Nuestro cerebro se encuentra actualmente repleto de necesidades programadas. Y todo gracias al gran trabajo de los departamentos de publicidad y marketing. Han insertado la necesidad de tener lo último, el primero. Y vosotros, y yo, como zombies sin cerebro, queremos más.
El reciente lanzamiento de un nuevo terminal de Apple y la locura sinsentido que ha rodeado su puesta en venta me ha dado que pensar en el grandísimo trabajo de los departamentos de publicidad y marketing. En el caso de Apple, el de innovación ha pasado a mejor vida tras el entierro de Jobs (sí, el número 6 es el que sigue al 5 y sí, 4,7 pulgadas son más que cuatro, señores de Cupertino). Aun así, la gente como loca comprando un teléfono de 1000 euros: es necesario, lo necesito, no puedo vivir sin él. Esta necesidad impera nuestro día a día en todos los sentidos y segmentos del consumismo, pero en tecnología la idiotez llega a términos más propios de Terry Pratchett. Necesitamos un teléfono un poco mejor, una televisión un poco mejor, una tablet un poco mejor.
Estas argucias del venderlo todo y a toda costa se han hecho con nosotros. Hablamos de Apple por ser la más notoria, pero tenemos a muchas otras marcas que necesitan lanzar nuevos productos que dejen en la miseria al anterior cada seis meses, a precios desorbitados. Para ello nos crean necesidades. Primero fue la cámara en un teléfono móvil ¿quién quería hacer una jodida foto en un Nokia 3310? Nadie. Pero se implantó y los móviles sin cámara eran repudiados como los leprosos. Los aficionados a la fotografía seguían con sus cámaras réflex haciendo su trabajo, los que no sabíamos qué era un obturador nos habíamos convertido en los nuevos Joel Peter Witkin.
Se acaban de presentar el nuevo Nexus 6 de Google y su Tablet Nexus 9. Productos tecnológicamente avanzados y espectaculares a buen precio. Buen precio para lo que ofrece en comparación a sus competidores, pero no dejan de ser cifras de tres números nunca menores a 300. Algunos ganan mil euros al mes, otros ni siquiera trabajan. Pero la tecnología es parte de nuestras vidas y la devoramos como hienas, sumidos en una tormenta de nuevas presentaciones, comparativas, especificaciones, gigas y píxeles por pulgada. Queremos más a un ritmo endiablado y es algo que un servidor, como trabajador en este medio, acepta como una realidad, aunque a veces se despierte pensando ¿qué cojones hago gastándome medio sueldo en un aparato de éstos? Primero el odio y la negativa a seguir enfrascado en este torbellino consumista. Pero luego se presenta una nueva consola. Y me muero por tenerla. Enhorabuena a los departamentos de publicidad y marketing. Y al creador de las necesidades no esenciales.
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