Todo filósofo que se precie comienza su aventura filosofal con una evaluación de la condición humana. Sun Ra, en las calles segregadas de Chicago, en sus tiendas y parques, en los pequeños locales donde entrena su jazzístico teclado, mira a su alrededor… y no le gusta lo que ve.
La humanidad vive de alquiler en nuestro planeta, pero ya ha incumplido todas las reglas que firmara en el contrato. El casero no puede esperar más: los impuestos del viento, los impuestos del sol, los impuestos de la lluvia, han sido sistemáticamente impagados. El propietario de la Tierra ha enviado a Sun Ra a dar una noticia de desahucio: el que se dé cuenta de su error podrá viajar con el compositor hasta el espacio exterior. ¿Su Arca? La Arkestra. ¿Su combustible? PHRE jazz. Música que cura el alma y la traslada a otros planos del Ser. La expiación (atonement) es, simplemente, una cuestión de afinación (attunement). The ‘son of God’ is the ‘sound of God’.
Esta era la promesa de Sun Ra, y esta la fuerza motora que propulsó su carrera. ¿Por qué el jazz? Sin duda, por proximidad biográfica, geográfica, étnica, pero también por la libertad, la solaridad (phre) que permite, sin par entre los géneros musicales disponibles en su tiempo. Sun Ra ubica la creación del jazz en Babilonia, aunque tampoco faltaba en ninguna ceremonia del Antiguo Egipto, que por supuesto era una civilización negra. Cuando decía, misterioso, que el lenguaje de los egipcios aún se habla en algún lugar, probablemente se refería al que manaba de sus dedos.
¿Un mito? Sí, y uno que se pretende fundacional. Sun Ra, a lo largo de su carrera, se confiesa estrictamente mítico. Viene, en sus propias palabras, a instaurar una mitocracia, a la sombra de las pirámides. Su música pretende trasladar al oyente a un plano mítico, que en sentido estricto no existe. Otro orden del Ser, inconmensurable con la ecuación “eso/es”. Aquel lugar donde todas las potencialidades aguardan a ser preñadas; el ángulo externo que nos permite comprender con perspicacia y humildad (under-stand en lugar de over-stand). Sólo ahí, tan en el espacio y tan cerca del suelo, se pueden pergeñar futuros, para la raza negra y para el resto de los hombres.
La humanidad se puede mover para alcanzar lo imposible
Porque cuando has alcanzado un imposible los otros
Vienen a reunirse con su hermano, el primer imposible
Prestado de la orilla del mito.
(“Happy Space Age to You”)
La raza negra, en primer lugar. Sun Ra no dejó en ningún momento de dar prioridad a su comunidad nativa. En los negros, la alienación es mayor, el sufrimiento es mayor, pero también su desidia. Disciplina, disciplina… No tienen gobierno, no se organizan, no son más que cebo para la maquinaria de los blancos. Los herederos del Antiguo Egipto han caído, perdiendo su conexión privilegiada con el Creador, pero pueden recuperarla a través de su música, mientras la mantengan próxima al rito extático primigenio, mientras no sea comercializada, industrializada, “blanqueada”. El blanco es un color que refleja todos los demás, mientras que el negro todo lo absorbe: hoy, más que la opresión de los blancos, se ha de temer su mimetismo. (Por otro lado, Sun Ra reconocía haber tenido escasos contactos con blancos a lo largo de su vida, dato poco sorprendente, puesto que vivió en su mayor parte en tiempos de segregación institucionalizada).
Pero, sobre todo, la raza negra está huérfana de mitos. Los blancos ya disfrutan de su gran retrato triunfalista: es la raza negra la que necesita uno. Siempre oímos su-historia (his-tory), pero nunca mi-historia (my-story), mi mito-historia (myth-story), mi misterio (my-stery). Un pueblo que ha perdido su potencial solar, que ha olvidado que su cuerpo son rayos energéticos (black rays). Que su piel es del color del espacio exterior. Cuando le preguntaron si lo suyo era “música negra”, Sonny respondía que es negra desde el punto de vista de que todavía tiene la oscuridad del mito.
La negritud de Sun Ra no es, pues, en modo alguno nacionalista: Las diferentes naciones son en realidad diferentes nociones (“Precision Fate”). Ni siquiera es estrictamente racial, sino una exigencia humana, para la evolución humana. Nos decimos hijos del suelo, pero la verdad es que las criaturas no son “nacidas de la tierra” (earth-born), sino llevadas por el aire (air-borne) de sonidos y palabras (“Revolving Spheres”).
Quizá un black power coherente y organizado no sea imposible, aunque, para muchos, lo será si se propone el jazz como su engrudo. Nada que objetar: la desidia de Sun Ra es, en este punto, de magnitudes cósmicas. Todo lo que es posible ya ha sido hecho por el hombre. Yo tengo que ocuparme de lo imposible. ¿Una tarea eterna? El Infinito no duda en patrocinar proyectos de infinito.
Término común en Sun Ra es el de alter-destino: una vía de escape a la tiranía de lo posible, a todas las alternativas predichas por la aritmética de la sociedad y la historia; un vice-futuro, el gemelo disfrazado del mañana. Frente al uni-verso mecánico, predecible, mensurable, el omniverso de lo Imposible. Solo el mito conduce fuera de la historia, a la otra cara del tiempo. Allí moran los antiguos dioses: allí los hombres se convierten en dioses, alcanzando la inmortalidad. Solía llamarlo the Kingdom of Not, “El Reino del No”, el vacío negro de todas las posibilidades aún no descubiertas; más allá del Reino de lo Creado, de lo programado, del fatídico Sí. Quien abraza el futuro está ya en el futuro, mientras que la mayoría de los hombres viven en un presente que es “pasado recreado”.
Sun Ra sólo viaja al pasado para aprovisionarse de combustible para el futuro: mira atrás hacia al pasado / y verás que todos los comienzos están ahí (“The Endless Universe”, 1980). En el documental A Joyous Noise así lo expresa: En mi música hablo de cosas desconocidas, cosas imposibles, cosas antiguas, cosas potenciales. Era su formulación de un No (Not) radical, lo Imposible manifestado en este mundo, en forma de no-tas (not-es) y to-nos (ton-es). El no se transforma en on, el not se transforma en tone.
La alternativa a emprender dicho viaje es vivir y morir en este mundo, sin pena ni gloria. Vivir, que es ya morir, pues el nacimiento (birth) pone a cada uno en su lugar (berth), que es la tumba (be-earthed). En el caso de Sun Ra, vivir como un negro pisoteado en un barrio de negros pisoteados, en un país de negros pisoteados. Sin duda la condición angélica, su misión profética, resulta más atractiva, aunque nunca sea completa: el músico, que ha tratado en primera persona a los dioses, desconfía de los Seres Supremos, y afirma que solo existen Seres Superiores, que siempre pueden seguir mejorando.
En la cosmología de Sun Ra, Cristo y el Diablo son solamente poli bueno y poli malo, conchabados. Ni siquiera al Dios de la Biblia —su libro de cabecera— lo tiene en mucha estima. Lo retrata como una suerte de Demiurgo, responsable del sufrimiento en la Tierra, el único de los planetas habitados donde existe la muerte. Afuera se extienden innumerables planetas y galaxias, donde moran los viejos dioses sobre las ondas del Mito, y mundos paralelos poblados por lo que llamaba “la Gente Sombra”. Cuando hablaba de Ra o Dios, solía referirse no al “Demiurgo” bíblico, sino al Creador, a la fuente energética primera e inmortal, de la misma naturaleza que las almas de los seres. Todo lo creado contiene, pues, una chispa de infinito: El universo es interminable, y todo en él es interminable / ¿Cómo puede ser un universo interminable, si no es interminable todo lo que es parte de él? (“The Endless Universe”, 1972).
Para nuestro teclista, el arte genuino es el aéreo fundamento del Reino aéreo del futuro (“Points Of The Space Age”, 1984); el propio Padrenuestro dice, en inglés: Our Father, who art in heaven… ¿Cómo evaluar, entonces, la música de Sun Ra? ¿Posee su experimental teclado la capacidad de desanudar las tensiones que nos atan a este mundo predecible, depredándonos los unos a los otros en los ciclos de Lo Posible, naciendo y muriendo sin saltar al Futuro?
Eso solo lo podremos saber escuchándola, o como diría el músico, permitiéndole tañer esas arpas que tenemos a ambos lados de la cabeza. Nosotros nos contentaremos con asegurar que, con el paso de las décadas, la presencia escénica de Sun Ra irá reflejando sus ideas: máscaras de deidades egipcias, cascos espaciales, túnicas babilónicas, gafas supersónicas, cambios de atrezzo que se producían hasta veinte veces a lo largo de una misma función. Cacofonías, recitados siderales, aparentes improvisaciones seguidas de melodías de su invención y melodías prestadas, pero tan cercanas a las originales como la materia lo está de la antimateria. Del jazz más vanguardista a la banda sonora de Dumbo.
Excesivo para algunos, si no risible. A Sun Ra no le molestan las carcajadas; abraza el rol de entertainer: La situación es tan seria que la gente podría volverse loca. Necesitan sonreír y darse cuenta de cuán ridículo es todo. Una raza sin sentido del humor está en mala forma. Una raza necesita payasos… Podrías llamarme el bufón del Creador. El mundo entero, toda la enfermedad y la miseria, todo es ridículo.
Y payaso fue, con sus vestimentas egipcias, en una singular película psicotrónica, mezcla de blaxploitation, esoterismo y ciencia ficción. Una de las escenas clave de Space Is the Place (1974) es la visita del músico, recién descendido del espacio estelar, a un centro comunitario negro de Oakland, California. Tras presentarse como Embajador de la Región Intergaláctica del Concilio del Espacio Exterior, rebate el natural escepticismo con las siguientes palabras:
¿Cómo sabéis que soy real? Yo no soy real… exactamente igual que vosotros. Vosotros no existís en esta sociedad. Si lo hicierais, vuestra gente no estaría buscando igualdad de derechos. No sois reales. Si lo fuerais, tendríais algún estatus entre las naciones del mundo. Así que ambos somos mitos. No vengo a vosotros como realidad, vengo a vosotros como el mito. Porque eso es lo que es la gente negra: mitos. Vengo de un sueño que el hombre negro soñó hace mucho. En realidad soy una presencia enviada por vuestros ancestros.
Como rezaba un panfleto publicado en el entorno de Sun Ra: si te dicen que tus ancestros llegaron a este país maniatados, indocumentados, sin dejar rastro… ¿por qué no desde Saturno? If we came from nowhere here / Why can’t we go somewhere there? (“Imagination”).
Podéis leer la primera parte de este artículo aquí: Sun Ra, la Revelación.
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