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Ella Fitzgerald en 20 canciones imprescindibles

En Música 19 junio, 2021

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

A Ella Fitzgerald la llamaban la Primera dama de la canción con toda la razón, no ha habido cantante, masculino o femenina, que haya tenido una voz más bonita y expresiva que la suya, tampoco ha habido otro cantante capaz de improvisar con su voz, haciendo lo que se conoce como scat, como si fuera el mejor solista de la banda. Su prodigiosa voz desprendía una tremenda alegría y retuvo una capacidad juvenil durante toda su carrera, teniendo uno de los tonos naturales más bonitos de la historia. Es curioso que, al contrario que Billie Holiday, Ella nunca tirara de tragedias (y eso que en su vida hubo varias) y dejara que fuera su obra la que hablara por ella. Puede que otros/as cantantes tengan más literatura pero nadie cantó mejor jazz que Ella Fitzgerald. Este es un breve recorrido por su carrera a través de 20 canciones imprescindibles:

A-Tisket-A-Tasket (1938)

Ella Fitzgerald sacó su billete a la fama en noviembre de 1934 cuando ganó una de las primeras noches amateur del prestigioso Teatro Apollo de Harlem. Se había presentado para bailar, pero tras ver la actuación de una pareja de bailarines decidió que sería mejor cantar, lo mejor es que cuando se tiene una voz como la de Ella tampoco hace falta estar especialmente preparado. Eso sí, su apariencia física de patito feo hizo que le costara conseguir trabajo, a pesar de su prodigiosa voz.

Su fortuna cambió cuando le presentaron a Chick Webb que dirigía una de las mejores orquestas del país, este tampoco estaba muy dispuesto a ofrecerle el puesto a aquella chica desgarbada y desaliñada pero Webb entendía de música y en cuanto Ella abrió la boca para cantar ya no hubo marcha atrás. Con Webb grabó varios éxitos como “Love and Kisses” y “(If You Can’t Sing It) You’ll Have to Swing It (Mr. Paganini)”, aunque el más recordado es este “A-Tisket-A-Tasket”, una rima infantil del Siglo XIX a la que Fitzgerald prestó su maravillosa voz y su increíble swing. La versión original, junto a la orquesta de Webb, es mucho mejor pero tampoco está mal la que aparece a continuación en la película de Abbott y Costello Galopa Muchacho de 1942.

It’s Only A Paper Moon (1945)

Webb murió de tuberculosis en 1939 y Ella se hizo cargo de su orquesta hasta 1942, cuando los problemas monetarios hicieron que se disolviera. A partir de entonces Fitzgerald comenzó su carrera en solitario, con Norman Granz como mánager, tuvo éxitos con los Ink Spots, Louis Jordan o los Delta Rhythm Boys con los que grabó este “It’s Only A Paper Moon” de Harold Arlen el 27 de marzo de 1945. A pesar de ser un número de easy listening, reforzado por los coros de los Delta Rhythm Boys, ya se puede escuchar a Ella marcándose un pequeño solo de scat.

Flying Home (1945)

Ella se marca un espectacular solo scat en este tema grabado en 1945, demostrando que es la cantante que mejor sabe hacer uso de esta técnica que convierte a la voz en un instrumento improvisador como cualquier viento. El tema era un clásico de la época swing, compuesto por Benny Goodman y Lionel Hampton y que contaba, en su versión original, con un trascendente solo de Charlie Christian, uno de los padres de la revolución be bop de la que Ella Fitzgerald será una de las pocas primeras figuras del swing que se convertirá en una adepta absoluta, como se puede comprobar en la siguiente grabación de 1949 en la que en una de esas sesiones que Granz organizaba en el Carnegie Hall, Fitzgerald empieza a improvisar con la voz, dejando a todos atrás, incluidos músicos como Lester Young o Roy Eldridge, hasta que tiene que aparecer el mismísimo Mesías del Bop, Charlie Parker, para hacer un solo a la altura del de Ella.

Oh Lady Be Good (1947)

Como decía, mientras su adorado Louis Armstrong se refería al be bop como “música china”, Ella cayó totalmente prendada de la nueva música, por eso no dudó ni un segundo en aceptar la oferta de otra de sus máximas figuras, Dizzy Gillespie, cuando este la invitó a salir de gira con su recién formada Big Band en 1947. Dizzy lo hacía para contentar a un público que seguía sin entender la revolucionaria nueva música, pero en poco tiempo vio como Ella era capaz de improvisar con ellos como el mejor instrumentista, de esta época son algunas de sus grabaciones más recordadas como “How High The Moon”, en la que se permite el lujo de meter parte de la melodía del “Ornithology” de Parker, o su recordada versión del “Oh Lady Be Good” de Gershwin que cuenta con uno de sus solos de scat más recordados, en el que se cita a sí misma y su “A-Tisket, A-Tasket”. Cuando 13 años después repescara la canción para su Songbook dedicado al compositor la haría de manera totalmente diferente, convirtiéndola en una preciosa balada sin solo. Si ya era evidente que Ella poseía la voz más bonita de la historia del jazz, estas grabaciones demostraban que además podía hacer con ella lo que le diera la gana, pudiendo haberse subido a las jams del Milton’s Playhouse e intercambiar solos con Parker, Gillespie, Christian o cualquier otra luminaria bop

Además de su eterno amor al bop, de su gira con Gillespie también surgió el amor de su vida, el bajista Ray Brown, con el que se casó a finales de diciembre del 47 y con el que adoptó al hijo de su hermanastra Frances. Eso sí, la relación no duró mucho, se divorciaron en 1953 y, a pesar de esporádicas relaciones, Ella se pasaría el resto de la vida sola, dedicada por completo a su arte, a su público y a los culebrones televisivos cuando volvía a casa de las múltiples giras.

Dream A Little Dream Of Me (1950)

Ella Fitzgerald había crecido escuchando, y adorando, como el resto de cantantes de jazz, al hombre que lo inició todo, Louis Armstrong. En 1946 colaboraron por primera vez cuando grabaron “You Won’t Be Satisfied (Until You Break My Heart)”, allí ya se veía que aunque pareciera contra natura, sus voces casaban a la perfección, la de él era rugosa y grave, la de ella suave como el terciopelo, no deberían funcionar tan bien juntas, pero lo hacen. Juntos grabarían algunas de las mejores canciones de la carrera de ambos y su primera obra maestra absoluta llegaría en 1950 cuando hicieron “Dream A Little Dream Of Me”. Primero entra la trompeta que inventó el jazz tal y como lo conocemos, luego Ella hace un poco de scat y comienza a cantar de manera inolvidable, con la trompeta de Satchmo de fondo, luego entra la voz de él y Ella le responde con la voz, igual que antes Pops ha hecho con la trompeta. Una delicia absoluta.

Lullaby Of Birdland (1954)

Una de mis canciones favoritas de los años 50, compuesta por George Shearing en 1952, cuenta con dos versiones absolutamente maravillosas, ambas efectuadas en el mismo año por dos de las cantantes de jazz más importantes de todos los tiempos (si añadimos a Billie Holiday tenemos el trío de oro), Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald, La primera la grabó para su mejor disco, el directo con Clifford Brown (a pesar de que en esta canción el trompetista no toca), y se abre con una maravillosa parte vocal cercana al scat, la versión de Ella se abre con un coro pop hasta que entra su increíble voz. Musicalmente es superior la primera pero la voz de Ella es la voz de Ella, así que lo declaro un empate…

Let’s Do It (Let’s Fall In Love) (1956)

Entramos en la fase imperial de la carrera de Fitzgerald, Norman Granz acaba de fundar Verve Records a mayor gloria de la cantante y el primer disco que va a aparecer en el sello será el fundamental Ella Fitzgerald Sings the Cole Porter Song Book, el primero de una larga serie sobre los grandes compositores del Tin Pan Alley. La cantante tenía 39 años, pero su voz seguía conservando su alegría infantil, aunque ahora sonaba más segura, si ese mismo año, 1956, Elvis Presley pasaría a la historia cantando música negra como ningún otro blanco lo había hecho, aquí tenemos a una cantante negra cantando la música de un compositor blanco, escrita en principio para gente como Fred Astaire o Bing Crosby, logrando hacer de ella las mejores interpretaciones que se han hecho nunca, elevando esas canciones de Broadway a la categoría de arte. Comenzamos con este maravilloso “Let’s Do It (Let’s Fall In Love)”, escrita en 1928 y con una letra totalmente avanzada a su tiempo, que viene a decir el sexo es divertido y totalmente natural, así que vamos a hacerlo, a la que Ella sabe añadirle toda la sensualidad necesaria.

I Get A Kick Out Of You (1956)

Uno de los mayores clásicos de la carrera de Cole Porter, que ha sido grabada prácticamente por todo el mundo pero las dos mejores versiones corresponden a Ella Fitzgerald y a Frank Sinatra, dos cantantes que se tenían una enorme admiración mutua. No en vano tras el enorme éxito de los Songbooks de Ella Sinatra prohibió a su compañía que jamás sacara algo similar con su obra, recopilando las canciones por compositores, no en vano la Voz consideraba que Ella Fitzgerald era la mejor cantante (masculina o femenina) que había escuchado nunca y la única cantante que le ponía nervioso al cantar con ella porque tenía que estar a su altura.

En la versión de Ella se puede ver el enfoque que utilizaba Granz en estas grabaciones: “Siempre la ponía delante, no la hundía en la mezcla. La razón era que francamente no me importaba lo que pasara con la música. Estaba allí para apoyarla. He tenido directores de orquesta que me han dicho que en el compás 23 el trompetista tocó una nota equivocada. Bueno, no me importa. No estaba haciendo discos perfectos. Si salían perfectos, bien. Pero quería hacer discos en los que Ella sonara mejor”. Lo consiguió de sobra.

Cheek to Cheek (1956)

Posiblemente 1956 fuera el año más importante de su carrera, no solo comenzó su majestuosa colección de Songbooks sino que también grabó el primero de los tres discos que grabaría con Louis Armstrong, además del segundo volumen de los Songbooks, el dedicado a Rodgers & Hart. Pero volvamos al disco con Armstrong, el fundamental Ella & Louis, con esa portada que les muestra tal como son, los dos tipos menos cool del universo musical, escribirán canciones de amor pero no para ellos, eso sí, él es la figura más importante del jazz y ella su cantante más dotada… En aquel disco había muchísimas maravillas como “They Can’t Take That Away From Me” (otra canción que debería estar aquí) o “Can’t We Be Friends”, pero al final me he decidido por la mejor versión jamás grabada de “Cheek To Cheek”, el clásico que Irving Berlin escribió para Sombrero de Copa con Fred Astaire y Ginger Rogers.

Bewitched, Bothered, and Bewildered (1956)

Una de las cimas de la carrera de Ella, esta balada de piano es una de sus interpretaciones más magnéticas y llenas de magia, siendo la mejor representante del disco dedicado a Rodgers & Hart, una obra en la que también destacan otras canciones como “Have You Met Miss Jones?”, “The Lady Is A Tramp” o “My Funny Valentine”. Eso sí, esta es una de esas versiones definitivas, al acabar Ella podría tirar el micro y marcharse, todo aquel que la vuelva a cantar tendrá que vérselas con esta increíble interpretación.

Let’s Call the Whole Thing Off (1957)

El disco con Louis Armstrong había funcionado tan bien que en menos de un año Ella y Louis estaban reunidos de nuevo grabando un disco doble. En esta ocasión, ya que había mucho más espacio se grabaron varias canciones en solitario, aunque los mejores momentos llegaron cuando se volvieron a juntar sus voces. Y es que, como declaraba una entusiasmada Björk: Eran totalmente opuestos en su forma de cantar, pero seguían siendo completamente funcionales juntos, y se respetaban mutuamente. No hay mejor ejemplo en Ella & Louis Again que la maravillosa “Let’s Call the Whole Thing Off” de Gershwin, You like poteitos, I like potatos…

Caravan (1957)

El Songbook de Duke Ellington es uno de los más especiales, no solo porque el compositor no sea uno de los compositores blancos del Tin Pan Alley, aunque no es otra cosa que el mejor compositor de la historia del jazz, sino porque el homenajeado toca en el disco con Ella junto con su gloriosa orquesta. Y puede que no fuera la orquesta de principios de los 40, la conocida como Blanton-Webster Orquesta, pero era la segunda mejor que tuvo, la que acababa de triunfar por todo lo alto en el Festival de Newport de 1956. Aquí están Johnny Hodges, Paul Gonsalves, Harry Carney o el imprescindible Billy Strayhorn, además del propio Ellington, acompañando a una Ella en plena forma divirtiéndose con algunas de las mejores piezas de un cancionero inolvidable como “Take the «A» Train”, “Perdido”, “Cotton Tail”, “Do Nothin’ Till You Hear from Me”, “It Don’t Mean a Thing (If It Ain’t Got That Swing)”, “I’m Just a Lucky So-and-So”, “I Got it Bad (And That Ain’t Good)” o esta inolvidable “Caravan”.

Sophisticated Lady (1957)

Hace muchísimos años, antes de cumplir los 20, en medio de mis compras roqueras me hice con un recopilatorio de jazz que estaba muy barato, venían todos, Louis Armstrong, Duke Ellington, Charlie Parker, Miles Davis, John Coltrane… y Ella Fitzgerald. La canción que aparecía de ella era este “Sophisticated Lady”, otra maravilla con la firma de Duke Ellington, que fue la canción que me convirtió en una amante del género que poseía la voz más bonita que jamás hubiera escuchado. Lo que era capaz de hacer con ella tampoco estaba nada mal, sonando exactamente como el título de la canción, y si, además, le añadimos un maravilloso solo a cargo del que posiblemente sea el mejor saxo tenor que ha pasado por la banda de Ellington, Ben Webster, entonces tenemos otro as en la manga.

Midnight Sun (1957)

En plena grabación del Songbook de Duke Ellington, Ella Fitzgerald grabó otro de sus discos fundamentales, Like Someone In Love, en el que lo más destacado es la aparición del saxo tenor que más se podría parecer a la voz de Ella, el maravilloso Stan Getz que toca en cuatro canciones, incluida este «Midnight Sun», en el que tras un suntuoso arreglo de cuerdas entra el suave sonido de terciopelo del saxo Getz, que deja paso a la voz de Ella. Si los duetos entre Armstrong y Fitzgerald funcionaba por la contraposición, aquí tenemos dos voces muy similares pero que también funcionan a la perfección.

Summertime (1958)

El tercer y último disco juntos de Louis Armstrong y Ella Fitzgerald fue una adaptación de la ópera de Gershwin Porgy & Bess, hecha el mismo año que la versión de Miles Davis junto a Gil Evans. Ambas son colosales y es difícil quedarse con una por encima de la otra, aunque esta es la versión vocal definitiva. En su canción más famosa, abre la trompeta de Satchmo pero es la voz de Ella la que termina robando todos los focos, logrando una delicadeza desarmante, además de una intensidad absoluta.

Blue Skies (1958)

Del Songbook de Irving Berlin se podrían elegir también muchas canciones, pero al final me he decantado por esta maravilla en la que, además de la maravillosa melodía de Berlin, se puede quedar uno fascinado por cómo improvisa Ella como los mejores músicos de su tiempo. Lo curioso es que esta maravilla no entró en el disco original y no se incluyó en el mismo hasta la reedición del año 2000 en CD (aunque las posteriores reediciones en vinilo también la han añadido).

Someone To Watch Over Me (1959)

Es difícil quedarse con uno solo de los Songbooks de Ella, pero si me forzaran a punta de pistola a quedarme con uno me decantaría por el de Porter… O el de Ellington… O el de Gershwin… El caso es que Fitzgerald es la intérprete definitiva del autor de “Rhapsody In Blue”, antes de llegar a esta colosal obra recopilatoria de su obra de cuatro discos, ya había elegido otras tres canciones de Gershwin en esta lista (“Oh Lady Be Good”, “Let’s Call The Whole Thing Off” y “Summertime”), así que es evidente que puede que estemos hablando del compositor favorito de Ella. Pero otra de las cosas por las que destaca esta maravilla es por los fabulosos arreglos de Nelson Riddle, el hombre que trabajó en los mejores discos de la carrera de Sinatra, envuelve a la sofisticada voz de Ella en un manto de terciopelo como se puede apreciar en esta delicada “Someone To Watch Over Me”.

S’Wonderful (1959)

Otra maravilla sacada del glorioso Ella Fitzgerald Sings the George and Ira Gershwin Song Book, maravilloso arreglo de Riddle y otra interpretación repleta de clase de Ella. Como todos los clásicos del Tin Pan Alley, cuenta con cientos de versiones, de Bing Crosby a Dean Martin, de Gene Kelly a Fred Astaire, pero nuevamente Ella puede reclamar el título de versión definitiva. Aunque no es tan buena, les dejo aquí con una divertida interpretación en el Ed Sullivan Show en 1964 en el que intercambia líneas de scat con Sammy Davis Jr, aunque lo más interesante viene antes, cuando Sammy se queda sentado al piano mirando embelesado a Ella cantar, quédense con quién les mire como Sammy a Ella…

Mack The Knife (1960)

Una de las interpretaciones más famosas de su carrera, la cosa fue así, Ella estaba tocando en Berlín el 3 de febrero de 1960 y decide ponerse a cantar “Mack The Knife”, una canción de La Ópera de los tres peniques de los alemanes Bertolt Brecht y Kurt Weill que Bobby Darin había convertido en un éxito mundial el año anterior, 1959. La cosa es que tras los primeros versos Ella se olvidó de la letra de la canción, y eso que al principio ya avisaba Espero recordar toda la letra, pero Fitzgerald tiene tres décadas de experiencia y en vez de recurrir al truco fácil de poner el micro al público o, peor aún, pararse, decide comenzar a improvisar una letra totalmente nueva en ese mismo momento, sin perder el tempo en ningún momento, llegando a reconocer que se le ha olvidado la letra, mientras recuerda a Darin y a Louis Armstrong, que también la había grabado, llegando a ponerse a improvisar imitando la voz de este último. El resultado es una encapsulación de la alegría y el gozo que era capaz de transmitir a todo lo que hacía, incluso sus «fallos”.

Accentuate The Positive (1961)

Termino, por falta de espacio, con una canción de su Songbook dedicado a Harold Arlen, el sexto de la serie, todavía llegarían otros dos más, el dedicado a Jerome Kern en 1963 y el de Johnny Mercer al año siguiente, ambos notables, pero, como decía, con esta hago la vigésima canción de Ella y quiero cerrar con ella, porque me parece que se adapta a la perfección al espíritu que representaba la cantante, Acentúa lo positivo, elimina lo negativo. Fitzgerald pudo haber optado por el lado más trágico de la vida, su madre murió joven y su padrastro abusó de ella, pasó hambre, estuvo en un orfanato y fue despreciada varias veces por su aspecto y su color de piel, pero Ella supo seguir transmitiendo alegría de vivir, a través de uno de los instrumentos más maravillosos que jamás han existido, su voz.

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