Donde se insinúa una línea, no necesariamente roja, entre Reds, el rojo profundo de Argento, Red Guitars, Stendhal, It follows, Kelly LeBrock y las legendarias botitas rojas del cuadro de Manet.
Hay un decir muy extendido –del que nunca me ha sido posible comprobar su veracidad– según el cual los esquimales distinguen muchas clases de blanco. Es posible. Imagino que tiene que ver con la adaptación y la supervivencia. Yo por mi parte, siempre he distinguido distintos tonos de rojo.
El primer rojo que advertí fue reds. Tenía solo 12 años y acababan de enseñarme que los adjetivos en inglés no variaban en plural. No llevaban “s”, vamos. Entonces deduje que el título de la película que quería ver (Reds, Beatty, 1981) se refería a otra cosa.
Sin embargo, no es de esa otra cosa, o no es de ese tipo de rojo de lo que quiero hablar aquí: desde pequeño he simpatizado con el comunismo y han sido ellos (exclusivamente ellos) los empeñados en tratarme fatal, es decir con desdén, caras feas y crueldad.
No, no se trata de ese rojo pero sí, por ejemplo de Reds, porque ese fue el primer rojo, como pigmentación de una particular metafísica, de una mancha, por así decir, en el tejido –presumiblemente sedoso– de nuestra seguramente inexistente alma, el tipo de cosas de las que ahora quiero hablar aquí: tonos de rojo que como las clases de blanco para el esquimal tienen que ver con la adaptación al mundo y la supervivencia.
Cívico, pon un ejemplo.
Pondré varios. Aunque como ha quedado de manifiesto las razones –si es que de verdad las hay– de la sensibilidad a los rojos son en realidad bien opacas, no me es difícil enumerar ejemplo de esos matices de rojo. De hecho esta entrada va por ahí.
#1 El rojo cinematográfico de Reds llevaba, escondida entre banderas rojas, la flecha del amor (rojo-corazón) por Diane Keaton a la que en algún nebuloso sentido siempre he sido fiel. También lo he sido al cine y Rojo (1994), la última entrega de la famoso trilogía de Krzysztof Kieslowski, me pareció por escarlatas razones no sólo la mejor sino el tono de rojo que tiene que ver con la modernidad (república francesa de la razón y de lo efímero).
#2 Red Guitars, también efímera banda de Hull, fue un grupo pop británico que entonces llamábamos, con algún sentido, “independiente”. Como tocaron cuando uno tenía 17 años, recuerdo de forma roja el relieve de la cubierta de uno de sus discos, pasear con mi motocicleta por el puerto una tarde de sol rojo, una novia que tuve en su avenida y precisamente National Avenue, que es quizás una de las diez canciones más bonitas que he retenido en mi vida.
Roja debe ser la juventud y el valor para sobrevivir a las tardes de los domingos: esas homicidas recurrentes.
#3 Otro tono de rojo que me ha acompañado siempre es el de la novela de Stendhal Rojo y negro (Le Rouge et le Noir, 1830). En ella Henri Beyle cuenta los esfuerzos de Julian Sorel, hijo de un carpintero del pueblo ficticio de Verrières, por ascender de condición social pese a su juventud, diciendo a los demás lo que quieren oír y haciendo lo que desean verle hacer.
#4 Rojo oscuro, film de Argento en 1975, con David Hemmings y Daria Nicolodi, fue la película con la que entré en mi género cinematográfico preferido: el terror. En el amplio y vago sentido en que hay terror en los films de Hitchcock pero también, de una sentimental manera, en los de Truffaut: Rojo-perversión.
#5 Luego supe que el rojo es el color que se percibe ante la fotorrecepción de una luz cuya longitud de onda dominante mide entre 618 y 780 nm y que tiene que ver, como observó nuestro amigo Gene Wilder, con la ingravidez del vestido de Kelly Le Brock; rojas son las portadas de los libros en Trotta de Luigi Ferrajoli que es un teórico del derecho italiano, concretamente el más interesante para el área de saber específico a la que me dedico: la filosofía del derecho; roja una franja de la colección del Acantilado, el Loveless de My bloody Valentine, los zorros, las ardillas, animales de una particular fauna parda semejante al otoño, estación roja que como el título de esta entrada se escribe todo con “o”.
#6 El último rojo lo trajo precisamente una ardilla: conduce a la escena de sangre en la piscina en esa carta de amor cinematográfico a los sintetizadores-Carpenter: It follows (David Robert Mitchell, 2014). Ese rojo nos fascinó, pero el último jalón en la variedad de rojos que quiero apuntar aquÍ es el de las botitas de un cuadro de Manet. A principios del siglo XVIII algunos tratados de pintura adaptaron el círculo de colores creado por Newton (ese revolucionario) a las necesidades del arte pictórico y señalaban (equivocadamente) que los tres colores primarios eran rojo, amarillo y azul; las zapatillas-Manet también tienen que ver con la revolución (con la revolución interior) y con el clima psíquico u onda-Baudelaire. Onda roja ¡indiscutiblemente roja! pero para disfrutarla hay que leer el fabuloso libro de Calasso.
Hermoso: rojos de Rothko, Matisse, Newman y Klee
Malditas: tardes de domingo
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