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Los del superyó

En La gran aventura de Pérez, Lifestyle miércoles, 23 de abril de 2014

Pérez

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PERFIL

Si Freud hubiera conocido esto de las redes sociales al desarrollar la teoría del superyó, una embolia hubiera acabado con su vida tras revisar algunos perfiles sociales. Dicen por ahí que no es que ahora haya más imbéciles que en otros momentos de la historia, es que ahora todos sabemos que son imbéciles. Y, curiosamente, son los que tienen un superyó muy desarrollado.

Igual que en Gran Hermano, en las redes sociales es imposible engañar a todos todos el tiempo y acabamos siendo nosotros mismos, signifique lo que signifique eso, así que si tenemos un superyó überdesarrollado es muy probable que parezcamos grandes imbéciles. Y lo peor es que como no tengamos cuidadito con lo que hacemos (un rasgo identificativo de los superyós es que nunca lo tienen) nuestra imagen se quedará así, de inconmensurables, legendarios, grandes imbéciles. Y no queremos eso, claro.

¿Cómo saben los demás que eres uno de esos y que tu superyó haría tambalearse al mismísimo Robert Downey Jr.? Aquí van algunas pistas:

  • Pones “Me gusta” en todas tus publicaciones de Facebook. Mira, voy a decírtelo claro: poner “Me gusta” en tu propia publicación es de lúser total. Los demás ya sabemos que si lo has compartido es porque te gusta. Es eso o pensar que lo compartes porque no te importa que los demás sepamos que eres imbécil. Tú verás.
  • Retuiteas todas las menciones en Twitter. Una de las utilidades más divertidas de la red del pajarito es interactuar con otros usuarios. A menos que tengas un candadito en tu cuenta (y si eres de los del superyó es poco probable), todo es en abierto. Créeme, no es necesario que retuitees todas las menciones, si alguien está interesado en seguir una de tus interesantísimas conversaciones, la buscará.
  • Compartes una y otra vez tus post, tus artículos, tus entrevistas,… UNA Y OTRA VEZ. Uno de los signos claros de que tu superyó está súpervitaminado y mineralizado es que compartes todas tus producciones seiscientas ochenta veces. Alguien te habló una vez de la fugacidad de los mensajes en Twitter, de la importancia del momento de publicación y de que Facebook ha cambiado el algoritmo de posicionamiento y para asegurarte de que TODO EL MUNDO te lee y que tienes muchas visitas lo compartes hasta la agonía. Igual deberías repensar tu estrategia y, en lugar de compartir compulsivamente lo mismo, observar las rutinas de tus seguidores y decidirte por publicar en las horas en que es probable que tengas más éxito. Lo demás es decir todo el rato eh, eh, soy yo, soy yo, mírame, estoy aquí, soy yo.

Estas son sólo algunas de las cosas que hacen los del superyó y que les hacen quedar como La Chata delante de los demás, pero hay más. ¿Eres uno de ellos? Te queremos igual.

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