En marzo de 2019, un año antes de la hecatombe vírica, Daido Moriyama fue distinguido con el premio Hasselblad, el considerado como “Nobel de la fotografía”. Galardón que, desde 1980, ha distinguido a los más ilustres exponentes de este campo artístico: Irving Penn, Henri Cartier-Bresson, Richard Avedon, William Klein, Sebastião Salgado, Lee Friedlander, Robert Frank o nuestro Joan Fontcuberta han sido algunos de los agraciados.
Coincidiendo con la importante condecoración, el espacio Foto Colectania de Barcelona había promovido una exposición alrededor de la obra del artista japonés antes de que el estallido del Covid-19, y el posterior estado de alarma, lo hiciera saltar todo por los aires. Pese a que Daido Moriyama: A Diary ampliará sus fechas para el disfrute in situ en las fases de desescalada y durante esa “nueva normalidad” de duración indeterminada —de hecho ya están activadas las inscripciones para solicitar una visita con cita previa—, parte de la misma se trasladó al mundo online empujada por la coyuntura. En concreto, lo hizo mediante varios contenidos y recursos, tales como fotografías, vídeos, entrevistas, comentarios de las comisarias Sara Walker y Louise Wolthers y otros análisis, agrupados en distintos diarios sobre la figura del influyente y veterano artista, reproduciendo así la idea de dietario visual, sin orden cronológico ni temático, con la que se planteó la exhibición.
A sus 81 años, Daido Moriyama es considerado el padrino de la fotografía callejera japonesa. Nacido en Osaka en 1938, en su juventud se mudó a Tokyo donde empezaría a trabajar como diseñador industrial. Su carrera como fotógrafo arrancaría poco después, tras trabajar como asistente con Eikoh Hosoe, uno de los miembros de la agencia VIVO. Para su primer trabajo ya pisó una de sus parcelas predilectas: los bajos fondos de la capital de Japón. Adscrito al movimiento Provoke, su estilo sobresalió pronto por un pulso transgresor e impulsivo, alérgico a la tradición. Inspirado por su amigo William Klein —cuya obra también se expone estos días en una exposición en La Pedrera de Barcelona—, el teatro experimental de Shūji Terayama y la literatura de Jack Kerouac y James Baldwin, su mirada se resuelve, mayoritariamente, sobre excéntricas y singulares figuras humanas encuadradas en entornos eminentemente urbanos, tanto diurnos como nocturnos. Un continente con el que se ganó a pulso la distinción de fotógrafo del ruido y el caos de la metrópolis japonesa.
En 1968 publicó uno de sus libros más rutilantes, Nippon gekijō shashinchō (Japón: un teatro fotográfico), en el que abordaba la nueva urbanización saliente en el Tokyo de la posguerra, así como la faceta más sumergida de la vida urbana y la ruptura de los valores tradicionales. Un interés que prolongó en su primera intervención en la revista Provoke del mismo año, a través de una serie de retratos eróticos de mujeres difuminadas en una misma habitación de hotel.
Aunque es su libro Bye, bye, Photography, Dear (1972) la que el propio Moriyama considera como la obra culmen de su vida artística. Un trabajo discordante, a veces indescifrable, como caracteriza el grueso de su fotografía.
Otras publicaciones relevantes de su carrera son: New York : Another Country (1974), Tales of Tohno (1976), Japan: A Photo Theater ll (1978), “Light & Shadow (1982), Places in My Memory (1984), A journey to Nakaji (1987), Memories of a Dog (1998), entre muchas otras.
El estilo de Daido Moriyama se define por un blanco y negro visceral y crudo —aunque también ha apostado por fotografías en color, más reflexivas—, nacido de las entrañas, con bastante presencia de grano y cierto desenfoque. Estampas ásperas, desequilibradas, sin simetrías ni búsqueda armoniosa con contrastes muy acusados e igual de cómodo en planos abiertos que cerrados. En resumidas, es una fotografía nerviosa, urgente e inmediata, poco respetuoso con la técnica y su depurado, pero altamente expresiva. Entre lo ilusorio y lo real, como han definido varias voces al respecto.
Una forma de entender y capturar la realidad acorde con el propio espíritu rebelde y libre que ha pregonado el artista a lo largo de su vida. Liberado de pautas, normas, cánones, tendencias, sigilos de gremio, e, incluso, de la originalidad y la defensa de esta. Indiferente a tabúes y al conservadurismo de la sociedad nipona. Un verso libre como expresa con sus instantáneas.
Sea de forma online u offline, se presenta una ocasión idónea para explorar la fascinante obra de un autor poco (re)conocido en nuestros lares pero figura trascendental en su terreno.
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