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Presiones y mentiras: Puntuar un videojuego.

En Pain & game, Lifestyle jueves, 10 de julio de 2014

Adrián Hernán

Adrián Hernán

PERFIL

La mentira en el periodismo especializado en videojuegos es una constante, por la mera supervivencia económica nos ablandamos bajo las presiones externas, algo lógico a veces, pero ¿es necesario puntuar con un 9’1 esa basura de videojuego? Por Dios, ¿es preciso puntuar la cultura?

Los redactores especialistas malcriamos a una gran masa de lectores, los idiotizamos con grandes numeritos que desgranan la supuesta calidad de un productor -no es otra cosa-, en este caso, videojuegos. Los nueves o dieces se multiplican como gremlins mojados, mientras los títulos de presupuesto medio mueren con notas vergonzantes como, oh, Dios mío, sietes y ochos. El tira y afloja nace de queres diseccionar cualquier atisbo de cultura con ceros y unos. Y ahí nace el primer problema.

Deadly-Premonition-videogames-ElHype

Ya sean estrellitas, tomates, numeritos enteros hasta el cinco o medidas algorítmicas, los medios de comunicación obligan a sus redactores a “puntuar”, en este caso, videojuegos. No hay nada de malo en ello, aunque en demasiadas ocasiones la suma de los bienes de un producto no llegan a cubrir el número que se le adjudica. Las presiones de las empresas son altas, las campañas de promoción de los juegos son enormes, por lo tanto no quieren riesgos a la hora de vender un videojuego en el que han invertido cien millones de rupias.

Mal vamos cuando el número se convierte en el núcleo central del artículo escrito, nada importan los parabienes o problemas del videojuego si en la casillita correspondiente tiene un “9’3”. Y es que cuando un pequeño medio de comunicación depende de los cientos o miles de euros de inyección de un gigante electrónico para embellecer con un banner nuestra página de inicio, otorgarle una nota menor se equipara a sopesar la presión de una soga en nuestro cuello. Maldita sea, es la supervivencia contra mentir al usuario medio, el que se guía con las grandes portadas, con los Call of Duties, Fifas y demás.

El periodista y el periodismo especialista también tiene la culpa de estar atontando al lector, hemos convertido el ocho en una nota paupérrima que convierte al juego en sí en un jodido “meh”, ¡¿nos hemos vuelto locos?! La pela es muy importante, pero siempre con un balance lógico y sin tergiversar la dualidad texto/nota. El periodista no debería acongojarse ante la supuesta importancia del título, ante el miedo de enfadar a la distribuidora dando notas infladas (véase la interesante percepción de las notas oficiales de Watch Dogs en Metacritic contra las opiniones de los usuarios). Tampoco convertirnos, con la hipocresía por bandera, en el azote de los llamados títulos medianos y pequeños sin carga de publicidad importante, con la facilidad que supone (el caso contrario con el enorme Deadly Premonition, asesinado por la crítica especializada, y es que es muy fácil chulear al pequeño de la clase).

puntuaciones-videojuegos-elhype

El fin último es educar, sin caer en la pedantería, al lector. Debemos hacerle saber con nexos a otras fórmulas culturales el propósito del videojuego, darle libertad al margen del consabido trío “gráficos, sonido, duración”. Hacerlo cómplice de una forma cultural universal. Aunque para eso quede un largo recorrido.

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