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«Murmur» de R.E.M., el faro de la música alternativa

En Música 6 mayo, 2023

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

R.E.M. fue, durante buena parte de los 80, la única banda visible de toda esa generación a la izquierda del dial de la que hablaban los Replacements, el único trozo del iceberg que suponía la música alternativa que sobresalía en el agua durante los 80 y Murmur, su primer disco, fue visto como la Biblia en la que se miraría todo el rock alternativo, de Hüsker Dü a Pavement, de Dinosaur Jr. a Nirvana.

Es cierto que suponían su sonido más pop y menos punk pero eso no les hacía ni mucho menos comerciales, Michael Stipe todavía se escondía de los focos y era imposible adivinar una sola palabra de lo que estaba cantando y Peter Buck era una especie de gemelo separado al nacer de Johnny Marr. Y es que los R.E.M. y los Smiths fueron dos bandas que surgieron a ambos lados del Atlántico casi a la vez y teniendo una trayectoria muy parecida, aunque para el momento en el que R.E.M. se convirtió en la banda más conocida del planeta junto a U2, los de Morrissey ya llevarían varios años separados.

Y es que puede que en el resto del mundo no los descubriéramos hasta “Losing My Religion” pero R.E.M. ya era una banda popular antes de ello en EEUU, poco a poco fueron subiendo todos los peldaños hasta convertirse en la banda más famosa del mundo, incluso adelantándose unos meses a la mega explosión del Nevermind de Nirvana. Cuando finalmente, a lomos de los de Kurt Cobain, el iceberg de la nación alternativa salió completamente a flote, R.E.M. ya eran una banda que llenaba estadios en medio mundo.

Pero todo había empezado una década antes, en una pequeña ciudad universitaria del Sur de EEUU, Athens, desde donde unos chavales enamorados de las guitarras de los Byrds, la actitud de Patti Smith, las letras de la Velvet y las melodías de Big Star iban a entregar un disco de debut tan a contracorriente del sonido de la época que iba a sonar absolutamente fresco e influyente para toda una generación de chavales que venían del punk y el hardcore y que encontraron en estos chicos sureños el grupo en el que mirarse.

Y es que el comienzo de los años 80 fue una mala época si querías tocar melodías pop con guitarras eléctricas, por un lado, el punk se había diluido en la Nueva Ola, cambiando las guitarras por los sintetizadores, por otro los grupos de hard rock estaban más interesados en sus solos, sus cardados y marcar paquete en sus mallas que en su música.

R.E.M. llevaban tocando desde 1980 cuando Stipe y Buck, dos estudiantes universitarios, se conocieron en una tienda de discos y vieron que compartían preferencias musicales, al poco entraron en la ecuación Mike Mills y Bill Berry, bajo y batería, que llevaban tocando juntos desde adolescentes. Lo primero que grabaron los cuatro fue “Radio Free Europe”, en 1981, para un pequeño sello independiente, y es que esos eran los únicos que podían pensar que una banda como esa, con un cantante tímido y al que no se le entendía, y cuatro chicos en vaqueros y camisetas podían tener un futuro en los coloridos 80.

La primera tirada del sencillo fue de solo 1.000 copias pero se agotaron tan rápido que hubo que sacar otras 6.000 que corrieron la misma suerte. La radio universitaria les convirtió en uno de sus grupos de referencia, convirtiéndose en el grupo favorito de esas emisoras que emitían «a la izquierda del dial«, y en el faro de la música alternativa.

La banda se había hecho un nombre y una grande como RCA llamó a su puerta. Pero R.E.M. se decantó por otro sello independiente, IRS, donde sacaron el fabuloso EP Chronic Town en 1982, con canciones como “Gardening at Night” o “Carnival of Sorts” en las que ya estaba su sonido perfectamente definido.

Finalmente, el 6 de enero de 1983, R.E.M. entraron al estudio para grabar su disco de debut, Murmur, con tres años de experiencia y una magnífica colección de grandes canciones bajo el brazo. Para mostrar su independencia desecharon los tan en boga sintetizadores y los solos de guitarra, lo que no impedía que la Rickenbacker de Peter Buck fuera la que definía el sonido del disco, siempre puesto, eso sí, a disposición de la canción y del cantante, con sus arpegios, riffs y demás dándoles ese sonido ‘jangle’.

Murmur se abría con una de las canciones más importantes de la banda, “Radio Free Europe”, que volvieron a grabar a petición de IRS para el disco. La canción era la definición de los primeros R.E.M., la guitarra de Buck, el melódico bajo de Mills (además de sus icónicos coros y armonías), la sencilla batería de Berry y las crípticas, e ininteligibles, letras de y la misteriosa voz de Stipe, todo ello coronado por un estribillo glorioso. Lo curioso es que Murmur se mantenía al nivel de su canción más famosa y, en ocasiones, lo superaba.

“Pilgrimage” comenzaba enigmáticamente con la voz de Stipe en la distancia, hasta que entraba el bajo de Mills, un piano y todo volvía a iluminarse con uno de esos estribillos demoledores de la banda. “Laughing” seguía una fórmula parecida, aunque esta vez con sonido acústico.

Luego llegaba una de las grandes canciones (y de mis favoritas) de la banda, “Talk About The Passion”, un brillante riff de Buck abría una canción que nos confirmaba las bondades de la banda, su brillantez melódica, los acertados coros de Mills (aunque aquí estaban todavía algo enterrados) y el increíble trabajo a las seis cuerdas de ese anti guitar hero que era Buck. Como curiosidad baste añadir que es una de las canciones que Thom Yorke se llevaría a una isla desierta.

“Moral Kiosk” era mucho más nerviosa, más exaltada, siendo una de las favoritas en sus primeros directos. Para cuando comenzaba a sonar la devastadora “Perfect Circle” ya te habías rendido ante la grandeza de esta banda, un piano honky tonk disonante, que increíblemente también suena como un clavicordio barroco, y, por encima, una melodía bellísima y demoledora. Para demostrar la fuerza de la banda recordemos que esta maravilla fue compuesta por el batería Bill Berry, con letra de Stipe. Era el cierre de una primera cara absolutamente memorable.

La segunda parte comenzaba con “Catapult”, otra gran canción en la que vuelve a estar al frente la tintineante Rickenbacker de Buck. “Sitting Still” sigue siendo una de las favoritas de los fans y de la propia banda (es la canción de Murmur que más veces interpretaron en directo) y otro gran ejemplo del sonido de los primeros tiempos, un bajo melódico, una guitarra coloreando todo el tiempo y un estribillo arrollador, con la voz de Mills uniéndose a la de Stipe al final.

“9-9” es el instante más indie rock del disco, también el más cercano al punk de su idolatrada Patti Smith, mientras que el trío final de canciones; “Shaking Through”, “We Walk” y “West Of The Fields”; demostraba que R.E.M., ya en su primer disco, eran incapaces de escribir un estribillo que no fuera una verdadera maravilla. Un colofón perfecto.

Se podría mirar a Murmur como un disco a medio camino entre el debut de los Byrds y el homónimo de la Velvet Underground, lo que convirtió a la banda en el faro de los dos movimientos de guitarra más interesantes en EEUU en los 80, el Nuevo Rock Americano de Long Ryders, Dream Syndicate o Los Lobos, y, sobre todo, del naciente movimiento alternativo, con Hüsker Dü, los Replacements o los Pixies (en la deriva melódica de los dos primeros se puede ver la alargada sombra de Murmur y R.E.M.).

R.E.M.

La cual no fue ninguna sorpresa porque Murmur sigue sonando como un disco atemporal lleno de exquisitas canciones, del que pueden florecer, como de hecho hicieron, movimientos enteros. Además, fue elegido mejor disco por la Rolling Stone, la banda apareció por primera vez en la televisión nacional e, increíblemente, se coló en el Top 40 de los discos más vendidos (cuando eso todavía significaba algo).

No fue un éxito descomunal, pero dio visibilidad a unos chicos que no la tenían, a esos adolescentes con camisas de cuadros a los que llamaban raros en sus clases y que estaban a punto de empezar a empuñar guitarras contra todo y todos e iban a tener en este grupo y este disco, la luz que les marcaba el camino.

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