La arquitectura es un arte que tiene muchas cosas en común con otras disciplinas como la moda y la música. Las tres unidas forman un triángulo equilátero en el que el material, la proporción y la belleza son necesarios para crear una melodía perfecta.
Dejando a un lado la música y centrándonos en la moda, la relación que se establece entre estas dos disciplinas es tan sutil y delicada que la combinación de ambas desprende poesía.
Si somos capaces de encontrar cierto paralelismo entre ellas y de imaginar que los cerramientos que definen, visten y revisten los edificios son a la estructura como la ropa al cuerpo, ya nunca más podremos contemplar un edificio de la misma manera.
Descubriremos que una cuidada y estudiada selección de los diferentes materiales que componen la piel de un edificio es capaz de transformarlos y convertirlos en una obra de arte elegante y hermosa en sus formas arquitectónicas, con independencia de la estructura o el cuerpo que tengas.
Recientemente he visitado el Museo Balenciaga en Getaria, junto al Palacio Aldamar, un gran volumen longitudinal, sinusoidal y de sección trapezoidal, cerrado con muro cortina de vidrio, obra del arquitecto cubano Julián Argilagos. El interiorismo y la museografía pertenecen al equipo AV62arquitectos. En él se puede ver la colección cedida por la millonaria estadounidense Rachel L. Mellon, amiga y clienta, para quien realizó cientos de piezas.
Conocido como el arquitecto de la alta costura, Cristóbal Balenciaga, brilló en el mundo de la moda, gracias a sus delicadas y elegantes propuestas basadas en la pureza de líneas, la simplicidad, el desarrollo de los volúmenes y la proporción. Unidas a una marcada reinterpretación de la tradición española y una gran comodidad.
Un buen modisto debe ser arquitecto para la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida.
En arquitectura, los suizos Herzog & De Meuron son unos maestros de la utilización de la piel en sus proyectos. La resolución material de la fachada y los cerramientos ha provocado que sus obras hayan sido calificadas como epidérmicas, impecables en su envolvente exterior, pero con un interior de gran simplicidad formal. Un ejemplo de ello es la ampliación de la galería de arte moderno y contemporáneo, la Tate Modern de Londres (2016)
El éxito de Balenciaga residía en una arriesgada elección de tejidos, un alto dominio de la técnica del corte y un amplio conocimiento del cuerpo femenino. Le preocupaba la concepción arquitectónica del vestido, huía de lo superfluo, quería construir el vestido perfecto a partir del estudio de nuevos materiales, nuevas mezclas, empleando soluciones técnicas siempre al servicio de la estética pero sin alterar el cuerpo.
Sin embargo, la estrategia de Herzog & De Meuron consiste en partir de materiales tradicionales para manipularlos con métodos no tradicionales, desmaterializándolos, con el fin de crear un extenso e inagotable catálogo de pieles que tiene su trasfondo en el interés por la moda de ambos arquitectos.
En todos sus proyectos aparece la fachada y los cerramientos (piel) como elemento más significativo. Su radicalidad en el tratamiento de esas superficies hace que muchas de sus fachadas presenten un tratamiento más artístico que arquitectónico. La piel busca la forma del edificio mediante la lógica del material empleado y del proceso constructivo, adaptándose a él haciéndolo más atractivo y sugerente.
El grado de permeabilidad de esa envolvente permite su integración en el entorno próximo, así como su apertura hacia el interior. Ya no se sabe si sus edificios son pesados o ligeros, sólidos o líquidos, opacos o transparentes, bonitos o feos, pues, sobre todo, desde su impacto inmediato e impredecible, intrigan.
Sus pieles no son aleatorias y todas parten de un diálogo con el lugar y con el uso del edificio, otorgando un carácter propio a cada proyecto. Sus volúmenes son cajas vestidas: transparentes, de gasas, de tules y de vidrios que sugieren y provocan.
Lo mismo sucedía con las creaciones de Balenciaga: sus vestidos eran como una piel de líneas suaves, una estructura lineal separada siempre del cuerpo un centímetro, para crear movimiento y realzar la silueta femenina sin oprimir.
En sus colecciones destacaban los vestidos túnica, los abrigos tipo barril o tonel, las faldas globo, el vestido trapezoidal y su obra más conocida, el vestido saco, una auténtica revolución en los años 50.
Las formas y volúmenes geométricos, para algunos, encerraban o protegían a la mujer y supusieron una ruptura con los cánones del cuerpo de aquella época, lo que condujo a que muchos críticos de moda afirmasen que sus modelos no resultaban eróticos a los ojos de los occidentales y que su percepción de la mujer fuese más japonesa que occidental. Sin embargo, la mayoría de sus creaciones dejaban al descubierto la espalda de la mujer destacando mucho la nuca, un elemento muy erótico en Japón.
La Tate Modern es un edificio de 10 pisos anexo a la central eléctrica de Bankside, ubicado en la antigua sala de Interruptores de la misma. Una torre única con forma de pirámide, cuyas líneas estructurales de hormigón se pliegan dramáticamente a medida que se elevan, reinterpretando la central construida en ladrillo de una nueva manera más radical: está revestida con una celosía perforada de 336.000 ladrillos.
Lo mismo sucede con los diseños de Balenciaga, capaz de montar un vestido con un paño de tela, sin apenas cortes ni costuras, en poquísimo tiempo, su habilidad para crear volúmenes y formas fue asombrosa; daba a las prendas un acabado perfecto, casi escultórico, encubriendo todas las botonaduras y puntadas de hilo.
La radical simplicidad y franqueza de la obra de Herzog & De Meuron se aprecia en las medidas arquitectónicas que impactan por sí mismas. No hay puntos de unión entre las paredes (costuras), los pisos o suelos y el techo. Los techos son planos y no articulados. Los pisos de roble están sin terminar, añadiendo una sensualidad inesperada en las estancias.
Esta singular fachada está interrumpida por grupos de finas y delgadas ventanas verticales que permiten filtrar la luz durante el día y brillar en la noche, transformando un material sólido y masivo en un velo que cubre el esqueleto de hormigón del nuevo edificio. En las dos primeras plantas, están la recepción y los espacios comunes. Entre el tercer y el quinto nivel, se ubican las galerías de exposiciones, en las que destaca su pavimento de hormigón oscuro que contrasta con las obras de arte. Los niveles sexto y séptimo están por encima del techo vidriado, con una terraza y un café. Se trata de un proyecto que ejemplifica a la perfección la combinación de espacios industriales de material visto con arquitectura de acabados refinados, característica de estos nuevos tiempos.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!