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Cultura

A Takashi Murakami le duele la cabeza

En 24 Hours NY People, Cultura lunes, 24 de noviembre de 2014

Irene Crespo

Irene Crespo

PERFIL

¿Y a quién no en estas fechas? Se acerca la Navidad. Bueno, en Nueva York ya ha llegado.

Han encendido las luces, el gran árbol del Rockefeller Center está a punto de ser coronado por Lady Gaga y Tony Bennett el próximo 3 de diciembre (¡alerta para agorafóbicos y cualquier persona que desee respirar: evitar toda esa zona, ese día!), los mercadillos navideños (de Bryant Park, Columbus Circle y Union Square) están inaugurados o a punto de empezar a servir sidra caliente, las rebajas pre-Black Friday, post-Acción de Gracias han empezado, el consumismo se ha desatado y los voluntarios del Salvation Army llevan semanas bailando, sonriendo y cantando villancicos en las calles. A Takashi Murakami le duele la cabeza, según me dijo en la inauguración de su última exposición en la galería Gagosian en Chelsa, pero y a quién no con la que se nos viene encima.

Por eso, quizá, para la época con más turistas por las calles neoyorquinas, a pesar del frío, lo mejor es refugiarse lejos de las calles más comerciales, entregarse al arte, en galerías cuya entrada es gratis, lejos incluso de los grandes museos, aunque también ofrezcan planes atractivos: Matisse en el MoMA; El Greco y cubistas, en el Met; y, en menor escala, pero más maravilloso, los retratos de Schiele en la Neue Galerie.

In the Land of the Dead, Stepping on the Tail of a Rainbow (En la tierra de los muertos, pisando la cola del arcoriris) es el título de la última exposición de Murakami, que se puede ver en la galería Gagosian hasta el 17 de enero. En su inauguración, el artista japonés, famoso por sus muñecos DOB, llevaba en la cabeza un extraño sombrero de informe rostro humano, el mismo que luce su escultura autorretrato. Ese extraño sombrero representa el dolor de cabeza y el agobio que siente por la sociedad, especialmente desde el terremoto y tsunami de 2012, un evento que ha cambiado su estilo y su comprensión del mundo. “Mi arte no era tan complicado, pero ahora es mucho más complejo”, decía. “Sí creo que ha cambiado mi estilo, ahora cuento historias, podrían usarse para una película. Después del terremoto entendí que la religión es una necesidad para los seres humanos, necesitamos que nos cuenten historias. Es una necesidad para la vida humana, y en ese sentido la religión lo es. Antes no creía en ninguna pero ahora puedo respetarlas”.

Takashi Murakami. Gagosian

Para este nuevo show, Murakami se ha inspirado en la tradición japonesa religiosa y secular. Hay esculturas (alguna le ha llevado más de nueve años), pinturas con sus DOB y una réplica que ha hecho de Rashomon, las antiguaas puertas de entrada a la capital china que, según él, funcionan “como la entrada en el mundo de mi visión artística”.

Takashi Murakami_Gagosian

No lejos de la exposición de Murakami, merece una visita una exposición mucho más relajante: el Moun Room, de Thomas Houseago (en Hauser & Wirth también hasta el 17 de enero). Es una única gran escultura en forma de laberinto que invita al espectador a pasearlo, perderse y formar parte de ella, siguiendo lo que parecen las fases de la luna en un juego de luces y texturas.

Thomas Houseago_Moun Room

Juegos de luces en blanco y negro es lo que proponen también las fotografías de las dos exposiciones de Picasso en la ciudad: Picasso & Jacqueline, en Pace Gallery; y Picasso & The Camera, en la Gagosian de Upper East.

Refugiarse con el genio malagueño de la loca Navidad también es un buen plan anti-dolores de cabeza, Murakami.

Picasso and the Camera_Gagosian

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