Xavier Dolan cambia de registro en su última película y Cristian Mungiu sigue ahondando en el thriller social.
Juste la fin du monde, de Xavier Dolan, se basa en la obra de teatro homónima de Jean-Luc Lagarce, dramaturgo víctima del SIDA en 1995. Respetando las tres unidades canónicas, una familia se reune durante un día, para recibir al hijo y hermano que no ven desde hace 12 años. Louis (Gaspard Ulliel) ha viajado hasta su antiguo hogar para anunciar su muerte próxima, tal como narra en off en los primeros minutos del film, enfrentándose a una potente e histérica terapia familiar, en la que participan su madre (Nathalie Baye), sus hermanos Antoine (Vincent Cassel) y Suzanne (Léa Seydoux), así como su cuñada a la que todavía no conocía, Catherine (Marion Cotillard).
Para empezar, el director canadiense afronta un drama en huis clos, en las antípodas de sus últimas películas, concentrando toda la dramaturgia en las conversaciones, miradas y sucesivas capas de las relaciones a cinco que se nos van planteando, demostrando, si hiciera falta, que es perfectamente capaz de manejar las cortas distancias y amaestrar la expresividad de sus actores. Este quinteto, con el que nos estremecería quedarnos encerrados en un ascensor, se convierte en manos del director de Mommy (2014) en un pozo sin fondo de recuerdos, agresividad, rabia, reproches…, que en algunos momentos casi impide respirar.
Dolan no ha filmado una obra de teatro sino que ha hecho una película sobre una historia, eligiendo los recursos cinematógraficos necesarios para sacar el máximo partido a su drama. El principal, el uso casi pornográfico de los primeros planos. En la primera conversación que mantenien Louis y Catherine, y que será pauta de relación durante el resto del día, nos estremece el discurso entre tímido, torpe y apasionado de Cotillard, interrumpiéndose, balbuceando ante su cuñado, el escritor de éxito, al mismo tiempo que su mirada, clavada en la de Ulliel muestra una fluidez de la que su conversación carece. Los juegos de miradas entre los cinco personajes tejen una telaraña cuyos hilos casi vemos brillar, cruzando el salón, la cocina, la mesa, implicando a unos con otros, como si se lanzaran un balón que nunca cae al suelo. Por encima de todos, la madre, manipuladora y poseedora de todas las claves, después los hijos, y por último la nuera Catherine, conforman una pirámide jerárquica que se comunica como tal con el hermano recuperado.
La intensidad y la histeria con que interactúan viene respaldada, como siempre en Dolan, por la música y el color: un cuidado etalonaje que acaba sumiendo ese nido de amor y odio en la calidez extrema del dorado crepuscular y una banda sonora compuesta por Gabriel Yared, que incluye temas musicales diegéticos. El director ha apostado por innovar y ya ha ganado.
El director rumano Cristian Mungiu estrenó Bacalaureat, una angustiosa exploración de las contradicciones humanas, la capacidad de gestionar los conflictos que nacen de una actuación dudosa y que se ven agigantados con el tiempo. Los valores del doctor Romeo Aldea entran en crisis al priorizar entre sus intereses la admisión de su hija en una universidad británica, para lo que no duda en recurrir a la cadena de favores, mientras al mismo tiempo, el descubrimiento de su infidelidad y la relación sentimental de su hija trastornan un mundo que creía a salvo. Una sociedad corrupta, donde el soborno y el trato de privilegio son moneda común, favorece la renuncia a los principios de aquellos que se creían puros, hasta que sus deseos tienen un precio.
La última película del ganador de la Palma de Oro en el Festival de 2007 con 4 meses, 3 semanas, 2 días había creado expectación, nos ha presentado un drama moral perfecto, pero nos ha dejado esperando un drama más contundente y arriesgado.
Nicolas Winding Refn (Drive) presentó a competición The Neon Demon, la película más abucheada del festival. Una joven ingenua y de belleza natural comienza en Los Angeles su carrera como modelo, provocando los celos de sus compañeras de profesión. El film protagonizado por Elle Fanning, con cameos de Keanu Reeves y Christina Hendricks, es un desafío formal e innovador, que pretende describir lo más sórdido de la profesión, quedándose en un producto estilístico de alta gama.
En las antípodas de otros filmes que han tratado este tema, The Neon Demon despliega un estilo muy personal, simbólico, con toques gore en una película de horror, que va muchos pasos más alla de la propuesta inherente a Only God Forgives, pero que al final no nos lleva a ninguna parte.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!