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Música

Dawes: “Prefiero amor u odio a solo gustar”

En Interviews, Música domingo, 20 de octubre de 2019

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

Dawes es una de las bandas de rock de raíz inequívocamente norteamericana más estimulantes de la última década. Esta semana nos visitan de nuevo: el jueves 24 de octubre en la Razzmatazz 2 de Barcelona, el viernes 25 en la 16 Toneladas de Valencia, el sábado 26 en la madrileña El Sol y el domingo 27 en el Kafe Antzokia de Bilbao. Buena ocasión para que su líder, Taylor Goldsmith, nos atienda al teléfono desde Los Ángeles.

En vuestro último álbum, Passwords (2018), habéis vuelto a contar con Jonathan Wilson, quien ya produjo vuestros primeros álbumes, y os habéis alejado de los experimentos síntéticos del anterior, We’re All Gonna Die (2016). ¿Ha sido para vosotros como una vuelta a las raíces?

Creo que cada disco, al menos para nosotros, es una reacción a lo que hemos hecho justo antes. Y con Passwords (2018) nos ha pasado eso. Cuando hicimos We’re All Gonna Die (2016) teníamos claro que nos gustaba una forma clásica de componer, pero también Kanye West, por ejemplo, diferentes tipos de música. Cada disco es una combinación de influencias y con el último queríamos alejarnos de la agresividad y la fiereza del anterior, aunque es algo que en lo que no se me ocurre pensar hasta que ya está hecho.

Siempre hemos querido evolucionar. Nos encanta nuestro primer disco, del que ya ha pasado una década, y tocamos canciones de todos nuestros discos cada noche, porque para nosotros ha sido una evolución muy natural. Queremos hacer cosas nuevas y frescas, como cualquier banda que crece. Si no, te mueres creativamente. Pero nos sentimos muy honrados de cuál es nuestro legado.

¿Habéis sentido alguna vez que decepcionabais a vuestros viejos fans?

Siempre habrá alguien a quien no le gustará alguno de nuestros giros, como el de We’re All Gonna Die (2016), pero creo que eso es bueno. Creo que si haces un disco y la reacción general es bueno, suena a Dawes, no es una buena señal. No contribuye a la conversación. Mientras que si oyes Oh, Dios mío, ¡qué han hecho!, alguien que se siente totalmente descolocado con tu nuevo disco y que incluso lo llega a odiar, eso significa que habrá seguro alguien que lo adorará.

Hay gente que nunca había escuchado nada nuestro hasta We’re All Gonna Die (2016) y luego se han hecho con todos los demás discos, y les encantan. También ha pasado al revés, que muchos que nos adoraban, dejaron de hacerlo con ese disco. No es divertido, a nadie le gusta perder fans, pero prefiero ser objeto de amores u odios que ser simplemente una banda que gusta. Lo que tenemos es el fruto de empujarnos a nosotros mismos a hacer cosas distintas y ver si somos capaces de hacer cosas nuevas, aunque en potencia puedan ser incómodas.

En realidad, si las canciones de We’re All Gonna Die (2016) fueran interpretadas en acústico, o al estilo de discos como North Hills (2009) o Passwords (2018), funcionan igual. Muchas sonarían como canciones folk, pero considero que somos una banda de rock y eso nos inclina a hacer cosas que no hayamos probado antes. Aunque el núcleo de nuestra música no ha cambiado, en esencia. Es más una cuestión de presentación.

Dawes

En vuestro último disco hay canciones como “Passwords”, el tema titular, que parecen alertar contra este estado de paranoia en el que vivimos, siempre monitorizados a través de cada movimiento que hacemos en internet, ya sea por las redes sociales, por las páginas que visitamos o por nuestras compras digitales, como si viviéramos bajo la vigilancia de un nuevo Gran Hermano orwelliano. ¿Es así?

Absolutamente, lo has clavado. Es algo sobre lo que debemos ser conscientes. Desde que yo era un crío, la idea de estar cada vez más conectados era muy atractiva, era algo que el ser humano no había experimentado hasta este nivel. Pero a medida que hemos ido llegando a ello, parece una drogadicción. Mucha gente se está dando cuenta de que es mejor desenchufarse, desconectar, no estar al alcance de todo el mundo, yo no quiero que siempre todo el mundo me pueda encontrar en todo momento.

Da miedo porque todo esto está condicionando la forma en la que pensamos: pensamos en tweets, en frases de 120 caracteres. Cada uno de nuestros pensamientos está constantemente siendo interrumpido por un texto de una pantalla, por un mensaje o por una notificación, y no nos damos la oportunidad de soñar despiertos. Da miedo, aunque también es fascinante. Es el mundo en el que vivimos hoy en día.

¿No te parece paradójico que cuanto más conectados estamos, más simples sean los mensajes?

Sí, y además hace años, si te gustaba un poema, o un ensayo o un hecho histórico, lo que sea, lo anotabas y te lo quedabas para ti. O lo memorizabas. Mientras que ahora, como tenemos toda nuestra memoria externalizada y a la vista, ya no necesitamos memorizar nada, lo podemos consultar en una pantalla. Y tenemos esa actitud perezosa, aunque muchas veces inconsciente, de no voy a poner atención porque lo puedo consultar luego. Cuando más disponibles tenemos las cosas, de forma más simple las obtenemos, desafortunadamente.

Teniendo en cuenta que Jonathan Wilson ha producido la mitad de vuestros álbumes, ¿qué importancia le dais? ¿Es algo más que un productor para vosotros?

Sin duda que es más que un productor, porque nos ha ayudado a ser lo que somos. Éramos unos críos cuando hicimos nuestros primeros discos y él nos ayudó mucho. Hace poco se vino a tocar la guitarra en un concierto nuestro en Newport (Rhode Island), para celebrar el décimo aniversario de North Hills (2009), y fue muy significativo para nosotros, es un mentor, alguien a quien podemos recurrir cuando necesitamos alguien que nos guíe. Él tiene un gusto y una capacidad increíbles como productor y guitarrista, siempre hemos confiado en él y siempre lo haremos.

Tenemos ya escrito nuestro séptimo álbum, que no lo hemos hecho con él, pero él nos apoyó mucho, es como un miembro de la familia, el quinto miembro. Nuestro próximo disco saldrá el año que viene, lo he estado trabajando con mi mujer, cuyo disco saldrá antes. Será muy directo, con mucha guitarra eléctrica, probablemente lo más parecido que hemos hecho nunca a como sonamos en directo (N. del R.: su mujer es la actriz y cantante Mandy Moore)

Dawes

¿Cómo asumís el tema de las influencias? Una vez le pregunté a Father John Misty por la escena de Laurel Canyon (de hecho, él se mudaba allí en el momento de la entrevista) en los setenta, y le sentó francamente mal. En vuestro caso, ¿cómo os sentís cuando se relaciona vuestra música con la tradición pop de la costa oeste y todo el soft rock californiano?

No me importa mucho. Entiendo que por las guitarras acústicas y las armonías vocales alguien pueda decir que venimos de esa tradición californiana, entiendo lo que quieres decir. Pero también creo que muchas de nuestras canciones no, como “Living In The Future”. No suena así en absoluto. Ni “Telescope”, ni “Things Happen”… hay muchas que para mí no enlazan con esa tradición del sur de California. Si hubieras tenido a Kurt Cobain al teléfono y le hubieras preguntado cómo se siente siendo el rey del grunge, te habría contestado que él solo hace rock, y que le da igual cómo lo definas. Ningún artista te va a decir que hace, por ejemplo, country de los noventa. Solo hay que hacer lo que a uno le nace de forma natural, y dejar que sea la gente la que establezca qué límites le quiere dar a tu música.

La prensa es libre de decir lo que quiera, pero no sé hasta qué punto ciertas etiquetas son justas para quien luego nos va a escuchar sin tener una idea previa, porque posiblemente no representen de forma acertada todo lo que hacemos. Sé que es un trabajo que para los periodistas no es fácil: os toca poner palabras para describir lo que la gente va a escuchar, pero al mismo tiempo puede que ese trabajo simplifique demasiado las cosas. No es algo que me enfade, simplemente creo que en nuestra música hay muchas más cosas: de los Replacements, de Bob Dylan, de Kanye West, de My Morning Jacket, de The Grateful Dead o de Tom Petty.

¿Cómo os sentís actuando en España?

Me encanta porque siento que es un público muy apasionado, y capta cosas de nuestra música que otros públicos no captan. Incluso en Norteamérica, hay muchas ciudades en las que la gente no tiene ganas, en general, de escuchar música de guitarras todo el tiempo. Pero en España siempre he tenido la sensación, al menos por mi experiencia, que hay amor por el rock and roll, y eso lo hace muy divertido.

Estuve con mi mujer en Barcelona hace un par de años, de vacaciones, y quedamos con un amigo español. Le estuvimos contando lo cansados y avergonzados que estamos de tener un presidente como Donald Trump, la cantinela habitual de los últimos tiempos, y él nos decía que conectaba con nuestra forma de ver las cosas, más que con gente de otros países más cercanos. Yo creo que los americanos y los españoles compartimos una cierta forma apasionada de ver las cosas, una cualidad excitable y vigorosa, no sé si tiene sentido lo que digo…

Bueno, si tenemos en cuenta que muchos grupos de tu país son mejor acogidos aquí que en ningún otro país europeo, creo que sí.

Sí, sé que hay bandas que son incluso más grandes en Europa que en los EEUU, pero a nosotros nos pasa al revés. En fin, en cualquier caso, tenemos ganas de volver a España. Tocaremos canciones de todos nuestros discos, porque cuando salió Passwords (2018) sí que tocábamos cada noche unas siete del álbum, pero ahora que ya hemos dejado atrás la fase de presentación estricta del disco, nos decantamos por elegir unas tres o cuatro de cada uno de los seis álbumes que tenemos.

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