La obra de Christopher Nolan puede gustar más o menos, es cierto que la llegada de una nueva cinta suya siempre es motivo de entusiasmo. Nolan ha demostrado a lo largo de su filmografía un firme empeño en equipararse a Kubrick, apreciable, por ejemplo, en su búsqueda a la hora de tocar todos los géneros cinematográficos posibles. Ha explorado la ciencia ficción en dos ocasiones, el cine bélico y el thriller, tratando de ofrecer un lenguaje efectista y estremecedor. Es posible que no pase a la historia como un revolucionario o un visionario, pero sí es cierto que destaca por ser un excelente narrador de historias y un artista de lo visual.
Este verano llega a las pantallas de todo el mundo Tenet, su último trabajo. El tráiler fue revelado hace cuatro meses, aunque su contenido no deja muy claro qué tipo de filme nos espera. La sinopsis y el avance sugieren una película que trata temas como el espionaje y los viajes intertemporales. En las imágenes mostradas se aprecian elementos de marca Nolan, como escenas de acción y persecuciones, junto a imaginería minimalista. Además, cuenta con la presencia de Michael Caine, ya un habitual en el cine de Nolan, además del cotizadísimo por mérito propio Robert Pattinson.
Tal vez lo más preocupante sea la banda sonora, pues Nolan, por primera vez en mucho tiempo, ha prescindido de Hans Zimmer para componerla. En esta ocasión, ha apostado por Ludwig Göransson, conocido por la música de las dos entregas de Creed y de The Mandalorian. Posiblemente sea una de sus decisiones más desacertadas, debido a que los trabajos de este último son manifiestamente mediocres. Si bien las BSO de los spin-offs de Rocky resultan épicos, beben mucho de las obras compuestas por Bill Conti en la saga original. Por otro lado, la música de The Mandalorian resulta verdaderamente anticlimática, provocando un descenso de la épica en sus escenas. La música de Zimmer era un excelente complemento a la espectacularidad visual para la imaginería de Nolan. Veremos qué hace Göransson en Tenet…
La falta de claridad de los avances ha generado una avalancha de especulaciones y teorías. Muchos conjeturan que se trata de una secuela encubierta de Origen, o al menos un filme del mismo universo cinematográfico. Estas teorías se fundamentan en la combinación de espionaje y ciencia ficción y en su estética, similar a la película de 2010. No obstante, Nolan ni ha desmentido ni ha confirmado estas teorías.
El misterio que desprende la película y la autoría de Nolan, no hacen sino aumentar el hype por momentos. El interés por este filme ha crecido tanto que, posiblemente, sea la película que salve el negocio de las salas de cine, gravemente afectado por la forzosa cuarentena provocada por el coronavirus. Estrenos y festivales se han visto obligados a aplazarse, suponiendo enormes pérdidas, incluso se ha llegado a especular sobre la desaparición de cines, en pro del streaming a consecuencia de la pandemia. La llegada de la última obra del director de Dunkerque podría pues suponer un soplo de esperanza para el cine.
Puede que no tengamos Juegos Olímpicos ni Eurocopa, pero este verano nos ofrece un nuevo evento mundial: el estreno de Tenet. Es previsible que dé mucho que hablar, detractores y partidarios de Nolan harán arder las redes con sus críticas.
Fans o no de Nolan, deseamos ansiosamente la llegada del filme y no únicamente por lo que ofrezca cinematográficamente. Más allá de los aspectos técnicos o argumentales, su estreno puede suponer el impulso que el cine requiere. Necesitamos volver al cine, necesitamos motivación para volver a soñar con la gran pantalla. Tenet es uno de los grandes estrenos del año, una máquina productora de hype en cantidades industriales.
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