Es innegable que el estreno de la serie The Mandalorian ha sido uno de los más esperados del mundo warsie. Hasta el momento de su llegada a la plataforma Disney+, lo único que había ofrecido Lucasfilm, en lo que a series de Star Wars se refiere, fueron tres producciones de animación destinadas fundamentalmente al público infantil. Los fans, sin embargo, demandaban una serie de acción real, orientada al público adulto y con un tono más maduro.
El responsable principal de esta serie es Jon Favreau, que ya se puso a las órdenes de Disney con sus dos películas de Iron Man y los remakes de El libro de la selva y El rey león. En su reparto encontramos figuras como Pedro Pascal con rol protagonista, la exluchadora de M. M. A. Gina Carano, Carl Weathers, Nick Nolte, Giancarlo Esposito o Rosario Dawson. Incluso, en dos episodios, hizo aparición el cineasta alemán Werner Herzog, interpretando a un oficial imperial.
La serie ha tenido muy buena acogida tanto por el fandom galáctico como por la crítica. Esta popularidad le ha permitido ser galardonada en siete de quince categorías en la última gala de los Emmy: efectos especiales, fotografía, mezcla de sonido, edición de sonido, diseño de producción, coordinación de dobles de acción y banda sonora.
Los orígenes de esta obra se remontan al proyecto de un spin-off basado en la vida de Boba Fett. No obstante, la compañía del ratón Mickey valoró la rentable fuente de ingresos que supondría el hijo-clon de Jango Fett, puesto que, pese a tratarse de un personaje con un desarrollo y profundidad dramática nulos, sí es cierto que despertó un enorme interés en el fandom galáctico. Su atractivo vestuario, rostro ausente, voz viscosa y metálica al mismo tiempo, así como su frío temperamento hicieron que los seguidores de la saga desearan saber mucho más sobre él. Se llegó incluso a teorizar acerca de su verdadero final, ya que fueron muchos los que se negaron a creer que uno de los cazarrecompensas más peligrosos de la galaxia muriera digerido en el estómago de Sarlacc.
El escaso carisma que desprenden sus protagonistas no lo consiguen desarrollar por sí mismos, sino que beben de las antiguas leyendas de los personajes de George Lucas.
De la imperiosa necesidad de satisfacer los deseos de los espectadores de toda la vida, surgió The Mandalorian. No obstante, decidieron apostar por brindar una narración sobre una especie de álter ego del último Fett, un protagonista que presentara un semblante muy similar a la esencia de Boba: un pistolero mercenario mandaloriano, parco en palabras y dotado de una esencia misteriosa que incita a la especulación. La historia se ubica temporalmente poco después de la caída del Imperio Galáctico, siguiendo los pasos de un solitario cazarrecompensas mandaloriano, a través de sus aventuras en los bajos fondos de la Nueva República Galáctica.
El género por el que apuesta esta producción televisiva podríamos calificarse como western espacial. Es cierto que la saga de George Lucas supone un compendio de géneros cinematográficos. En sus largometrajes principales, podemos apreciar elementos de cine bélico, aventuras, fantasía y western. Con la aparición de los spin-off, se decidió circunscribir sus historias a géneros concretos. Si en Rogue One apostaron por el cine de guerra, en Solo, se decantaron más por el cine del Oeste.
En el caso concreto de The Mandalorian, vemos una clara influencia por el spaghetti-western de Sergio Leone: un tipo duro, peligroso y solitario en busca de trabajos cargados de violencia para poder sobrevivir. Tanto Mando, como el cowboy de Clint Eastwood y el ronin de Yojimbo comparten un perfil común. Esta serie, obviamente, aporta el elemento de aventura espacial, haciendo que el cazarrecompensas en vez de desplazarse a caballo, opte por una colosal nave espacial como medio de transporte. The Mandalorian es, en definitiva, un spaceghetti-western, un totum revolutum de referencias de la pop culture, cargado de nostalgia warsie.
The Mandalorian es, en definitiva, la historia de un subproducto.
La serie goza de una dirección artística que desprende ambientación Star Wars por los poros. Su atmósfera combina una equilibrada estética entre elementos visuales de los 80 y perspectivas actuales. Es por ello que su ambientación funciona al tratar de crear elementos familiares y nostálgicos para los antiguos fans, sin perder la tendencia de crear una obra dramática actual. Esta inclinación a mantener un pie en cada época se percibe también en sus efectos visuales, combinando efectos digitales con prácticos, una metodología muy seguida desde el inicio de la producción de Star Wars: el despertar de la fuerza.
La tarea de la composición de la banda sonora se encomendó a Ludwig Göransson, quien ya puso su talento a servicio de otras populares cintas como las dos primeras entregas de Creed, Black Panther, Venom y la reciente Tenet. El compositor se aleja del estilo musical de John Williams, rechazando el carácter épico de su icónica obra y apostando por una melodía más vinculable con un ambiente de western.
No obstante, a lo largo de sus compases, se perciben ciertos elementos de obras anteriores, especialmente ciertas referencias de la BSO de Creed. Da la sensación de que la música de esta serie sea un pastiche de diferentes elementos, una composición elaborada con desgana y falta de empeño. Además, la melodía resulta bastante anticlimática en más de una ocasión a lo largo de la serie, lo que provoca una inmersión solo parcial dentro de la trama y un disfrute muy limitado.
Baby Yoda no es sino el reclamo fácil para atraer al público infantil y la posterior venta de juguetes.
Sin embargo, el defecto más notable dentro de la serie es la propia serie en sí. Pese a optar por un estilo y un tono diferentes a lo acostumbrado, The Mandalorian no innova prácticamente en nada. Es una ficción sin alma, que apuesta por seducir al fandom mediante generosas cucharadas de nostalgia warsie. Cada uno de sus episodios no es sino un reiterado compendio de referencias a la saga original, arriesgando lo mínimo para no alejarse de lo más puramente ortodoxo. El escaso carisma que desprenden sus protagonistas no lo consiguen desarrollar por sí mismos, sino que beben de las antiguas leyendas de los personajes de George Lucas.
El mandaloriano debe su iconicidad al legado de Boba Fett, porque, como ya hemos dicho, está concebido como su alter ego. Para evitar un parecido demasiado evidente con su predecesor, los guionistas le dotaron con un código moral, del que carecía Fett. Pero es evidente que The Mandalorian es, en definitiva, la historia de un subproducto, de un Boba Fett de marca blanca, cuyo único mérito es parecerse a un personaje legendario.
Por otro lado, tenemos a la verdadera estrella del programa, Baby Yoda. Este personaje, al igual que su compañero, se nutre de la herencia que dejó el más veterano de los jedi. En él confluyen la figura del maestro Yoda con el aspecto tierno de los ewoks. Baby Yoda no es sino el reclamo fácil para atraer al público infantil y la posterior venta de juguetes. De hecho, la llegada de los muñecos de este personaje fue una de las más esperadas por los fans.
Otro problema, y muy relacionado con este pobre diseño de personajes, es el guion. Su trama es verdaderamente inconsistente y con un ritmo torpe, cargado además de diálogos excesivamente forzados. Para tapar (o compensar) la falta de talento invertido en esta serie, el argumento se encuentra cargado de ingentes cantidades de fan service, que llegan, en más de una ocasión, a ofender a la inteligencia. Sin ir más lejos, en la segunda temporada, se han valido de la presencia de personajes de la saga original y de la serie The Clone Wars para despertar el sentimiento nostálgico de los fans más acérrimos. En este sentido. se aprecia cierto temor a romper con los esquemas y un empeño en seguir ofreciendo a los seguidores las mismas sensaciones que una vez experimentaron.
The Mandalorian es, pues, un engaño para el mundo warsie, ya que se viste de obra rupturista, pero rebosante de antiguos elementos. La historia de este cazarrecompensas es lo que una vez pudo ser y nunca quiso. Se trata de una obra de artesano, orientada a volver a seducir a aquellos fans de toda la vida que se sintieron traicionados con la saga de secuelas. La serie funciona como obra de entretenimiento, pero su aportación es ínfima, resultando un divertimento pasajero aderezado con fan service.
Star Wars es un mundo muy amplio, cargado de posibilidades. No obstante, si Lucasfilm persiste en ofrecer lo de siempre, la magia que una vez aportó la saga acabará extinguiéndose. La franquicia creada por George Lucas debe renovarse, ofrecer nuevas perspectivas y optar por lo verdaderamente rupturista. Rian Johnson, con su episodio VIII, demostró que La guerra de las galaxias aún podía sorprender y aportar conceptos nuevos. Su obra merece ser reivindicada, a pesar de contar con algunos defectos. La saga debería seguir el camino que, en una ocasión, sentenció Kylo Ren: Deja morir el pasado. Mátalo si es necesario. Solo así podrás convertirte en lo que quieres ser.
Ha llegado la hora de que Star Wars se desprenda de sus viejas leyendas y evolucione por sí sola. Obviamente, no se debe obviar de dónde se viene, pero también se debe seguir hacia delante, ligero de lastres. La saga galáctica goza de un potencial increíble para brindar al público obras novedosas y más originales. Evidentemente, la sombra de Star Wars es (muy) alargada.
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