La histórica banda sueca de garage y hard rock, antecedente directo de The Soundtrack Of Our Lives, Mando Diao, The Hives, Backyard Babies, The Hellacopters o Turbonegro, visita nuestro país con tres fechas esta semana.
Es algo tan viejo como la misma historia del rock’n’roll: mientras unos recogen los frutos de la semilla plantada años atrás por los patriarcas de cualquier género habido o por haber, los pioneros se ven relegados a la condición de venerables reliquias, eternamente ligados a su condición de leyendas errantes. Perenne objeto de deseo de minorías. Reivindicando su lugar en la historia, aunque solo unos cuantos fieles se acuerden de ella, mientras sus vástagos sonoros acaparan grandes titulares y ven sus caracteres impresos con honores de acontecimiento en cualquier festival.
Porque las modas siempre perfilan nuevos nombres de referencia, pero rara vez vuelven a sacar a flote los de aquellos quienes llegaron mucho antes y sentaron los cimientos. En Suecia, tres han sido la oleadas de revivalismo que han puesto sobre el tapete su versión más aguerrida, cruda y áspera del rock en las últimas tres décadas: la generación de reanimadores del garage rock que a finales de los 80 encabezaron The Creeps, la hornada que en la segunda mitad de los 90 insufló nuevas energías al hard rock (la que encabezaron The Hellacopters, Turbonegro, Backyard Babies o The Soundtrack of Our Lives) y la que, a principios del presente siglo, recuperó de nuevo todas aquellas esencias con la aquiescencia del llamado fashion rock y la furibunda vuelta a las guitarras: Mando Diao, The Hives o Division of Laura Lee.
Pero mucho antes de que trascendiera ninguno de ellos, ya estaban ahí The Nomads. Formados en abril de 1981 en el barrio de Solna, en Estocolmo, debutaron con “Psycho”, una versión de los padres del cordero, los míticos Sonics de Tacoma (Washington, EEUU). Rindiendo, cómo no, pleitesía a los maestros.
Y es que las versiones de temas ajenos han sido una constante en su trayectoria, pese a que su frenética y vehemente forma de recuperar intactas (y actualizadas) las cualidades del mejor garage rock les fue granjeando con los años una nutrida base de fans. Aunque los nombres de MC5, The Stooges, Rocky Erikson, The Cramps, Ramones o New York Dolls también afloren cuando se trata de definir su sonido. The Nomads llevan años siendo un grupo de culto en los EEUU, Francia o Gran Bretaña. Objeto de adoración por parte de un público limitado pero muy fiel. Y nuestro país, al que han visitado con frecuencia, no es una excepción.
En 1984 publicaron Temptation Pays Double, un doble EP al que incorporaban uno de sus temas más emblemáticos: “Where The Wolf Bane Blooms”, una canción que fue convenientemente recuperada en 2004 en la fantástica e imprescindible caja recopilatoria colectiva Children of The Nuggets (Rhino, 2004). En ella se reivindicaban algunas de las gemas del rock psicodélico y de garage más notorias de la década de los 80, en una maniobra que tenía como modelo el legendario Nuggets: Original Artyfacts from the First Psychedelic Era (Elektra, 1973), ideado en su momento por Lenny Kaye y Jac Holzman. The Nomads conpartían espacio con Rain Parade, The Vipers, The Cynics, The Stems, The Soft Boys, The Church, The Barracudas y demás buenas razones para desmentir, una vez más, ese lugar común que desecha aquel decenio como poco menos que una época perdida para la causa del rock’n’roll.
Desde entonces, más de quince álbumes de estudio les contemplan. El último de ellos es de hace un par de años. Lo llamaron Solna, como su barriada de procedencia, sin calentarse mucho la cabeza. Y en el incluyeron once nuevos argumentos con la solvencia acostumbrada. Riffs de acero y melodías irrebatibles. Potencia en la ejecución de los preceptos que han reproducido durante más de tres décadas. Así que quien necesite hacerse una idea de qué es lo que puede esperarse de sus conciertos esta semana por nuestro país (hoy jueves 20 de noviembre en la Sala El Sol de Madrid, mañana viernes 21 en Jerusalem Club de Valencia y el sábado 22 en Intxaurrondo, Gipuzkoa), puede ir abriendo boca con este “Can’t Go Back” , abordado sobre el escenario hace un par de años.
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