El canal estadounidense se la juega de nuevo con The Expanse, una space opera ambiciosísima que recuerda a los inicios de Battlestar Galáctica.
Desde que Battlestar Galáctica pusiera fin a su recorrido en marzo de 2009, la cadena SyFy (entonces Sci-fi) lleva varios años en búsqueda de su próximo fenómeno. Pero las ambiciones del canal de cable estadounidense todavía no han tenido una respuesta unánime. The Expanse, estrenada el pasado mes de diciembre, parece ser el primer destello espacial de esperanza del canal en años.
Porque desde hace algo más de un lustro, los repetidos intentos de la cadena por recuperar la reputación que cosechaba entre el fandom han visto perecer a varios de los proyectos más prometedores del canal.
En 2010, una precuela de Battlestar Galáctica llamada Caprica fue recibida tibiamente por el público y acabó cancelada tras una sola temporada. Por entonces, otra space opera no parecía la mejor solución a la vacante que dejabaGaláctica.
Tres años después, la cadena invirtió $100 millones en Defiance, una apuesta loquísima con la que estrenaba, simultáneamente, una serie de gran producción y un videojuego multijugador masivo que compartían universo. La serie fue cancelada el pasado mes de octubre, dejando claro que la jugada de SyFy fue un fracaso similar al que experimentara Fox en 2011 con Terra Nova.
Y tampoco funcionó Helix, un thriller claustrofóbico ambientado en un laboratorio en el Ártico que producía Ronald D. Moore, precisamente el showrunner deBattlestar Galáctica. La serie empezó con buenas audiencias, pero el cambio de temporada le sentó fatal y perdió más de la mitad de sus espectadores. SyFy la canceló en abril del año pasado.
De esta manera, y con un legado que tirita con cada usuario que repasa la lista de cancelaciones recientes del canal, The Expanse se postula como el primer proyecto de la cadena que apunta a conquistar espacio y espectadores por partes iguales. Tanto es así que la propia SyFy la ha etiquetado desde el principio como su serie “más ambiciosa” hasta la fecha.
Basada en la serie de novelas escritas por James S. A. Corey (¿por qué todos los escritores de novelas sci-fi o fantásticas tienen nombres con tantas iniciales?), The Expanse sigue las desventuras de James Holden y los tripulantes de la naveRocinante. En sus viajes tratarán de averiguar quiénes son los culpables en la trama que amenaza con despertar una guerra entre la Tierra y Marte.
Mitad space opera, mitad sci-fi político, The Expanse puede presumir de contar con una producción espectacular. Sus decorados recuerdan a los de las estaciones espaciales del videojuego Mass Effect y el vestuario va más acorde al ultrarrealismo estilizado de Prometheus que a los ropajes de tela básicos deGaláctica o Star Trek. Y este es un contexto superficial que importa de cara a hipnotizar a los espectadores en los primeros episodios.
Básicamente, porque The Expanse tiene muchos problemas para darse a conocer. Su trama de politiqueos interplantearios, adolescentes desaparecidas y abordajes espaciales es de difícil descifrado en los prolegómenos de la serie. Los capítulos pasan porque el escenario es tan atractivo que a uno le supone casi otro esfuerzo negarle oportunidades a un embalaje tan sugerente.
Claro que luego llegan las recompensas. Tras un par de capítulos —y unas visitas a la wiki correspondiente—, The Expanse ahonda lo suficiente en su urdimbre de personajes como para que queden enmarcados los conflictos de los protagonistas y la pretensión de sus decisiones.
En muchas de las conversaciones de The Expanse, y prácticamente desde el comienzo, es muy evidente la ambigüedad psicológica y partidista de los personajes. No hay forma de colocar a nadie sobre el tablero, y mucho menos de reconocer la materia de la que está hecha cada pieza jugada. Uno podría determinar que James Holden arrastra un trauma del pasado y que sus intenciones para con, pongamos, Marte son diferentes a las que pretende mostrar en los primeros episodios de la serie. Podría.
Precisamente estas sombras son las que mueven la serie. Toda esa red de psiques indeterminados y soldados sin bandera se ve arrastrada por el misterio intrínseco de cada personaje. El hecho de que haya una intriga mucho más ambiciosa en lo argumental sólo sirve como motor narrativo del resto. Y claro, es un motor nuclear de tres pares de clicks. Además, The Expanse no sólo se beneficia del intrincado panorama político de su imaginario espacial, sino que el mismo entramado diplomático también tiene personajes controvertidos a los que apetece seguir la pista.
Si a todo ello le sumamos lo bien que domina The Expanse el manejo de la tensión en las escenas de acción o que el reparto es tan potente como diverso, lo que queda es un serión, una oportunidad única de SyFy para redimirse y rendir finalmente cuentas con un último lustro que ya apetece olvidar. Quizá, eso sí, debería la cadena distender un poco el tono de su nueva serie. La solemnidad está bien traída y el pelo de Joe Miller da para mucho, pero a The Expanse le hace falta soltarse y contar unos cuantos chistes. Y si no me escuchan para estos últimos capítulos restantes, al menos que lo hagan para el año que viene, porque la serie ya está renovada por una segunda temporada.
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