Cuando el hijoputismo se convierte en la norma y esa norma son niñatos preadolescentes que se encargan desde su casa de Pennsylvania (véase como un lugar al azar), de fastidiarte tu partida online. Maldita, a veces, web 2.0.
Durante las últimas semanas se han sucedido varios episodios de odio, acoso, insulto y vejación. Algunos profesionales de los videojuegos (programadores, CM o periodistas) se han visto obligados a dejar de ejercer sus trabajos por el histrionismo y mala baba de unos personajes que hace ya años entraron en la cultura geek y el ocio interactivo. Estos chavales y chavalas se dedicaban a destrozar partidas: gritos, insultos y risas idiotas. ¿La solución? Apagar el micro, perdiendo así un elemento clave en la partida multijugador.
Y ha tenido que intervenir un desarrollador desconocido. Andreas Zecher, de Spaces of Play, ha iniciado una carta abierta a favor del sentido común de los jugadores y de la libre elección en juegos, pero también en credos y orientaciones sexuales denro de éstos (abiertamente atacados en los últimos meses, con especial vehemencia). Su oda utópica ha sido todo un éxito y miles de profesionales se han adscrito. Es un paso contra cientos de miles de idiotas que caricaturizan al usuario medio de videojuegos, de más de treinta años y con experiencia en muchos otros ámbitos de la cultura, que se hace a un lado y deja el jolgorio mediático a lozanos imberbes.
Estas ratas nacidas bajo el cobijo de FIFAS y Call of Duties se han adueñado de una industria, por lo menos de cara al público generalista. Esta gente sigue creyendo que PS4 es una consola de cuarta generación, ya que, por supuesto, todo nació con PS2 y de la anterior sólo quedan bosquejos prehistóricos. De su carente bagaje de conocimiento del medio en el que habitan (y de su edad) aparece el germen del Mal. El odio interno, unido a la violencia adolescente y la falta de madurez ha hecho que la crispación de adueñe de Internet, unos oseznos que se aprovechan de la libertad 2.0. para insultar desde el anonimato. El problema de este comportamiento aumenta cuando se acosa de forma deliberada a un autor y se pone en peligro, aunque sea verbalmente, la seguridad de su familia. Un despropósito.
Es por ello que el maldito estigma de ocio para niñatos permanece y aumenta con la guerra de consolas, de exclusividades y de declaraciones sobre qué consola tiene más DDR SDRAM. Es violencia innata, inmadurez y de ello poco tiene que decir el último gran lanzamiento de acción. Falta cultura en los usuarios de la industria, una que se posiciona en el primer lugar de todo el ocio mundial, pero que cuenta entre sus filas a poco más que ignorantes resabiados menores de dieciséis que ejercen más presión para las masas que la inmensa mayoría, personas normales disfrutando de un hobby.
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