Fuertes críticas a las sociedades rusa y rumana trajeron a la Competición en la Berlinale la dura y exigente Under the Electric Clouds, de Alexey German Jr., y la más clásica y muy sólida Aferim! de Radu Jude.
A un siglo de la Revolución de octubre (es decir en un par de años más), Rusia es un edificio ultramoderno que se quedó a medio construir. Hace casi dos siglos, la sociedad rumana, con sus desigualdades y sus minorías oprimidas, está en plena transformación en la región de Valaquia (a la frontera de Turquía), tironeada entre las distintas dominaciones extranjeras. Proyectándose en otras épocas, Radu Jude, con Aferim!, y Alexey German Jr., con Under the Electric Clouds, echan duras miradas a sus sociedades respectivas en la Competición oficial de la Berlinale 2015.
El gesto de hablar de la realidad actual sin situarse en el presente no tiene nada nuevo, sobre todo para German Jr. Sus tres largometrajes anteriores, todos presentados en el festival de Venecia –esta es la primera Berlinale para el hijo del recientemente fallecido Alexey German– se situaban clara e identificablemente en el pasado. Pero ahora juega con una ambigüedad casi abstracta, de un tiempo que, de no estar explícitamente indicado, bien podría ser hoy. La fecha no es muy lejana (2017). ¿Acaso lo es el enunciado del comienzo, de un mundo al borde de la guerra?
Abriendo con una cita del impresionista Paul Cézanne, Under the Electric Clouds (Pod electricheskimi oblakami en su título original) se estructura en siete capítulos en torno a distintos personajes cuya vida está afectada por la detención de las obras. Aunque el fantasmagórico esqueleto del edificio ya está construido, lo más probable no es solo que nunca se termine, sino que se demuela para dar paso a otras construcciones. Mala suerte para el inmigrante kirguís que llegó, solo y sin hablar ruso, a trabajar en las obras; o para el arquitecto que trató de quemarse de la frustración; pero los fósforos estaban mojados, en ese territorio en que el agua apenas permite distinguir entre la playa y bruma.
En un delicado equilibrio entre arte conceptual y narración muy concreta, el único título ruso en Competición oficial de la Berlinale orquesta un ballet de personajes en un espacio espectral, por momentos casi onírico, para comentar distintos aspectos de la política y la sociedad del país, desde su lugar en el mundo, su noción de la modernidad y el desarrollo, su relación con su multinacionalismo y principalmente sus posibilidades de supervivencia.
La relación entre distintos pueblos al interior de una sociedad, también es uno de los temas abordados por el rumano Radu Jude en su tercer largometraje, con el que se “gradúa” desde el Forum de la Berlinale (donde se habían presentado The Happiest Girl in the World y Everybody in Our Family) hasta la Competición oficial. ¿Los gitanos son creaturas del demonio o de Dios? ¿Y los judíos? ¿Qué misericordia merece un esclavo ante el castigo brutal? Son preguntas que surgen tanto cínica como cándidamente durante la travesía del oficial Costandin y su hijo Ionita en busca de un esclavo gitano acusado de haber robado a su señor antes de fugarse. Juntos atraviesan el magnífico paisaje, captado en depurado blanco y negro, de la región de Valaquia (a la frontera de Turquía), encontrándose en el camino con distintos personajes que van pintando el retrato de una sociedad con una estructura casi medieval.
Las relaciones sociales en Rumania, en Aferim! de Radu Jude © Silviu Ghetie
Jude recurre a un estilo clásico y muy accesible de narración visual para un relato que presenta en un primer tiempo personajes y situaciones relativamente esquemáticos, para luego ir dotándolos de una complejidad como recordándonos que nada es tan simple en la sociedad rumana de hoy.
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