El Gran Maestro Francisco Vallejo (Mahón, 1982) consiguió su quinto título nacional en el campeonato de España jugado en Linares del 5 al 13 de agosto. Era el favorito y los pronósticos se cumplieron.
Vallejo, tras haber ganado con claridad las siete primeras partidas del torneo, sufrió una aparatosa derrota en la séptima ronda contra Daniel Forcen Esteban. Nunca habíamos visto jugar tan mal a Vallejo. Algo debió pasarle en la jornada anterior (¿una indigestión?) o tal vez tuvo un disgusto personal ese mismo día. Vallejo tiene más de 2.700 puntos de ELO y en este encuentro contra Forcen pareció un ajedrecista con menos de 2.000. Pero los grandes jugadores tienen capacidad para recuperar fuerzas y superar los baches. El GM menorquín se repuso con entereza y ganó en las dos últimas rondas jugando con dureza y alta moral. A mal tiempo, buena disposición. Vallejo sigue siendo sin duda el mejor ajedrecista español. Y, probablemente, también el más alto, con su 1,94 de estatura.
El GM valenciano Julen Arizmendi, que el pasado julio cumplió 40 años, hizo un campeonato no malo (de las nueve partidas ganó tres y entabló seis), aunque ese porcentaje fue insuficiente para aspirar al título (un título que sí obtuvo en 2012 con pleno merecimiento). 6 puntos de 9 posibles son pocos en un campeonato de España si es que se juega con ambición. La calidad de Arizmendi es indiscutible, pero se diría que últimamente su juego se ha remansado, ha perdido fulgor. Es técnico y sólido… y también algo previsible (mucho más que antes). Lo he dicho en otras ocasiones: a Arizmendi le vendría bien, como ajedrecista, ser más malicioso. Es muy buena persona y tal virtud, porque virtud es, en la competición de alto nivel no es buena consejera.
Son precisamente las ganas de hacer morder el polvo al adversario -indispensable y despiadado mecanismo psicológico- las que llevan a cosechar muchos puntos, incluso a arañazos mentales. Arizmendi quedó en un puesto irrelevante, a punto y medio de siempre combativo Vallejo. La última partida de Julen fue la mejor suya de todo el torneo. Implacable, diría que insólitamente feroz, barrió del tablero al voluntarioso Cristian Fernández Díaz. Vale la pena reproducir la partida. Ese es el Arizmendi que algunos añoramos.
En la 81ª edición del campeonato de España de ajedrez participaron 155 jugadores, lo que me parece una animalada. Esa masificación la encuentro fuera de lugar. Así, el torneo pierde intensidad. Al no poder jugar todos contra todos (¡imposible, se necesitarían ciento cincuenta y tantas rondas!), hay partidas que deberían disputarse –me refiero a los participantes con más ELO- y que no llegan a celebrarse, debido a los vaivenes de la clasificación y al azar de los emparejamientos, algo muy propio de los torneos abiertos. Por citar un ejemplo: Vallejo y Arizmendi nunca llegaron a enfrentarse. Esa partida nos la escamotearon a los aficionados. Este cronista consideraría mucho más apasionante un campeonato de España disputado entre diez o doce jugadores, no más.
Ciertamente, no puedo imaginar un campeonato del mundo con 155 jugadores. Tiene mucho más gancho la electrizante final de uno contra uno. Las cribas tienen que haberse producido antes. Recuerdo a los aficionados que el próximo noviembre se jugará en Nueva York el match por el título mundial entre el actual campeón, Magnus Carlsen, y el aspirante Serguéi Kariakin (nombre ucraniano que he visto escrito de las más diversas maneras –Karkajin, Karjakin-; últimamente se ha impuesto el de Kariakin). Carlsen cumplirá 26 años durante los días del match y Kariakin cumplió esa misma edad el pasado enero.
Otro recordatorio: del 1 al 14 de septiembre se celebrará la Olimpiada de Bakú (Azerbaijan), en la que la selección española de ajedrez aspira a clasificarse entre las diez primeras. El equipo español estará compuesto por Vallejo, Iván Salgado, David Antón, Renier Vázquez y José Carlos Ibarra, con Jordi Magem como capitán. Personalmente, lamento la ausencia de Arizmendi. Pero claro, es que hace demasiadas tablas.
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