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Entrevistas

«Colonización»: aquellas casas al lado del pantano

En Hermosos y malditas, Entrevistas 11 junio, 2024

Jesús García Cívico

Jesús García Cívico

PERFIL

Colonización. Historias de los pueblos sin historia (La Caja Books, 2024) es el título de la obra ganadora del I Premio La Caja Books de No Ficción. Sus autores, Marta Armingol y Laureano Debat han conversado con El Hype para desentrañar algunas claves de un título estupendo y revelar material fotográfico inédito de un episodio poco estudiado de la historia de España.

Jesús García Cívico: Marta, Laureano, quizás lo primero que conviene aclarar es que la colonización objeto de vuestro libro no es un episodio de las políticas coloniales (hoy todavía estudiadas bajo la perspectiva decolonial) sino un capítulo del franquismo: un experimento de movilidad social o demográfica por el cual, cincuenta y cinco mil familias españolas fueron trasladadas a nuevos asentamientos levantados junto a pantanos, páramos y desiertos llamados «pueblos de colonización», ¿por qué fue ese justamente el objeto de vuestro trabajo, qué os atrajo de este tema? 

Marta: Este libro es fruto de una combinación improbable. Primero, que Laureano, argentino, y yo, crecida en un pueblo de colonización y nieta de colonos, nos conociésemos. Después que, al hablarle de los orígenes de mi pueblo, Laureano se quedara fascinado por lo que le contaba ya que los desconocía totalmente. Ahí nos dimos cuenta de que había mucha gente no sabía qué eran los pueblos de colonización. Por último, unidos la chispa y el catalizador, que ambos estuviéramos dispuestos a emprender un viaje de cuatro años para dar contexto, voz y lugar a los pueblos levantados durante la dictadura franquista y tan silenciados en la España rural.

Laureano: Se unió mi curiosidad insaciable con el costado sentimental del tema, por así decirlo: los orígenes de Marta y también que ella siempre tuvo en la cabeza aprovecharlo para algún proyecto de escritura. Cuando ella me empezó a contar cómo habían surgido estos pueblos, las particularidades de su arquitectura, los artistas que trabajaron en las iglesias, el experimento sociológico que implicó la puesta en marcha de todo este proyecto quedé deslumbrado. Digamos que no tuvimos más remedio que ponernos a trabajar.

Colonización

Marta Armingol y Laureano Debat. Foto: Pedro Armanac.

En la misma línea, hemos creído percibir –sin que sea el asunto central– algunas aristas que tienen que ver con un clima emocional muy en boga, de un lado la retromanía –la explicación de nosotros mismos y cierta búsqueda de sentido en el pasado–, de otro, cierta afinidad con lo gótico presente en la cuidada (muy bien escrita, por cierto) descripción de pueblos olvidados (con sus cementerios, sus ruinas y sus viejas campanas marcadas por el tiempo). ¿Erais conscientes de estas conexiones e influyó esto en el enfoque de Colonización?

Marta: La retromanía es un tema recurrente en todo lo que escribo. Por tanto, en esa parte creo que sí que era inconscientemente consciente de que aparecería. Y más que del gótico, es posible que hayamos buscado formas y lugares en la literatura de Juan Rulfo, por ejemplo. Esos escenarios vacíos, espacios rurales que se llenan con las voces y las historias de los que los hacen posibles.

Laureano: El mismo origen de estos pueblos nos obligó, en cierta manera, a investigar esas huellas del pasado en el presente: la sangre derramada por los trabajos forzados en la arquitectura de un canal para dar agua a pueblos nuevos, los huesos y cráneos sepultados en un campo de concentración sobre el que se cultivaron frutales, los símbolos marciales del franquismo que aún perviven en muchos edificios públicos y los propios nombres de algunos pueblos que aún se mantienen y que sus habitantes defienden. Hay muchas arqueologías, arquitecturas e ingenierías que cuentan cosas, cruzadas por fantasmas que siguen hablando y diciéndonos tanto en este presente.

Uno de los méritos de vuestro libro es la cantidad de perspectivas desde lo que lo afrontáis, la sociológica, la antropológica, la política, incluso la estética. Nos ha parecido ver que encaja muy bien en el catálogo de La Caja Books, precisamente por la presencia de reflexiones muy atinadas a partir tanto de la arquitectura y el urbanismo como de cierta «estética socio-emocional».

Laureano: La crónica literaria, el periodismo narrativo o el género de la no ficción, desde el momento en el que los nombramos, dan cuenta de una imposibilidad de definición y eso, creemos nosotros, abre tantas posibilidades. Nunca se le encontró un término preciso a esta manera literaria, ambiciosa, creativa o como quiera llamarse de entender al periodismo porque creo que se trata de un procedimiento que se funda y se sostiene en la mutación constante: cada vez refunda las reglas de su propia estética, cada propuesta de crónica propone un nuevo manual de estilo para decodificarla. Y en esto, lo poliédrico resulta imprescindible, sobre todo porque se trata de algo que se basa en lo real y ya sabemos que la realidad es compleja, contradictoria, se manifiesta de manera imprevista. Y eso, muchas veces, nos da pistas para encontrar las formas de la escritura. Y es así como tú dices: el libro tiene múltiples perspectivas porque el fenómeno de la colonización franquista lo tiene, y no solo en su pasado sino que en su presente sigue adquiriendo nuevas fisonomías. Por eso siempre tuvimos en mente que el libro tuviera una acentuada plasticidad, que cada capítulo encontrase su propia forma y perspectiva, su método analítico, con la idea de que el lector vaya saltando de un sitio a otro en un mismo corpus pero siempre perdiéndose en una nueva forma. Esperamos haberlo conseguido.

Somos de la opinión de que un libro no debe justificarse por su actualidad y menos por su originalidad, y Colonización tiene suficientes elementos de enorme interés para bastarse como uno de los títulos de no ficción del año incluso cuando si se lee solo como el estudio pendiente sobre una época, pero ¿qué nos dice del tiempo presente tan caracterizado por los movimientos de gente, la polarización, las revisiones del pasado y el distanciamiento social?

Marta: Muchas gracias, Jesús. Los pueblos de colonización son herederos, como el resto de la España rural, de una cultura conservadora. Se erigieron con la ambición de que tuvieran tradiciones y se les dio una propaganda desde el NO-DO de ambientes puros y regenerados de la nueva España franquista. Esto unido a la promesa de la propiedad, que tanto reivindican los colonos, hace que la memoria pueda jugar malas pasadas. Muchas personas que entrevistamos mantienen el recuerdo de la dureza y las condiciones de vida en que se pusieron en marcha estos proyectos. No se les regaló nada, por eso a nosotros nos costaba escuchar algunos argumentos. Como si la nostalgia fuera un arma letal, un cuchillo clavado en la tierra capaz de levantar el polvo suficiente para invisibilizar parte de la realidad y sustituirla solo por buenos recuerdos.

Colonización

Marta Armingol en Puilato. Foto: Laureano Debat.

Sobre el proceso de escritura, el estilo es ágil y a la vez cuidado, con una más que agradable alternancia de registros formales, ¿cómo ha resultado la experiencia de escribir con dos mentes (por no recurrir al tópico de las cuatro manos)?

Laureano: Me gusta este concepto de las dos mentes, es más completo y complejo que las cuatro manos, porque se trata no solo de ejecutar la acción de escritura entre dos personas sino de pensar tantas variantes y posibilidades. Lo primero que teníamos claro era que debíamos abandonar una parte considerable de nuestros respectivos egos y fundirnos en una nueva voz, que nos pertenezca a ambos. Hicimos muchos ensayos, probamos tantas cosas y trabajamos palmo a palmo con nuestro editor Raúl Asencio.

Marta: Pensábamos los ejes, distribuíamos las voces que habíamos recogido, ordenábamos los temas y buscábamos la forma de cada capítulo en muchas lecturas: Martín Caparrós, Leila Guerriero, Margo Rejmer, Svetlana Aleksiévich, por mencionar algunas referencias insoslayables de la crónica, pero cada capítulo nos obligó a buscar formas concretas. Por ejemplo, para la écfrasis en la parte de arte sacro María Gainza fue fundamental o para escribir sobre planos arquitectónicos la propia poética de Le Corbusier o de Fernández del Amo nos resultó de mucha utilidad.

Colonización

El Hype es una publicación con querencia por lo visual, podéis contarnos algo de estas tres fotografías que habéis escogido para nuestra publicación.

Marta: La primera foto está hecha en La Cartuja de Monegros, mi pueblo de colonización. La hemos elegido porque ambos estamos a un lado de una pared que finaliza en ese ángulo donde nos estamos mirando. Esta imagen es una metáfora de cómo nuestras dos miradas sobre los aspectos tratados en Colonización, acaban por encontrarse en ese vértice que representa la voz que narra el libro. Una voz mestiza entre nuestros dos estilos narrativos y nuestras formas de mirar que se unen, discrepan, se anudan y se desenlazan con el objetivo de sumergir al lector en un viaje por un costado insospechado de la España rural.

Marta: La segunda foto es el mosaico de la fachada de la iglesia de mi pueblo, La Cartuja de Monegros. Un ejemplo de lo que ocurre con el arte sacro de los pueblos de colonización: el mosaico no tiene autor. No sabemos si porque no le pagaron o porque no quiso firmarlo. Se trata de un mosaico único. Una obra que hoy se deteriora y que pide a gritos que quienes la miramos a diario empecemos a reivindicar su valor y la necesidad de que sea restaurada. De que se le dé valor al patrimonio que estos pueblos ostentan.

Laureano: La tercera foto la tomé en Puilato, un pueblo que tiene que ver mucho con lo que hablamos al inicio de las huellas y las ruinas muchas veces imperceptibles y que obligan a mirar en detalle. Al parecer, estamos ante una imagen agradable, casi idílica: los árboles detrás, la caída de la tarde. Pero estamos caminando sobre las huellas de la desintegración, sobre la demolición de un pueblo de colonización fallido por impericia de la dictadura. Después de su fundación, muchas casas de Puilato empezaron a filtrarse de agua y a resquebrajarse, por lo que no quedó más remedio que evacuar a todas las familias y darles un nuevo hogar. Pero una vez acabado, procedieron a demoler todo, que no quedara rastro del error arquitectónico. Hoy solo quedan de Puilato algunas teselas de baldosas, muy pocas, sueltas en medio del campo.

 

Hermosos: Marta Armingol y Laureano Debat.

Malditas: revisiones en positivo del franquismo (este libro no lo es).

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