparables en sus góndolas.
Una miniserie con idéntico título al de la obra que toma como referente. Alice Birch (Guionista de Normal People) se responsabiliza del remake seriéfilo de la película de David Cronbenberg de 1988, ambas basadas en la novela Twins de Bari Wood y Jack Geasland que, a su vez, estaba inspirada por el caso real de Stewart y Cyril Marcus, dos ginecólogos que trabajaron en el New York Hospital y que fueron hallados muertos con apenas dos días de diferencia del año 1975.
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El esquema argumental del filme del autor canadiense se mantiene en este remake extendido hasta las seis horas. El principal desvío atañe al género protagónico. Los gemelos que encarnó Jeremy Irons pasan a ser ahora dos ginecólogas de éxito a quien da vida una desdoblada, y pletórica, Rachel Weisz. Por un lado, Beverly, con el pelo recogido en moño, es reflexiva, comedida, introvertida, y representa la entereza, la defensa de la ética de su profesión. Por su parte, Elliot, está en las antípodas en actitud y brújula moral. Indiferente al tracto humano, consumidora de estupefacientes, extrovertida, malhablada y explosiva, tentada por la ilegalidad y, obviamente, lleva el pelo suelto.
Pero pese a ser polos opuestos, han compartido placenta, y eso se refleja en las idas y venidas entre ellas a lo largo del serial. Aliadas, e intercambiables, para seducir amantes y amores, o para tratar a pacientes en su exitosa (y futurista) clínica de partos. Surgirán entre ambas enfrentamientos, dilemas y tesituras que pondrán en entredicho su composición genética idéntica pero, tal y como manifiesta ese final muy The Knick, se impondrá la fuerza del parentesco.
No todo se vuelca en la relación entre estas excéntricas hermanas, Birch introduce mucha carnaza contemporánea: embarazo subrogado, eugenesia, experimentos con embriones que sobrepasan la legalidad, clínicas de reproducción para uso y servicio de la camada adinerada. De hecho, trasluce en este universo por el que transitan las dos protagonistas un ambiente pérfido, retorcido y perturbador. Carente de humanidad más allá de los intentos en vano de la hermana docta y bondadosa por ceñirse a la ciencia y la medicina como conducto para mejorar la vida de las personas, indistintamente del grosor de sus billeteras.
En la gestación de ese clima esterilizado y desangelado, de un futuro presente de gélida apariencia, vuelve a resurgir la sombra del canadiense, así como la de su retoño, un Brandon Cronenberg que parecería la opción idónea para una realización que se reparte entre Sean Durkin, Lauren Wolkstein, Karena Evans y Karyn Kusama.
Pero sí en algo sobresale este thriller es en la magnífica papeleta que resuelve la estupenda Rachel Weisz en un díptico genético igual, pero diferenciado. Más allá de los mínimos rasgos físicos comentados que sirven para diferenciar en escena a las dos gemelas, los propios matices de su interpretación se prestan a esa ambigüedad identitaria en la que se apoya el guion para realzar algunos tramos dramáticos concretos.
Si buscan algo diferenciado de la serialidad clon, o simplemente presenciar la (doble) actuación femenina del curso, el gemelo televisivo de la película Inseparables les puede salvar del trance de buscar incesantemente recompensas catódicas durante los peores momentos de la canícula.
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