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60 Thessaloniki Film Festival: John Waters in «This Filthy World»

En Cine y Series 9 noviembre, 2019

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

La presencia de John Waters en este 60 Thessaloniki Film Festival ha sido uno de los platos fuertes del certamen, capaz de superar todas las expectativas. El director, guionista, escritor, artista total, nacido en Baltimore es una figura única en la historia del cine independiente. Artista de la provocación, dinamitero de los límites del humor y lo aceptable, fustigador de la corrección política, John Waters ha encarnado durante décadas la transgresión y el desafío a los valores morales más convencionales.

Pink Flamingos (John Waters, 1972).

Pink Flamingos (John Waters, 1972).

Desde sus inicios en los años sesenta y su primera colaboración con Divine, quien sería uno de sus mejores y más fieles amigos y colaboradores —Mondo Trasho (1969)—, John Waters erigió su propio trono en un nuevo reino donde cada una de sus películas se convertiría en obra maestra de culto inmediata, empezando por la trilogía del trash iniciada con Pink Flamingos (1972) seguida de Female Trouble (1974) y Desperate Living (1977). Su gran éxito de taquilla, tras dirigir Polyester (1981), llegaría en 1988 con Hairspray (1988), un musical que todavía se representa en los institutos estadounidenses y ha sido objeto de varios remakes. Sin embargo, su película favorita, como ha confesado en varias ocasiones, incluidos sus encuentros con el público en Thessaloniki, es Serial Mom (1993), que rodaría tras Cry-Baby (1990), su colaboración con Johnny Depp.

Serial Mom (John Waters, 1988).

Serial Mom (John Waters, 1988).

Definitivamente lejos del circuito alternativo, su confesión en el libro Mr. Know-It-All: The Tarnished Wisdom of a Filth Elder enuncia a la perfección cómo se tomó la evolución de su carrera: Lo peor que le puede pasar a una persona creativa, me ha pasado a mí. Soy aceptado. Durante tres días, el director estadounidense, a quien  William Burroughs apodó “Pope of Trash”, se convirtió en el apóstol del cool con su afabilidad y elegante provocación. Recibió el Alexander de honor, actuó en su show In This Filthy World, e impartió una masterclass y un taller para cineastas.

El homenaje que se le rindió ha incluido también una selección de sus filmes preferidos, que se han proyectado en la sección Carta Blanca y relacionamos aquí por si algún lector quiere montarse un ciclo en casa: Boom! (Joseph Losey, 1968), protagonizada por Elizabeth Taylor y Richard Burton, un film que fue un fracaso de taquilla, pero también una fascinante adaptación de Tennessee Williams; Mom and Dad (Brian Taylor, 2017), una desternillante serie B con Nicolas Cage y Selma Blair; The Strange Ones (Christopher Radcliff-Lauren Wolkstein, 2017); Krisha (Trey Edward Shults, 2015); Tickled (David Farrier-Dylan Reeve, 2016); Who Took Johnny (David Beilinson, Suki Hawley, Michael Galinsky, 2014), la historia de uno de los primeros niños desaparecidos que aparecieron en los tetrabrik de leche en EEUU. El resto de películas programadas fueron Hors Satan (Bruno Dumont, 2011), American Animals (Bart Layton, 2018), I, Olga (Petr Kazda, Tomás Weinreb, 2016) y el ejercicio de metanarrativa que juega con imágenes de Vértigo,  The Green Fog (Guy Maddin, Evan Johnson, Galen Johnson, 2017).

John Waters

John Waters en This Filthy World. Foto © 60 Thessaloniki Film Festival.

En la primera intervención de John Waters, en el Teatro Olympion, pudimos gozar de su espectáculo This Filthy World, un monólogo sobre sus obsesiones, trufado de consejos, a modo de una guía para convertirse en un exitoso y feliz neurótico. Su traje adamascado refulgía en el escenario, que midió con sus largos pasos en un movimiento pendular, que llenaba un espacio únicamente decorado por un taburete que no llegó a ocupar. Haciendo gala de un absoluto desprecio de la corrección política, el director se lamentó de la falta de espontaneidad en las expresiones artísticas actuales, constreñidas por el temor cerval y paralizante de ofender minorías y sensibilidades. Así, destapó una retahíla de contradicciones y soluciones absurdas a los conflictos derivados de la incorrección, que le llevaron a preguntarse: ¿Por qué amamos a las mujeres que odian a los hombres y odiamos a los hombres que odian a las mujeres? 

John Waters

John Waters impartiendo su masterclass. Foto © 60 Thessaloniki Film Festival.

El día siguiente, 7 de noviembre, Mr. Waters compartió su sabiduría en una masterclass que tuvo lugar en la sala John Cassavetes, donde habló sobre la producción de películas, la superviviencia en el sistema hollywoodiense y el fracaso en cualquier carrera. Una audiencia entusiasmada, que agotó el tiempo para las preguntas tras la charla, respondió con entusiasmo a cada una de sus confesiones y provocaciones. Su humor y extrema cortesía se metieron en el bolsillo a un público que escuchó cosas como estas: Mi formación como espectador se forjó tanto con Bergman como con los filmes de exploitation.

Nadie creería que el director de Pink Flamingos no disfruta trabajando, pero como afirmó: Hacer películas nunca es divertido, las recuerdo con orgullo y tal, pero ¿diversión?. Diversión es cuando me tomo un martini al salir del trabajo, pero no cuando paso veintidós horas de rodaje bajo la lluvia, congelándome con una cámara en la mano, eso no tiene gracia, pero es parte de ello. Así es como se aprende a hacer cine. ¿Qué otra cosa podría hacer? No me imagino en ningún otro trabajo, excepto haciendo de loquero o abogado penalista.

Preguntado por William Borroughs, declaró: Fue una gran influencia para mí cuando era joven. Él siempre pareció viejo, incluso a los diez años, se vestía como un anciano y confesó haber abandonado las drogas después de triunfar en Hollywood, en un camino inverso al de la mayoría de los ídolos del cine, insistió en que No las recomiendo a los jóvenes, que conste, se las recomiendo a todo el mundo. 

John Waters

John Waters impartiendo su masterclass. Foto © 60 Thessaloniki Film Festival.

Fan confeso de Lars von Trier y Gaspar Noé, Waters recordó sus inicios y la época anterior a las redes sociales, explicando cómo fue capaz de crear su propia marca sin ni siquiera proponérselo: Nadie nos conocía y no teníamos dinero para publicidad. Lo que hicimos fue usar a la prensa y la prensa nos usaba a nosotros. Lector confeso de varios periódicos diarios, el director confesó que ser noticia es tener publicidad gratuita. Aprender el negocio es tan importante como aprender la parte artística, ncesitas a alguien que distribuya tu película si quieres que vaya a verla alguien más que tú y tu madre. Las dos cosas son importantes porque son las que hacen que la gente vaya al cine.

John Waters

John Waters recoge su Golden Alexander. Foto © 60 Thessaloniki Film Festival.

Los jóvenes cineastas tuvieron también la oportunidad de asistir a un taller exclusivo con el director donde impartió, como afirma Alan Cumming: Su perversa pero totalmente sensata sabiduría (sobre todo) a generaciones de gente que ni siquiera habían nacido cuando él alcanzó la fama.

El día 8, John Waters recibió el Alexander de honor, que dedicó emocionado al gran Divine y agradeció con estas palabras: Gracias por homenajear mi basura cinemática y darme la oportunidad de difundir el mal gusto internacionalmente. Y también, por permitirme mostrar el buen gusto con otros filmes extremos que he compartido en la sección Carta Blanca. 

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