La historia está llena de momentos luminosos que nos han mostrado algo más allá de nuestro presente, desde las bolas de cristal, con su pasado histórico que se remonta a los druidas paganos, a los iconos bizantinos que brillan a la luz de las velas, a los resplandecientes vidrieras del gótico francés que proclaman Dios es luz, hasta el éxtasis de Santa Teresa de Bernini, donde la comunión con el cielo se convierte en una lluvia de oro que cae en cascada desde arriba. Esta tradición se remonta hasta nuestros días, donde artistas como James Turrell producen experiencias espirituales sublimes a través de juegos de luces y colores, mientras que los profetas canalizan el resplandor etéreo, incluso si es solo el brillo del letrero de neón de un cartel.
Un poco de historia
Las luminarias y lámparas juegan en nuestro entorno cotidiano abriendo las posibilidades y consiguiendo hacer del presente un más allá momentáneo… Pero partamos de su origen, hagamos un repaso breve a su trayectoria, y cómo han ido evolucionando y transformando nuestro día a día. No podemos pasar de largo sin apuntar que la primera lámpara se inventó alrededor del año 70.000 a.c. Una roca hueca, una concha u otro objeto natural encontrado se llenó con musgo o material similar, se empapó con grasa animal y se prendió. A partir de aquel momento, se empezó a imitar las formas naturales con lámparas de cerámica, alabastro y metal hechas a mano. Posteriormente, se agregaron mechas para controlar la velocidad de combustión. Alrededor del siglo VII a. C., los griegos comenzaron a fabricar lámparas de terracota para reemplazar las antorchas de mano. De hecho, la palabra lámpara se deriva de la palabra griega lampas, que significa antorcha.
En el siglo XVIII se inventó el llamado quemador central, una gran mejora en el diseño de las lámparas. La fuente de combustible se encontraba encerrada herméticamente en metal y se usaba un tubo del mismo material ajustable para controlar la intensidad del combustible quemado y la intensidad de la luz. Casi al mismo tiempo, se agregaron pequeñas chimeneas de vidrio a las lámparas para proteger la llama y controlar el flujo de aire hacia la llama. De hecho, a Ami Argand, un químico suizo, se le atribuye el primer desarrollo del principio de usar una lámpara de aceite con una mecha circular hueca rodeada por una chimenea de vidrio en 1783.
Luego vinieron los primeros combustibles para iluminación consistían en aceite de oliva, cera de abejas, aceite de pescado, aceite de ballena, aceite de sésamo, aceite de nuez y sustancias similares. Estos fueron los combustibles más utilizados hasta finales del siglo XVIII. Sin embargo, los antiguos chinos recolectaban gas natural en pieles que servían para la iluminación.
A principios del siglo XIX, la mayoría de las ciudades de los Estados Unidos y Europa tenían calles iluminadas con gas. La iluminación de gas para las calles dio paso a la iluminación de sodio de baja presión y mercurio de alta presión en la década de 1930 y el desarrollo de la iluminación eléctrica a principios del siglo XIX reemplazó la iluminación de gas en los hogares.
Sir Joseph Swann de Inglaterra y Thomas Edison inventaron las primeras lámparas incandescentes eléctricas durante la década de 1870. Y posteriormente, Friedrich Meyer, Hans Spanner y Edmund Germer patentaron una lámpara fluorescente en 1927. Una diferencia entre las lámparas de vapor de mercurio y las fluorescentes es que las bombillas fluorescentes están recubiertas por dentro para aumentar la eficiencia. Al principio, el berilio se usaba como recubrimiento; sin embargo, el berilio era demasiado tóxico y se reemplazó con productos químicos fluorescentes más seguros. Así fue hasta la luz halógena, luego el led… Pero alto, no veníamos a profundizar tanto en su historia como en el diseño. Detengámonos aquí.
Diseño actual
A partir de aquí, la luz estaba creada, pero el juego con su cobertura y forma multiplicó, dentro del campo del diseño, sus posibilidades. A continuación mostraré tres diseños que han marcado un punto de inflexión en la perspectiva de diseñar lámparas en el mundo contemporáneo, desde la introducción del diseño en 1960 hasta el principio del siglo XXI. Estamos hablando de piezas atemporales del diseño contemporáneo que se elevan a la categoría de obra de arte.
Lámpara Arco
Fue diseñada por Archille y Pier Giaccomo Castiglioni en 1962. Su forma sensual y sofisticadas curvas aportan luz y belleza al ambiente. Cabe destacar que proporciona luz directa sobre una mesa sin la limitación de un punto fijo al techo. Su base tiene un mármol blanco, como el que usaba Miguel Ángel en sus esculturas, que soporta los 65 kg de peso del famoso arco. La base cuenta con un agujero que los diseñadores hicieron a propósito con el fin de mover con mayor facilidad la lámpara.
Lámpara Tolomeo
Diseñada por el arquitecto Michele De Lucchi y Giancarlo Fassina en 1986 para la firma Artemide. Es un clásico de la iluminación y el flexo de mesa por excelencia, su principal característica es su versatilidad que consigue gracias a su estructura móvil y articulaciones.
Lámpara Bourgie
Fue concebida por Ferruccio Laviani en 2004, un diseño atrevido y versátil capaz de adaptarse a cualquier ambiente inspirado, en el estilo barroco. Realizada en policarbonato transparente o negro transparente y en colores metalizados. Su estructura está formada por tres patas decoradas que se entrelazan y una pantalla realizada a modo de tela plisada.
Si bien la decoración del hogar puede no ser siempre tan eufórica como encontrarse a Dios mismo, como apuntábamos en la introducción, sí consigue darnos la oportunidad de vislumbrar nuestros entornos domésticos bajo una nueva perspectiva. ¿Qué nuevas luces nos deparará el futuro? ¿Cómo iluminaremos, no solo nuestros hogares, sino a nosotros mismos? Estén atentos.
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