Ser sexi es una actitud como lo demuestran Zendaya, John David Washington y la Caterpillar House en la última película escrita y dirigida por Sam Levinson, Malcom & Marie (Netflix).
Todo el equipo de la película se trasladó hasta la ciudad de Carmel en California para su rodaje en esta atractiva propiedad privada, obra del estudio de arquitectura Feldman.
La película, rodada en blanco y negro en el interior de la casa, es una propuesta entre visceral y racional que logra cautivarnos por la belleza de sus imágenes, la sensualidad y la elegancia de sus protagonistas, incluida la atractiva casa, más que por su trama. En ella se narra el regreso a casa de un cineasta y su novia tras la noche del estreno de su película. Lo que en un principio parece que será una magnífica noche de celebración, acaba convirtiéndose en una amarga velada repleta de incómodas revelaciones que pondrán a prueba su relación.
Malcom, Marie y la Caterpillar house nos seducen gracias a esa cuidada puesta en escena en la que cada detalle es importante. La sucesión de imágenes de la casa refleja la personalidad de quien la habita. Tiene alma, carácter y nos muestra el temperamento de la pareja mientras pronuncian sus diálogos, o más bien monólogos, deslizándose de un lado a otro de la casa. Como espectador te ves irremediablemente atraído por la belleza de esos planos sostenidos que exhiben las diferentes estancias de la vivienda: cocina-salón-comedor, habitación, porche…
Todas las estancias son sexis: desde la cocina bien organizada, arreglada y diseñada, el baño con su bañera ovalada independiente y esa ventana traslúcida al fondo que transmite una tenue luz, hasta el dormitorio minimalista con una cama coronada con una ventana apaisada que va de lado a lado, rasgando delicadamente la intimidad de la habitación.
La vivienda, ubicada en un terreno con pendiente, se extiende de oeste a este siguiendo el trazado de una oruga como los sutiles diálogos de nuestros protagonistas. Un intenso combate dialéctico que, por momentos te indigna mientras que en otros te emociona, sin dar tregua al espectador poco a poco va adueñándose de cada uno de los espacios de la casa. A través de las palabras vamos recorriendo el pasado y el presente de nuestros protagonistas. Somos testigos de una relación en la que ambos llevan mucho tiempo callándose cosas.
Los dos actores y la casa se complementan a la perfección y la química entre los tres es innegable. La serenidad de Zendaya, que poco a poco iremos descubriendo, y que no deja de ser una fachada con la que intentar mantener bajo control a todos sus demonios interiores, encaja perfectamente con la exquisita decoración de la casa que combina muebles sensuales de madera de diseño sencillo con obras de arte contemporáneas.
Su fragilidad y vulnerabilidad queda continuamente expuesta (como los enormes cristales de las ventanas a punto de hacerse en mil pedazos) y contrasta con la visceralidad de él: Un terrorista emocional que se vale de su ego de creador para transformar toda su inseguridad en violencia, como única arma para defenderse.
Su actitud es la de un terreno cubierto de pastos y árboles que rodea a la casa. Un arma de doble filo que hace que sean realistas y mantengan los pies en la tierra ante una posible mala crítica de la película, al tiempo que los aísla y protege del resto del mundo.
Una magnífica protección, una cubierta ligera con un impresionante techo en voladizo en ángulo revestido de madera, ayuda a dar sombra a las fachadas de vidrio y a los alrededores de la casa. Este mismo techo tiene su continuidad en el interior de la vivienda, revistiendo los techos de las áreas privadas ubicadas en el ala este.
La sala principal, salón-comedor-cocina situada en la parte oeste está compuesta por unos enormes ventanales correderos de suelo a techo que eliminan el límite entre el exterior y el interior, entre lo que se puede y no se puede decir al otro. El acristalamiento, la ventilación natural y el voladizo de la cubierta contribuyen a que las palabras de nuestros protagonistas vuelen libres por los espacios como una suave brisa o como un fuerte viento.
Estos mismos parámetros son los que actúan como un sistema pasivo de calefacción y refrigeración que caldea o enfría la tensión entre Malcolm y Marie. Vemos el rencor y el amor en estado puro, como ese suelo de hormigón pulido tapado por una gran alfombra blanca, cálida y acogedora que ocultan el desgaste de una relación en apariencia perfecta pero que al mismo tiempo nos provoca y es imposible resistirte a la necesidad de sentir sobre la piel ese tacto.
Incluso las actividades cotidianas de nuestros protagonistas también son sexis, como por ejemplo preparar un sencillo plato de pasta, tomar un baño, desvestirse, cambiarse de ropa, elegir la música…
En la película, la música tiene el mismo efecto que los silencios, es el elemento perfecto para crear un ambiente acogedor, recrear situaciones especiales, para celebrar y brindar con tu pareja, e incluso para decir lo que no te atreves a decir.
Delicioso es el momento en el que Zendaya, sentada junto a él en el porche y sin apenas mirarse, pone la canción Get Rid of Him de Dionne Warwick: Una auténtica declaración de amor, magnífica.
La crisis de pareja podría recordarnos a los diálogos de otra película, también estrenada en 2021 en HBO. Hablo de Confinados, dirigida por Doug Liman y protagonizada por Anne Hathaway y Chiwetel Ejiofor. Pero no tiene nada que ver, ya que en esta última se plantean los conflictos derivados de un confinamiento forzado tras una separación y aunque la casa en la que viven los protagonistas ubicada en Londres tiene algunos aspectos interesantes desde el punto de vista arquitectónico, no son comparables.
Últimamente pasamos mucho tiempo en casa y hemos podido comprobar que hay cosas que no nos gustan, otras que no necesitamos o no queremos, otras que aprisionan el espacio y no dejan respirar a los muebles y objetos. La casa se ha convertido en el espacio que acoge todas las actividades cotidianas: trabajo, ocio y descanso. Nuestro hogar, como contenedor de estas actividades, debería permitirnos disfrutar de todas ellas: ¿por qué no puede ser sexi?
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