Una sensación tan increíble que parece no ser de este mundo y que vale la pena sentir. Algo al alcance de todos aquellos que salen a correr y saborean su magia.
Se trata de un subproducto de la fábrica corporal que se genera cuando consumimos running en altas dosis y que nos proporciona una sensación de bienestar espectacular, una evidente euforia y hasta una experiencia espiritual profunda.
Tras más de 20 años de salir a correr de forma habitual, estoy seguro de que la mejor recomendación que puedo hacer a mis congéneres es que salgáis a correr. Sin duda alguna, los beneficios que reporta esta práctica superan con creces cualquier otra actividad deportiva de las que he podido probar.
Salir a correr no solo asegura una disminución del estrés, al que todos estamos sometidos diariamente, sino que previene frente a la ansiedad y la depresión. Salir a correr eleva los niveles de bienestar corporal, relaja y nos provee de una tranquilidad mental absoluta. Rejuvenece. Nos administra una dosis de autoconfianza y autoestima que nos permite sentir la capacidad para desarrollar cualquier actividad que se nos ocurra. Salir a correr nos pone al alcance de la mano un autocontrol emocional básico para mejorar nuestras relaciones personales. Salir a correr aumenta las expectativas de autoeficacia y nos permite funcionar mucho mejor en nuestros puestos de trabajo. Salir a correr…
La lista se haría larguísima pero no quiero pasar por alto dos conceptos de nivel. El primero es que la relación coste-beneficio para producir este alarde de ventajas corporales y emocionales es la más baja del mercado de la salud, camiseta, pantalón, zapatillas y a correr… que para estos tiempos de crisis no está nada mal. El segundo es que el running, salvo a nivel profesional, es no competitivo. Sólo corres contra ti mismo aunque puedas correr con los grandes de este deporte a nivel mundial. Esto es algo que no se da en otras disciplinas donde no puedes jugar contra Nadal, con Mesi o Fernando Alonso.
Pero como todo no podía ser fantástico y maravilloso, el running tiene el inconveniente de que es adictivo. Cuanto más corres más quieres correr y cuando no corres lo echas mucho de menos. Y es esa misma adicción la que te lleva a saborear el Runner´s High. Algo que sólo sienten aquellos que juegan en la primera división del running, aquellos que saborean lo que es la magia de un maratón, un iron man o los 101 Km. de Ronda. Una sensación tan increíble que parece no sea de este mundo y que ¡vale la pena sentir!
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