“Fable of Faubus” es el título de uno de los temas social y políticamente más combativos de la historia del Jazz. Lo compuso Charles Mingus ante el enésimo caso de racismo en el Sur. La pregunta que incluía sigue siendo pertinente.
Dedicada a Mor Sylla
“Fable of Faubus” es el título de un tema del bajista y compositor de jazz Charles Mingus. Se trata de uno de los temas política y socialmente más explícitos de Mingus (y por tanto uno de los temas política y socialmente más explícitos de la historia del jazz) y tiene como destinatario a un gobernador de Arkansas (Orval E. Faubus) que en 1957 se empeñó en impedir que un grupo de chicos de raza negra pudiera ocupar un pupitre en la misma escuela que los chicos de raza blanca, al punto de llamar para asegurarse de ello a la guardia nacional.
El asunto terminó aparentemente con la intervención del ejército de Estados Unidos, pero lo cierto es que estos valientes chicos negros del instituto de Little Rock debieron aún sufrir durante mucho, mucho tiempo las burlas, barreras y vejaciones de una población embrutecida, tendente a la violencia y al desvarío que se había dedicado -una parte representativa de ella- a colgar chicos de las ramas de los árboles como frutos extraños en el cantar dolorido de Billie Holiday.
El tema de Mingus “Fable of Faubus” se publicó en 1959 y en su letra original (suprimida en ese disco) escuchábamos al músico preguntándose por la naturaleza última del político: Why is he so sick and stupid?
Efectivamente, la fábula se incluyó como un tema instrumental en el disco de Columbia y no se hizo con letra hasta 1960 en el album Charles Mingus Presents Charles Mingus bajo el más independiente sello Candid. Por el contrato con Columbia apareció como “Original Faubus Fables” y en ella, Charles Mingus y el baterista Dannie Richmond mantenían un diálogo donde la pregunta acerca del porqué el racista del sur era tan enfermo y estúpido era algo más que una interrogación retórica.
Efectivamente, como ya mostró Voltaire en relación con los déspotas y los supersticiosos, no hay nada mejor contra los villanos que evidenciar su ridículo.
Como pudimos aprender recientemente en el estupendo documental de la BBC The year that changed Jazz, 1959 fue un año crucial. La cadena británica, a partir de cuatro fenomenales discos, como si de un cruce de caminos se tratara, se detiene en cuatro sugestivas direcciones musicales al futuro: Time Out de Dave Brubeck; The Shape of Jazz to Come de Ornette Coleman, Kind of Blue, de Miles Davis y Ah Um de Charles Mingus: La vía del Jazz hacia la burguesía blanca, el free jazz, el cool, el bebop más allá de sus primeros límites, expansiones: Todas, técnica, armónicas pero también vitales.
Y todo ello mientras fuera de los estudios de grabación, EEUU quedaba a las puertas de una nueva década, pero también de una nueva encrucijada política con una revolución social, sexual y racial inminente. Arte y vida, norma e imagen solapadas, como cuando el cuarteto de Dave Brubeck tras contratar a su primer músico negro, Eugene Wright, tenía que dejar en penumbra la zona del escenario donde éste tocaba su contrabajo cada vez que viajaban hacia el Sur: Su piel no debía verse demasiado.
No es posible entender la canción de Mingus si aquello se tratara de algo aislado. De hecho, cabe rastrear entre los años 1950 y 1960 toda una serie de contribuciones artísticas, musicales, teatrales y cinematográficas que tienen como hilo conductor el escándalo de la injusticia, una reacción canalizada en EEUU por el Movimiento de Derechos Civiles pero que de distinta forma se puede seguir en medio mundo; Es lo que hará próximamente el volumen colectivo La norma y la imagen, tal como nos ocuparemos pronto en señalar.
Un escándalo del que nos hemos acordado no por el aniversario del crimen de Richmond, ni por el gatillo fácil del hombre violento para con el chico de color, no, sino porque aquí más cerca resultan escandalosas las vallas, la matraca, las asociaciones semánticas -de políticos sin escrúpulos y de periodistas negligentes- tan falsas como irresponsables, tan mezquinas como perversas (inmigración como sinónimo de delincuencia). Resulta escandalosa la presión policial, los CIEs, las detenciones étnicas, las declaraciones de alcaldes como esputos cobardes y electoralistas…
Nos hemos acordado de Mor Sylla, albañil empujado a la venta ambulante estampado grotescamente contra el suelo, nos hemos acordado de la estupidez racista, del afán por reventar la vida de tantos chicos de Senegal, intentando sobrevivir como pueden, cayendo contra toda lógica de los balcones como si no hubieran demostrado en sus viajes de miles de kilómetros que sabían agarrarse a la vida buscando una oportunidad de vivirla por encima de las verjas con cuchillas y de un obstáculo aún más elevado: El enfermizo y estúpido enfoque que hace nuestra Europa de una cuestión jurídica (el derecho de los seres humanos a buscar refugio), política (la construcción de un espacio mínimamente decente) pero también estética: Un mundo más hermoso, como los mejores discos de jazz.
Hermosos: Temas de Mingus
Malditas: Verjas populistas e ideas enfermizas
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