El título en cirílico de este post dice: The Russians. Pretende ser un reflejo de la serie The Americans al otro lado del telón de acero. Si esta ficción de FX especula sobre la vida de dos espías del KGB en Washington DC durante el primer mandato de Reagan, su spin-off sería el reverso con un matrimonio de la CIA en el Moscú del agitado periodo Brezhnev-Andropov-Chernenko.
¡Uy, uy uy, cómo se está poniendo The Americans! Si a la primera temporada le costó arrancar (concretamente, hasta que el Joshua Brand, creador, entre otras cosas, de Doctor en Alaska, no vino al rescate y metió mano en el guión a partir de la media docena de capítulos), la segunda se ha colado sin problemas en la short-list de candidatas a mejor serie de este 2014. El souflé finalmente ha subido: las tramas se solidifican, los personajes adquieren una tercera dimensión, los momentazos frecuentean y hasta se diría que la serie luce más visualmente. Porque, por si no os habíais dado cuenta en la foto de Keri Russell de arriba, el espionaje (al menos dramáticamente) puede ser sexy y la guerra fría, caliente.
No bastaba con unos títulos de crédito muy molones, el concurso ocasional de la gran Margo Martindale o unas canciones muy buen puestas (especialmente, Games without frontiers de Peter Gabriel). The Americans tenía que penetrar en los conflictazos de unos personajes, agentes soviéticos haciéndose pasar por una típica familia estadounidense, con crisis de identidad, de convivencia doméstica, de mediana edad, de ideología y de moral. Eso precisamente es lo que ocurre en la segunda temporada. Ojo, que las líneas argumentales de espionaje, contra-espionaje y recontra-espionaje siguen ahí. Pero ahora hay más chicha.
Se me ocurre, como la serie no es excesivamente maniquea dibujando buenos y malos y los yankis son tan cabrones como los rusos, que una simetría del planteamiento de esta serie en la misma época en la URSS también tendría su aquel. De hecho, si Joe Weisberg, el creador de este título junto a Graham Yost (el tipo detrás de Justified: má-xi-mo res-pe-to), fue agente de la CIA antes de pasarse a la tele, seguro que algún conocimiento de primera mano sobre el bloque del este debe de tener.
No sé si que los agentes norteamericanos de Тхе Руссианс pudieran llegar a sentir cierta fascinación por el sistema comunista (o al menos sentirse cómodos dentro de él) formaría parte del menú de tramas como si ocurre con algunos personajes de The Americans. Pero seguro que, al menos por una cuestión puramente estética, el escenario moscovita de los años de plomo tiene un potencial plástico muy superior a la serie original (Washington lo tenemos muy visto). Eso, claro, partiendo de la base que la serie fuera de producción americana. Siempre la podría crear la televisión rusa… aunque ¿hacen series en Rusia, señor Putin? Segurísimo que sí. Pero ya debe encargarse la CIA de que no nos lleguen. Digo yo…
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