El director alemán Volker Schlöndorff, figura emblemática del Nuevo cine alemán y ganador del Oscar y la Palma de Oro por El tambor de hojalata fue el invitado de honor en Evia Film Project promovido por el Thessaloniki Film Festival, que fue clausurado el 19 de junio con la proyección de su filme The Forest Maker, seguido de un coloquio con el público, al que se prestó con una afabilidad y cercanía que animaron a los espectadores en una conversación que se hubiera alargado hasta entrada la noche. La sesión, cuya entrada fue libre, tuvo lugar junto al mar, en el cine Apollon de Edipsos, rehabilitado tras treinta años de cierre, en una de las loables iniciativas que ha llevado a cabo este innovador proyecto que pretende reanimar una isla asolada por los incendios forestales. Unas horas antes, el veterano director nos acogió junto a la prensa destacada en el evento para disfrutar de una charla relajada y jovial, en una soleada mañana junto a los legendarios manantiales termales que dan su nombre a la localidad de Edipsos y cuyo sedimento va modificando la costa en su encuentro con el mar.
El director visitó el área de la isla que había sido devastada por el fuego y le impresionó tanto como las consecuencias de la erupción del Monte St. Helens en Estados Unidos treinta años antes. Influido por sus tres años de contacto con Tony Rinaudo —un referente en reforestación—, y sus métodos, propuso que dejaran a la naturaleza actuar y reforestarse durante 20 años, sin cortar inmediatamente los árboles quemados mientras no se vieran los nuevos brotes, Le preguntaré a Tony y le mandaré una foto.
Aunque pueda sorprendernos como un giro en su carrera, el director ya participó en un documental de temática medioambiental hace 60 años: En mi primer documental hice un tour por el Mediterráneo, en 1962, de hecho la película se llama así. Junto a Jean-Daniel Pollet viajamos en un viejo Peugeot con una vieja cámara de 16 mm, acabando en Gibraltar. Y recientemente ha viajado varias veces a África He realizado dos o tres cortos documentales de media hora en los últimos cinco años, siempre sobre este continente, porque estoy comprometido con África desde hace 14 años, incluida la Escuela de cine de Ruanda. Por eso, para mí no ha sido inesperado, solo lo es para vosotros.
El documental The Forest Maker nos presenta al remarcable personaje que da título al mismo, Tony Rinaudo, el australiano que ha extendido por toda África su método de reforestación, FMNR (The Farmer Managed Natural Regeneration) que consigue hacer crecer árboles en zonas áridas. Schlöndorff admira tanto a su protagonista, que se permite bromear sobre ese nombre: FMNR es una palabra terrible, no es nada pegadiza, cualquier experto en márqueting habría encontrado algo mejor. Ambos se conocieron tras la entrega del Nobel alternativo, el Right Livelihood Award, a Rinaudo, cuando pasó por Berlín a su vuelta de Estocolmo, y mantuvo un encuentro con unas 45 personas: Me habían invitado y me quedé impactado por su personalidad, es un gran protagonista, pero por la simplicidad de su método, así que me reuní después con él y le dije ‘esto es fantástico, debes tener miles de discípulos en todo el mundo que practican tu método, y maestros’… Y él dijo ‘casi siempre estoy solo’, le dije que eso tenía que cambiar ‘¿quieres que haga una película sobre ti?’ Y me cautivó. Y me quedé con ganas de hacer un documental. ¿Cuándo ocurrió esto? En diciembre de 2018. Y luego, seis semanas más tarde, me encontré con él en Bamako, Malí, y empezamos…
Esto no va de cine, para mí, es en realidad propaganda en cierto sentido, es activismo.
Sobre los preparativos y la producción, el director confiesa que no las hubo, Y pienso que para este tipo de documental eso está bien, pero claro, no esperaba que durara años. Primero tuve que volver para conseguir dinero porque empecé con lo justo. Entonces, Tony se había quedado atrapado en Australia… Ambos fueron unas ocho veces a África, siempre por dos o tres semanas y luego, Pasamos un mes en India, pero eso no está en la película, porque los africanos y los indios no se llevan bien. Estar en dos mundos fue muy confuso, el mismo método pero diferentes granjeros. Como nos muestra el documental, Rinaudo es una figura respetada, apodada “El jefe de todos los granjeros”, pero sigue luchando duramente para poner sus ideas en acción 30 años después de sus inicios, en ese largo trayecto fue testigo de hambre y desesperación, pero también , como vemos, de resiliencia y ganas de cambio, por lo que el mensaje que vehicula el filme es de empoderamiento y esperanza. Tal como reconoce Schlöndorff, Llegué a África como un pesimista y volví como un optimista, no estaría si no aquí con esta película. Esto no va de cine, para mí, es en realidad propaganda en cierto sentido, es activismo. Allí hay recursos, hay suficiente mano de obra para hacerlo todo. Lo que más llama la atención es la actitud positiva de los africanos.
Schlöndorff trabajó con un equipo mínimo, mientras que él manejaba una pequeña cámara digital para los primeros planos como se puede ver en la película. En cuanto a la edición, se vio influida por la forma de plantear el rodaje sin preparación, Realmente, no teníamos un concepto, así que solo el montaje duró cinco meses, quiero decir el revisar todo el material para encontrar la forma. ¿Debería ser país por país, geográficamente, o debería ser como un cuaderno de viaje, día a día, un diario? Y al final, acabé con esto que es más cinemático. Primero, agricultura, la emigración, educación, diferentes temas. ¿Sabes?, siempre sin preocuparme de en qué país.
A lo largo del filme, la figura de Rinaudo permanece como una presencia, aunque no siga en pantalla, y se abre el foco hasta incluir personajes y familias, dramas y esperanzas de un continente asolado, al final es una historia sobre gente, porque la gente es responsable de lo que ha hecho con el medioambiente y es también la que tiene lo necesario para implicarse, ¿pero están dispuestos? Bueno, primero me interesé en la producción agrícola, pero pronto descubrí que la gente era más interesante que la agricultura. Y ellos son muy abiertos, pudimos entrar en todas partes, porque no molestábamos, mi equipo nunca era de más de tres personas, yo mismo, un cámara local y un sonidista, que cambiaban en cada país, Senegal, Malí, Burkina Faso, Ghana, Etiopía, Kenia.
El formato de documental que el propio director ha calificado como ensayo documental, incluye tres cortometrajes de los directores africanos Idriss Diabaté y Alassane Diago, como pequeños clips, que aportan una energía y un testimonio propios, y fueron encargados por él expresamente para el film según nos comentó. Por otra parte, la necesidad de expresar de la forma más adecuada su mensaje, le llevó también a vehicularlo a través de la animación, como una decisión comunicativa más que estética.
Schlöndorff había visitado África en muchas ocasiones a lo largo de 14 años, pero nunca había estado en el campo, pasé casi todo el tiempo en ciudades, en Nairobi y Kigali, donde estoy a cargo de la escuela de cine en Ruanda. Nunca habría penetrado en esa faceta del África rural sin Tony porque le ha dedicado 40 años de su vida. Como dice Tony, África podría alimentarse a sí misma e incluso alimentar al mundo, algo que es impensable hoy en día, realmente yo no sé cómo, pero teóricamente, hay bastantes tierras para ello. 350 millones de personas no pueden subsistir con los métodos actuales, y tampoco con el cambio climático, no pueden producir bastantes alimentos, este es el mayor cambio y no podría suceder aquí, es extraño que ningún programa de desarrollo se preocupe mucho por la agricultura y el medio rural. La agricultura lo es todo, el 70% de los africanos viven en el campo, si yo fuera ministro de Agricultura, o algo así, de desarrollo, diría que la agricultura es lo primero.
¿Un solo hombre puede cambiar un continente? Él no decía la verdad cuando declaró que estaba casi solo. No le sigue un montón de gente, pero su método se está extendiendo ahora de un granjero a otro, de un poblado a otro. Y los propios granjeros van a cualquier parte para enseñar, tienen a los mejores que enseñan a otros. Y además, hay ONG que lo llevan de un país a otro. También hay una ONG holandesa, Tony trabaja para World Vision, que es también importante. Y estas ONG que desarrollan la agricultura formaron una alianza. Como afirma Tony, no se trata de cambiar la agricultura sino de cambiar la mentalidad, cuando la gente se conciencia puede tomar el propio destino en sus manos. No depender de la ayuda extranjera, hay muchos modos de hacerlo uno mismo y a su manera, él dice que una vez que la gente comprende puede encargarse del cambio. Todo cambia, mientras que el desarrollo habitual o la ayuda, la política, tienen como objetivo alimentarlos llevándoles comida haciendo esto y aquello, pero no desarrollar su propia capacidad.
En cuanto a las nuevas generaciones, conscientes de la dificultad de desenvolverse en un contexto de precariedad, los niños de escuela dicen que no, que no queremos ser agricultores como nuestros padres. Por supuesto que no en esas circunstancias cuando ven que sus padres trabajan duro y no pueden alimentar a la familia. Eso no es un estímulo, por supuesto. Hay tres cosas indispensables para que eso cambie: la educación, la mecanización y la electrificación. Schlöndorf se lamenta de que haya estudios para instalar centrales eléctricas en el Sahara, para transportar la electricidad a Europa, Pero no hay planes de cómo hacerlo en las aldeas de África, donde se necesitan más que nunca.
Es incontestable que la política, la ecología y los problemas sociales están más ligados que nunca, el campo de batalla se ha trasladado a las cuestiones medioambientales, tanto en el primero como en el tercer mundo, Schlöndorff reconoce que La ecología es la clave del progreso de la sostenibilidad, para todas las cosas, en los últimos 60 años se han bombeado billones a África. The Forest Maker incluye la mención al fracasado y cacareado proyecto Great Green Wall, que pretendió alzar un cinturón verde en el Sahel, Si los árboles hubieran crecido habría un bosque espeso, pero en realidad, el dinero no llegó allí nunca, Tony dice que nunca ha visto llegar dinero a ningún pueblo. Como mucho, perforan un pozo, pero dejan a la gente sacando el agua con una cuerda o con un asno, son pasos tan pequeños… y el dinero desaparece, el dinero se pierde con los políticos y también en las organizaciones de desarrollo. Sin embargo, el filme no se centra en la denuncia obvia, Podría haber hecho un filme diferente, por ejemplo sobre el Great Green Wall y los millones que se dejaron, pero solo meto tres líneas. Tony me dijo: Mira, no pierdas tu tiempo en la película luchando contra la corrupción, no va a cambiar nada. Todos lo saben. Por eso me enfoqué al final en la vida de los granjeros y en los recursos que poseen, y en cómo podrían cambiar las cosas si se pusiera el foco en su trabajo.
Preguntado sobre la mayor revelación que había recibido durante la ejecución del documental, el director alemán confesó que Para mi sorpresa, fueron los jóvenes de la ciudad de Dakar que expresaron que querían salir al campo, si se les daba un pedazo de tierra para desarrollar otro tipo de agricultura. Sin duda, un mensaje de optimismo para un continente en el que las mujeres, como afirma Volker Schlöndorff son quienes cargan a África en sus cabezas.
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