Comenzaba H.P. Lovecraft su ensayo El horror sobrenatural en la literatura con una frase digna de su epitafio: La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.
En el show business, como en una partitura, el silencio vale tanto como lo que se dice. Tras años de obviar rumores o minimizar leyendas, los músicos de rock comprendieron que en esta vida lo que no se sabe es tanto o más precioso que lo que se sabe. Que hablen de ti, aunque sea bien, se atribuye a Salvador Dalí. Que hablen de ti, dirán ellos, aunque no sepan quién o qué eres.
Prescindiremos de los casos más notorios. Desde que los miembros de The Residents ocultaran sus rostros bajo globos oculares hasta que Slipknot salpimentara el metal extremo con máscaras de payasos cancerosos y moteros con pinchos, aquella emoción atávica que describía Lovecraft tiene una larga historia en el rock ‘n’ roll. Siempre corremos el riesgo de encontrarnos ante un truco comercial.
Seleccionaremos con sumo cuidado un puñado de personajes que creemos susceptibles de tener razones esotéricas, psiquiátricas o policiales para enmascararse.
? and the Mysterians
A mediados de los 60 se dio a conocer en los alrededores Michigan una banda llamada ? & the Mysterians (también conocida como Question Mark & the Mysterians), cuyo líder, se rumoreaba, había cambiado legalmente su nombre a ?. El tipo iba siempre con gafas de sol y afirmaba haber vivido en Marte o rodeado de dinosaurios en vidas pasadas. Venía para quedarse: unas voces misteriosas le contaban que aún estaría interpretando su éxito “96 Tears” en el año 10.000 de nuestra era. Se habría confirmado, pues, el one-hit wonder más celebrado de la historia universal, y parece que fueron esas mismas vocecillas las que en 1997 le ordenaron reagrupar a la banda para seguir interpretando lo que es considerado hoy un hito del proto-punk. Delirios de iluminado o burda artimaña publicitaria, eso nunca lo sabremos, porque para esas lejanas fechas tú y yo, querido lector, seremos tan ignotos como quizás el señor ?.
A este lado de Marte, ? y sus compañeros eran una banda de mexicanos con nombres anglificados: el frontman era, o había sido en su día, Rudy Martínez.
Don Bradsham Leather
Nada sabemos sobre Don Bradsham Leather (a menudo transcrito incorrectamente como Bradshaw), si es que ese nombre guarda alguna relación con el real. Solo tenemos un solitario álbum de 1972 con música instrumental e inquietante, Distance Between Us, y un ser indescriptible en la portada.
En la contraportada aparece la misma criatura atacando a una mujer desnuda, cual si de un horrísono sacrificio se tratara. En este caso, casi preferimos que sea una parida.
Devil Doll
En 1987, un tal Mr. Doctor pone un anuncio en una revista musical yugoslava buscando colaboradores bajo el epígrafe: Es menos probable que un hombre sea grande cuanto más está dominado por la razón; pocos pueden alcanzar la grandeza —y nadie en el arte— si no están dominados por la ilusión.
Su nombre estaba inspirado por el Doctor Jekyll y Mr. Hyde y su proyecto musical ha sido llamado a veces la secta de Devil Doll. Sus álbumes abordan temas siniestros en canciones de no menos de 20 minutos (en el caso de su debut, con silencios de igual duración), agrupadas en una ocasión en una canción de casi 80 minutos. En un principio, había dos filiales de “la secta”, una en Italia y otra en Yugoslavia, que colaboraban a través del telón de acero. The Mark of the Beast, su primera producción, tenía una portada pintada a mano y solo disfrutó de una copia, guardada hasta hoy en casa del Doctor: estaba proyectada como una pintura aural, a modo de talismán. Algo desde luego impensable en la era de Myspace.
Mr. Doctor afirma poseer 40.000 vinilos provenientes de este y otros planetas. Su nombre se conoció gracias a la publicación de su libro 45 Revolutions (A definitive discography of UK punk, mod, powerpop, new wave, NWOBHM, and indie singles 1976–1979, Volume I): el señor Mario Panciera. Tal desenmascaramiento no impidió que surgieran nuevos rumores, como que este oscuro individuo sí es “Dr.”, pues disfrutaría de varios doctorados. En España lo conocen más bien porque a alguien se le antojó que una de sus operísticas piezas era una colaboración de Pink Floyd con Triana, aunque ninguno de los dos grupos se le parece ni en el blanco de las Fender.
Sopor Aeternus
Sopor Aeternus and the Ensemble of Shadows es el proyecto darkwave de Anna-Varney Cantodea, pseudónimo tras el que se esconde un individuo, presumiblemente alemán, que siempre aparece bajo un tupido velo de maquillaje que deforma sus rasgos. En sus escasas entrevistas ha insinuado que adora a Júpiter y Saturno (Jusa) y que sufrió abusos en una infancia solitaria, en la que descubrió cómo invocar a un grupo de espíritus (The Ensemble of Shadows), quienes supuestamente interpretan la mayoría de los instrumentos. A ellos dedica su música.
Se cuenta que su apellido, Cantodea, viene a significar algo así como “yo canto, deidad” en latín. Difícil dilucidar si detrás de todo hay una verdadera alma atormentada que ha encontrado en el canto su salvación, y no más bien un cachondo mental o una fullería estética digna de las bandas del Neue Deutsche Todeskunt (como Das Ich): Anna, que nació hombre, ha permanecido inaccesible durante treinta años de carrera y nunca ha dado conciertos “frente a humanos”.
En cualquier caso, la presumible depresión de nuestro personaje no le impide un negro sentido del humor. En su blog recomienda recetas de galletitas y en “The Urine Song” canta:
Once you’ve washed your face in piss, you’ll realise its sacred bliss.
You’ll never waste that precious gold
open your hands… and make a bowl!
Al vídeo que anexamos lo precede la siguiente indicación: Contemplen una fabulosa producción de A.V.C. presentando un documento cinematográfico de la mayor importancia y la más divina belleza… Cinema vérité. Tendrá que juzgarlo uno.
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