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74 Festival de Venecia #2 Madres y humor negro

En Cine y Series 6 septiembre, 2017

Gian Giacomo Stiffoni

Gian Giacomo Stiffoni

PERFIL

El segundo tercio del Festival de Venecia se ha caracterizado por obras de calidad desigual, algunas muy interesantes, otras francamente fallidas o demasiado extremas. Suburbicon tiene todos los ingredientes de una película de los hermanos Coen: humor negro, personajes límite e inesperadas y sorprendentes situaciones, dentro del marco social de una burguesía media, solo aparentemente integrada. De hecho, George Clooney, esta vez en el papel de director, se ha inspirado en un viejo guión de los dos realizadores estadounidenses, escrito en los años ochenta, mientras rodaban Blood Simple y Arizona Baby.

Suburbicon se presenta como una metáfora sobre los Estados Unidos de ayer y hoy, tomando ideas de Levittown, verdadero centro urbano creado en Pennsylvania después de la Segunda Guerra Mundial por William Levitt, dedicado sólo a personas de raza caucásica. En un lugar similar, llamado Suburbicon, encontramos a Gardner Lodge (Matt Damon), un gris padre de familia que vive con un hijo, una mujer paralizada y Margaret, su hermana gemela, ambas interpretadas por una excelente Julianne Moore. La muerte de la esposa de Damon a manos de dos misteriosos individuos, durante un robo en la casa, desata toda una serie de sucesos cada vez más inquietantes, pero al mismo tiempo casi absurdos. que se enlazan con el rechazo de parte la comunidad ciudadana a la integración de una familia de color.

El resultado es una de las películas más logradas de Clooney, entretenida y con un desarrollo que cautiva, donde los excesos que plantea el guión saben entrelazarse con la crítica social basada en las contradicciones de la sociedad americana –argumento muy presente en la filmografía del actor/director–, patente a lo largo de todo el metraje.

Suburbicon (George Clooney, 2017)

Julianne Moore y Matt Damon en Suburbicon.

De opuesto estilo, la primera película francesa del certamen. La bahía de Méjean, cerca de Marsella, es como un pequeño teatro. Sus casas coloradas, casi dentro de las colinas, parecen más de fachada que reales y la apertura a la mar transforma el horizonte en un telón de fondo sobre todo durante la época invernal. Dentro de este marco escénico al aire libre, tres hermanos (uno de ellos una actriz), dos amigos ancianos y su hijo, un amante y un pescador joven hacen cuentas con las ilusiones pasadas y futuras, los amores y las tragedias de su propia vida.

La ocasión del encuentro es visitar al anciano padre de los hermanos, que ha sufrido un grave ataque cerebral. Todos comparten el mismo sentimiento: están en una fase de la vida en que se llega a la profunda consciencia del tiempo que pasa, siendo nada fácil enfrentarse a los cambios del mundo actual. En esta situación ocurre sin embargo algo inesperado, que es capaz de dar la vuelta a las convicciones de todos: el encuentro con algunos niños migrantes supervivientes de un naufragio y escondidos en las colinas.

El director Robert Guédiguian nos regala con La villa una película que juega de forma magistral con las sutilezas presentes en el tema tratado, gracias a su peculiar estilo, simple pero lleno de alusiones y donde el diálogo entre los personajes se mezcla con gran naturalidad en una escenificación esencial siempre efectiva. Muy logrado el trabajo de los actores algunos de ellos habituales en el cine del realizador de Marsella como los excelentes Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darroussin.

La Villa (Robert Guediguian, 2017)

Ariane Ascaride en La Villa.

Mucho menos sutil y complejo el primer largometraje italiano en competición de Paolo Virzì. En su primera obra realizada en lengua inglesa y rodada en el sur de Estados Unidos, el realizador de Livorno sigue el viaje de dos ancianos en un viejo camper: el Leisure Seeker (el buscador de ocio), que da el título a la película. Ella es una mujer llena de energía, pero gravemente enferma, interpretada por una magnifica Helen Mirren, él un profesor de literatura jubilado y amante de Hemingway, Melville y Joyce que padece el inicio de un progresivo Alzheimer y que tiene la cara del gran Donald Sutherland en una de sus mejores interpretaciones.

Verdad, humanidad, e ironía se mezclan con comedia y tragedia, desventuras cómicas, momentos conmovedores e instantes de verdadera alegría. Todo transcurre con simplicidad dentro de una road movie, que es sin duda inusual, porque tiene como defecto seguir casi exclusivamente el gran trabajo de los actores, dejando el argumento en el simple plano de la narración, sin verdaderos momentos de desasosiego o que dejen entrever una segunda lectura.

Donald Sutherland y Helen Mirren en The Leisure Seeker.

Poco que decir también del segundo largometraje italiano presentado en el certamen, Una famiglia de Sebastiano Riso. Maria y Vincenzo son una pareja ligada por un amor obsesivo y por un secreto: desde hace años, ella, con la complicidad de su compañero e instigador, se queda embarazada para después vender sus hijos a otras parejas. El enésimo intento, que es punto de partida al desarrollo del argumento, lleva la mujer a una desesperación que transpira desde cada uno de los fotogramas que forma la cinta. Resulta una obra donde el estilo visual intenta transmitir continuamente una sensación de angustia, opresión y sentimientos incontrolados. Lamentablemente, todo esto viene descrito de forma muy recargada haciéndose casi insufrible y con un final bastante descontado. Pese a ello, la actuación de Michela Ramazzotti es sobresaliente, una seria candidata al premio como mejor actriz.

Una famiglia (Sebastiano Riso, 2017)

Michela Ramazzotti y Patrick Bruel en Una famiglia.

Otra madre, igualmente desesperada, pero también vengativa es protagonista del film del británico Martin McDonagh, Three Billboards outside Ebbing, Missouri. Siete meses después de la violación y asesinato de su hija, Mildred (muy bien, como siempre, Frances McDormand), herida y enfadada por la falta de resultados policiales, decide alquilar tres vallas publicitarias para denunciar lo poco que se ha hecho para encontrar al asesino.

Empieza así una lucha personal contra la policía en un crescendo de rabia y violencia. La cinta está rodada casi como un western moderno en el estado de Missouri, donde la venganza sin fin parece incapaz de encontrar una forma de resolución, todo dentro de una espiral siempre más brutal de odio y racismo. McDonagh ha rodado con lucidez y buen ritmo un guión a veces basado en situaciones algo excesivas, pero también con algunos buenos momentos de humor negro.

Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (Martin McDonagh, 2017)

Frances McDormand en Three Billboards outside Ebbing, Missouri.

La última madre de las presentadas en este segundo tercio del festival es la interpretada por Jennifer Lawrence en Mother! de Darren Aronofsky, sin duda la más esperada de todas, pero también la que nos ha más decepcionado. El director tiene seguramente talento y fuerza de imaginación, pero esta vez nos ha dejado un título que destaca por un desarrollo que llega a unos extremos francamente insufribles, en lo que se refiere a metáforas sobre la creación (incluido el sentido casi bíblico de la cosa) y el inconsciente del artista, la primera vista como una forma de maternidad.

La escenificación está basada, de hecho, en la descripción de una pesadilla violenta, a menudo poco descifrable, que minuto tras minuto minuto proporciona una sensación de inevitable agotamiento. La aparente relación tranquila entre la pareja formada por Javier Bardem (un escritor eso crisis creativa) y Jennifer Lawrence viene alterada con la llegada de dos huéspedes inesperados, interpretados por Ed Harris y Michelle Pfeiffer. Este suceso desencadena una espiral de angustia en la joven esposa, que se ve atrapada en una situación alucinada, muy bien expresada por una cámara que no se aparta un minuto de la nuca o de los ojos de la Lawrence. Si en la primera parte se podría decir que se asiste a una versión moderna que mezcla La hora de lobo de Bergman (ojalá lo fuera) y cierto cine claustrofóbico de Polanski, en la segunda todo decae en un caos que aturde y que resulta finalmente bastante estéril y poco inspirado.

Mother! (Darren Aronofsky, 2017)

El documental de Frederick Wiseman, EX LIBRIS – The New York Public Library, nos lleva por suerte a otro mundo: entre los bastidores de una de las más importantes instituciones de saber del mundo. La película presenta la biblioteca como el lugar de acogida, intercambio cultural y aprendizaje para casi dieciocho millones de personas y treinta y dos millones de usuarios on line. A lo largo de más de tres horas de metraje, el director de Shoah nos invita a ver las actividades administrativas, las diferentes conferencias que se realizan y la forma de acceder que tiene el ciudadano de Nueva York al inmenso patrimonio de la biblioteca, enseñando también sus sucursales diseminadas entre Manhattan, el Bronx y Staten Island.

El objetivo es mostrar la relación de la Public Library con la ciudad (de allí varias imágenes de las calles de la “gran manzana” que sirven de contrapunto a los momentos más explicativos de la actividad de la institución) y como ésta es accesible a todos, ejemplificando así la convicción norteamericana, profundamente repicada en el pensamiento liberal, del derecho de los individuos a conocer y a ser informados. El documental es sin duda interesante y trae consigo un mensaje, el de la biblioteca como lugar central de cualquiera comunidad, muy importante, pero francamente resulta demasiado largo y repetitivo, pese a ser realizado con gran maestría como siempre ocurre en los trabajos de Wiseman.

Ex Libris: New York Public Library (Frederick Wiseman, 2017)

Ex Libris: New York Public Library.

El filme japonés The third murderer escrito y dirigido por Kore-eda Hirokazu es un film de género judicial. Un importante abogado se encarga de la defensa de un sospechoso de homicidio, que se declara culpable y que ya ha sufrido otra condena de treinta años por un crimen similar. Las posibilidades de éxito son escasas, porque el acusado cambia continuamente la versión de los hechos.

Cuanto más nos adentramos en el caso más nos damos cuenta de la inexistencia de una única verdad, por el contrario, esta nos escapa continuamente de las manos, ya que cada uno de los personajes involucrados pretende tener la suya. La idea del director es demostrar la imperfección del sistema judicial construyendo un drama con tonos que a menudo se acercan al mundo existencialista. Lo hace apoyándose en un ritmo lento y pausado con diálogos muy prolijos y con momentos francamente aburridos. La película tiene algunas ideas visuales de interés muy elegantes, pero finalmente no captura el espectador siendo demasiado plana en la actuación de los intérpretes y teniendo una duración, no demasiado larga, pero que a menudo presenta caídas en situaciones redundantes.

The third murderer (Kore-eda Hirokazu, 2017)

Una escena de The third murderer.

Fuera de concurso, nos ha decepcionado un poco Victoria & Abdul de Stephen Frears. Del gran director británico habríamos esperado algo más que una cinta bien realizada sobre la relación especial que la reina Victoria tuvo con su joven secretario indio Abdul Karim. Relación recientemente descubierta en los papeles de la Corona. La envidia y racismo de la corte como del mismo príncipe de Gales hacia el inédito nuevo miembro del palacio real se alternan con momentos de intimidad y amistad entre la reina y su protegido, sin verdadera fuerza.

La narración es plana con caídas de estilo, como por ejemplo en el episodio de Florencia, con una velada donde la figura del compositor Puccini es presentada de forma francamente ridícula y lejana años luz de su verdadera naturaleza. Por suerte, contamos con la interpretación de Judi Dench que con su maestría nos ofrece un retrato muy humano de una monarca, por lo contrario, recordada sobre todo por su mal carácter.

La Reina Victoria y Abdul (Stephen Frears, 2017)

Judi Dench y Abdul Karim en Victoria & Abdul.

Una última mención a la película chilena presentada a concurso de la sección Orizzonti, Los versos del olvido, dirigida por el director de origen iraní Alireza Khatami. El custodio de un tanatorio, que a pesar de su memoria infalible no recuerda el nombre de las personas fallecidas al día siguiente, decide dar digna sepultura y funeral a una desconocida, víctima de las desapariciones en la época de Pinochet. Para él es una forma de mantener la memoria, para que no se disperse todo en el olvido, como cuenta en varias anécdotas también un enterrador con el que el protagonista (un intenso Juan Margallo) comparte varios momentos cada día. La obra de Khatami se desarrolla entre el relato realista y un estilo más bien poético con pasajes a un lirismo visual de marca casi surrealista muy convincente. A veces, el tono es algo críptico, pero no deja en ningún momento indiferente como ha demostrado el gran éxito obtenido en la sala al final del pase para el público y la prensa.

Los Versos del Olvido (Alireza Khatami, 2017)

Una escena de Los versos del olvido.

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