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70 Festival de Cannes: despedida con Polanski

En Cine y Series 28 mayo, 2017

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

Una fascinante película de Roman Polanski, fuera de competición, nos ha dejado un buen sabor de boca en un festival caracterizado en esta edición por los grandes nombres con pequeñas películas. D’après une histoire vraie, protagonizada por Emmanuelle Seigner y Eva Green, ha sido una inmersión en el cine bien narrado, adaptado del libro homónimo de la escritora francesa Delphine de Vigan.

El guion ha contado con la colaboración del cineasta Olivier Assayas, que en perfecta sintonía con Polanski escribe un thriller en la línea temática de Misery (Rob Rainer, 1990), una historia de admiración fatal y psicosis, muy próxima a los temas más queridos por el director de Repulsión.

Por primera vez en su cinematografía, el duelo se bate entre dos mujeres, sin hombres por medio; Una, escritora de éxito, en promoción de su última novela y en un momento de impasse ante su próximo trabajo; La otra, ghost writer y fan fatal.

En esta ocasión, Seigner interpreta con veracidad y candidez a una mujer sin recovecos ni maldad, mientras que Eva Green -cuyos ojos y mirada ya son comparables a los de Bette Davis– nos continúa turbando (a veces, hasta autoparódica), ganándose la confianza de Delphine, haciéndose imprescindible hasta que desvela sus auténticas intenciones.

Roman Polanski

Su nombre en el filme, Ella, es un pronombre anónimo, que contribuye a la caracterización más arquetípica de la acosadora de manual, tantas veces retratada en el cine. Sin embargo, es el genio del polaco el que nos entrega un filme que no decae ni un momento, que mantiene nuestro interés y el cordón todavía latente en sus filmes más celebrados sobre los trastornos de la identidad, el poder de la seducción y la amenaza al inocente, que pasa desapercibida hasta que no hay vuelta atrás. El elemento de intrusión, que actúa como revulsivo, combustible para encender un conflicto latente no resuelto, adquiere la entidad de los personajes indelebles que hemos disfrutado gracias al cine de Polanski, creados entre la realidad, la fantasía y la paranoia.

La tortura psicológica que implica el trabajo creativo, la exploración íntima y el añadido de la presión promocional y el bloqueo ante la pantalla en blanco están bien descritos y aprovechados por la antagonista para aguijonear en la debilidad con falsa amistad, para presentarse como persona de confianza y salvadora, desempoderando con la excusa del auxilio, tal como sucede en tantas historias de acoso entre personas. La persona interesante, profesional y con éxito atrae a los parásitos, que se regodean en la debilidad de sus ídolos para destruirlos.

La rueda de prensa que mantuvo el equipo de la película, tras la proyección, nos ofreció a un Roman Polanski en plena forma, ocurrente y deseoso de compartir atención con Assayas, Alexandre Desplat, cuya eficaz partitura ya es parte del universo Polanski, o el actor Vincent Pérez, gran amigo personal con quien aun no había trabajado.

No rehuyó las preguntas “domésticas”, sobre trabajar en familia. Mientra Seigner declaró que la primera en leer la novela y recomendársela a su marido fue ella, y además afirmara que él es su musa y no al revés, Polanski elogió la evolución de su mujer a la que dirigió en Frenético (1988) –cuando debutaba y no conocía nada de su trabajo todavía- y que en este momento es una gran profesional. El único defecto que encuentra, no obstante, es que no puede relajarse al llegar a casa, porque ella nunca deja de hablar del trabajo… Podéis ver la entrevista en francés que concedió el equipo en Cannes.

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